Era él.
Era él.
Mis manos temblaban con ligereza con la fotografía entre ellas, de pronto el aire se hizo más pesado, tenía una gran dificultad para respirarlo.
Jasper.
Era Jasper.
-Elise- colocó su mano sobre la mía.
- ¡No me toques! - lo aparté con brusquedad- confié en ti, eso era lo que querías ¿no? Verme la cara de estúpida.
-Lise no puedes creer algo como eso.
-Mentiras, son todas mentiras, pero hasta aquí has llegado- me volteé y agarré la manija de la puerta del auto haciéndola hacia fuera tratando de abrirla- quita el seguro Jasper.
-No hasta que me escuches, ¿no ves qué está jugando con tu mente?
Empujé con fuerza y tras ver que no cedía comencé a sacudirla.
-Tienes que ser más fuerte o terminarás como él quiere, enloqueciendo.
¿De verdad me estaba volviendo loca?
-Solo piensa, ya una vez dudaste de mí y te mostré que no lo era, te he estado apoyando, jamás te lastimaría y oportunidades para hacerte daño se han dado y aun estas aquí sana y salva.
Medité en sus palabras, tenía razón, no podía serlo, ayer cuando se manifestó él estaba conmigo antes y durante, no se despegó de mí, era una tonta y ahora mi miedo era perderme a mí misma, colapsar y sumergirme en la oscuridad de mi mente, no podía perder la cordura debía ser más fuerte que la tormenta.
-Oprimió un botón cerca de la manivela y automáticamente los seguros de las puertas se alzaron- Entiendo si no quieres creerme, confiar en mi o volver a verme.
-Coloqué mis ojos sobre el mirándolo con fijeza por unos segundos-Lo siento, ya no que me pasa, no puedo confiar en mi propio juicio, tengo miedo- mis ojos se humedecieron- ya ni siquiera sé lo que es real y lo que no, esto es una pesadilla- cubrí el rostro con mis manos.
Mi vecino se inclinó hacia adelante y con sus fuertes brazos me envolvió estrujándome contra su cuerpo.
-Quiero que se detenga- sollocé contra su hombro- debes de estar pensando en lo cobarde que soy, en lugar de enfrentarlo de una forma valiente lo único que hago es llorar como una débil- me separé un poco de él para verlo.
- Sonrió de medio lado- No hay mayor acto de valentía que expresar lo que sientes.
-Eleve las comisuras de mis labios- Gracias por siempre ser tan bueno conmigo, no lo merezco.
-Condujo su mano hasta a mi mejilla y la acaricio con delicadeza-Mereces distraerte un poco ¿te apetece salir conmigo?
Asentí.
Olvidarme de esta locura me vendría bien.
- ¿Dónde iremos?
- ¿Dónde te gustaría ir? Tú mandas.
- Me gustaría ir a un lugar tranquilo, podemos ir a la roca del beso.
- ¿A caso esa una proposición indirecta?
- ¿Qué? - inmediatamente me puse tan roja como un tomate, podía sentir mis mejillas arder en vergüenza- no.no.no es que no seas...es decir...yo...
Soltó una carcajada.
-Tranquila guapa solo estoy jugando contigo- encendió su coche.
Fijé mi mirada en la ventana, no quería verlo, me moría de la pena, no era que no lo hubiera pensado, deseaba hacerlo, sin embargo, en este momento había cosas más importantes que el amor.
La roca del beso era un mirador y restaurante en Stephen Wood fui una vez con Thomas a conocerlo y quedamos encantados, no solo por la comida sino también por la asombrosa vista desde donde se encontraba la piedra. Jasper estacionó su auto para luego ambos bajar, el lugar no estaba muy lleno, escogimos una de las mesas cerca del balcón para disfrutar del aire fresco que entraba por allí.
- ¿Te parece si lo pedimos para llevar y comemos en la roca del beso? - habló mirando al chico que venía a tomar nuestra orden.
-Me gusta la idea.
-Genial.
-Buenas tardes- nos pasó los menús- ¿Qué van a querer comer?
-Una hamburguesa y una malteada de crema por favor- le di el cartón.
-Yo un arroz de la casa y una coca cola- le extendió el papel- que sea para llevar.
-Perfecto- levanto su vista de la libreta donde apuntaba nuestra orden- estará dentro de unos minutos, con su permiso- dijo al retirarse.
Me preguntaba si la policía logró atrapar al compañero del juego macabro, observé la pantalla que había en el restaurante, lo que se proyectaba era un partido de fútbol, una parte de mi deseaba cambiar el canal y buscar las noticias para así poder salir de esta frustrante incertidumbre, mientras tanto la otra reprendía a esta por querer eso.
- ¿Todo está bien?
-Sí, no es nada.
- ¿Segura? - entrecerró sus ojos.
Asentí.
-Al menos sonríeme preciosa, que parece que soy el chico más aburrido del mundo.
-No, no es eso- reí.
-Es que ya he perdido el toque.
Se diera él cuenta de que llamaba ya mi atención y mucho ¿Es qué quien podía negársele?
-Ya están sus pedidos- la chica castaña llegó con una bolsa grande, blanca y letras negras las cuales decían: