En Las Curvas ¿del Amor?

UNA ROSA MANCHADA DE MENTIRAS

—Ese amigo tuyo es un poco confianzudo—Mientras se metía un trozo de lasaña de mariscos a la boca, se lamentaba haber pedido sin preguntar, porque no la iba a besar con ese olor, después de todo, todas caían en la primera cita, con el vino podría ayudar también, aunque nunca había tenido que emborrachar a ninguna de la lista.

—Es que soy como su hermanita, siempre trata de protegerme en lo que puede.

—Qué bueno. Como su hermanita, después de todo soy muy celoso, cuando alguien me gusta.

Cuando ella escuchó eso, estaba a punto de atorarse con la lasaña. ¿Le gustaba? Una risa nerviosa la siguió después de aquel ataque, sus mejillas estaban poniéndose rojas como un tomate sin poder ocultarlo. ¿Era una declaración o un chiste? Pensaba ella, pero también sabía e imaginaba que lo primero era imposible.

—Qué gracioso.

—¿Gracioso? Te lo dije, Evelyn, me gustas, me llamaste la atención desde la fiesta, no miento cuando te digo que me impactaste. — Eso era verdad, desde que la vio, supo que ella era la que le faltaba a la lista sin aceptar que para otras cosas también.

—Ya no tengo hambre, ya me quiero ir.

—¿Dije algo malo?

—Es que te estás burlando de mí— Lo dijo decidida y firme, como si ella otra vez fuera un chiste para los demás, no era tan ilusa como para pensar que un hombre como Sebastián Del Toro podría fijarse en una mujer de su volumen, de su peso, de su contextura, con tan poca gracia a comparación de las mujeres que seguro rondaban a su alrededor.

—¿Qué yo qué? Evelyn, sé que no me conoces, pero sería incapaz, valoro mucho a las mujeres, jamás me podría burlar de alguna. No tengo hermanas, pero tengo una prima que quiero, como si lo fuera, no dejaría que jueguen con ella.

Un Óscar para Sebastián Del Toro por su excelente actuación en esta escena, aplausos de pie, quien no lo conociera diría que es sincero, esos ojos azules tan profundos cuando la mirada de esa forma, hacía que la pobre Evelyn se desarmara, si quisiera le diría que la tierra es cuadrada y ella le creería

—Solo mírate y mírame — Susurró, quería llorar, se sentía impotente, era imposible, pero la estaba mirando a los ojos, casi podía sentir su aliento sobre su cara, estaba demasiado cerca, los nervios se apoderaron de ella. Terminó arrojando sobre la ropa de Sebastián la copa de vino que estaba cerca.

—¡Mier! Digo rayos.

—Lo siento, lo siento, lo juro que lo siento, soy una torpe, torpe, torpe Evelyn— dándose golpes sobre la frente, para luego sin darse cuenta llevar un pañuelo sobre la entrepierna de aquel rubio que se estaba volviendo según ella en un príncipe.

—Tranquila, solo es un pantalón — Que no podrías pagar ni juntando un año de tu sueldo, pensaba él. — Iré al baño a limpiarme, espérame aquí, por favor

Tomo de sus manos y las junto para dejar un delicado beso sobre ellas. Ese hombre era un atrevido, pensaba ella a la vez que suspiraba cuando le dio la espalda.

Una vez en el baño, estaba ya terminando de limpiar un poco ese desastre cuando, alguien entró y se paró delante de él.

—Deja de jugar con Evelyn, ella no es un chiste, te lo advierto.

—Debian mejorar su filtro para contratar empleados, mira Frankenstein.

—Es Frank.

—Para mí puedes ser hasta Franklin la tortuga, me va y me viene, ósea me llega a la punta de lo que tengo aquí bien puesto, no te metas entre ella y yo, no es tu asunto, después de todo eres como su hermanito, por lo tanto, tus consejos mételos donde no te dio el sol o a quien te los pida, porque yo ni regalados, puedo hacer con ella lo que yo quiera, por lo que ni tú ni nadie se va a meter — Apuntándole con el dedo, pretendiendo hacerlo retroceder, pero la mirada de Frank distaba mucho de quien iba a dar su brazo a torcer.

—Terminaste tú, ¿Discursito de bolsillo? Perfecto, me importa un cacahuate que te creas tú o quien pienses que soy para ella, solo te advierto, ella no está sola y no va a venir un hijito de papi a querer burlarse de una mujer tan maravillosa como es ella. ¿Capta? ¿O el gel te atrofió el cerebro?

Sebas, no podía creerlo, pero no se iba a rendir, no lanzaría por la borda los planes ya trazados, no iba a cambiar de objetivo ahora que lo había encontrado, tal vez debía cambiar un poco la estrategia, pero no lo que quería conseguir, ella sería suya y una vez logrado la desecharía como a las demás.

—Tranquilo, no lleguemos a extremos—No quería que esto se volviera más grande, sabía que le podía ganar fácilmente, pero no quería que su rostro salga lastimado en el camino, lo cuidaba bastante como para dejar que le hagan, aunque sea un rasguño.

—Ella me gusta y la estoy conociendo, eso es todo.

—Sí, claro, ahora cuéntame uno de vaqueros, como si un gringuito.

—Lo de gringuito te lo paso, pero ¿Estás insinuando que Evelyn es fea?, no pienses así, ella es una mujer tierna, dulce y muy hermosa a su manera, tiene un cuerpo como a mí me gusta, así que tranquilo, la cuidaré muy bien— Puso su mano sobre su hombro y cerro el caño para marcharse, estaba seguro de que no había competencia, solo tenía que tener que cuidarse un poco y hacer que ella dejara de frecuentar lugares como este, nada ni nadie se iba a interponer, lograría lo que se propone pese a quien le pase y sufra quien sufra.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.