—¡No es verdad! Sebas, es incapaz de hacer algo tan monstruoso como lo que estás diciendo. Es imposible, estás mintiendo. ¿Por qué lo haces?
—Vamos, preciosa, sé realista, bueno, si no me crees, tú misma date cuenta.
Aquel hombre tomó al control remoto y encendió el televisor de sesenta y cinco pulgadas que estaba plegada a la pared, ella quedó casi petrificada, sintiendo como si un terremoto sacudiera su mundo, cuando la imagen es reproducida, el terror se incrusta en su alma, se apodera de su corazón que en ese instante es despedazado en tantas partes, que casi se hace polvo, las lágrimas no tardan en llegar, el nudo en la garganta la deja casi sin poder respirar, era un video donde para ella era su primera vez por amor, mientras la sonrisa de ella creía el hombre perfecto se dibujaba mirando a la cámara.
—¿Por qué? — Logra pronunciar de manera torpe, casi como un susurro, para luego gritarlo. ¡¿Por qué?!
Sentía ese ardor que solo el dolor puede provocar en una persona, esa decepción del tamaño del universo porque decir planeta entero no era suficiente.
—Él es así, siempre ha sido de esa forma, ahora me toca a mí compartir la presa.
—¡Suéltame, no me toques! No te me acerques —Trataba de apartarse, pero era imposible, no en el estado de shock en que aún se encontraba. Trataba con todas sus fuerzas de defenderse, pero era imposible en esas condiciones. Sebastián Del Toro la había matado en vida.
—Así me gustan, que se pongan fieras, que me digan que no, porque sin importar cuando te niegues, voy a disfrutar cuando grites mi nombre y digas que no me detenga.
—Por favor, aléjate de mí, ya me mato tu amigo, ¿por qué? Ahora tú quieres seguir haciéndolo.
No mentía cuando dijo que aquel hombre que la había enamorado por primera vez, él la había matado, había hecho su corazón añicos, sentía que le había hasta el alma, todos le advirtieron, pero Nunca quiso ver la realidad, el hombre que amaba la había usado, como si ser gorda fuera su maldición.
—Porque quiero probar lo que él ha probado, disfrutar lo que él ha disfrutado, simplemente me lo he ganado siendo su amigo, soportando sus ínfulas e inflando su ego. No quiero las sobras, vas a ser mía y no te voy a devolver a ese idiota.
Ella trata de retroceder, pero es en vano, el pavor, el miedo y el horror se apoderan de ella, no basto con que el hombre que amaba se haya burlado de ella y la llegara a tratar como un simple juego, ahora estaba a merced de uno que era mucho peor de cualquier cosa que ella se imaginara, si Sebastián la lastimo, pues Andrés iba a ser su peor castigo, tantas ideas que venían su mente, en que en ese instante ella solo quería morir, sin imaginar que en algún lugar había un hombre con el alma destrozada.
—Ella no me puede dejar, debe ser una maldita broma.
—Te dije, tonto, que esto iba a acabar mal, te dije que hablaras con ella, te dije que estabas enamorado y solo te reíste.
Él tenía la mirada perdida, como si mirara un punto fijo y a la vez no miraba nada.
—¡Cállate! Ella va a regresar, le voy a decir que la amo, le voy a pedir perdón de rodillas. Eve no me puede dejar, no puedo vivir sin ella, ella me va a entender, si eso es lo que va a pasar.
—¡Malnacido! — Varios hombres, vestidos de negro, entraron en la habitación, con actitud de que alguien iba a pagar caro sus actos, lo golpearon hasta decir basta. Él no se defendió, sabía que Alana tenía razón, era consciente de que se merecía eso y más.
—¡Ya basta, Alana!
—Alana, nada, Lorena, tu primo es un desgraciado que se merece eso y más. ¿Dónde está Evelyn? ¿Dónde está mi Eve?
En ese momento un mensaje llegó al teléfono de Sebastián, que tenía Lorena. Al instante en que lo vio, este se le cayó de las manos y empezó a temblar. Era una imagen atroz, una fotografía, con un mensaje.
—Ella es ahora mía y nunca más la volverás a ver, la última de tu lista es mía, querido amigo —era Andrés, sobre el cuerpo de Evelyn, mientras sonreía como solo el diablo puede hacerlo. Parecía que todo estaba perdido, ya era tarde. ¿Verdad?