Caminando entre los pasillos con paredes de colores vivos y brillantes sobre un impoluto piso de cuarzo, Wyatt y Sebástian hacían memorias de todo lo que vivieron el año anterior. Los demás de su sección recorrían la escuela y al verlos recordaban las clases que vivieron juntos, tanto buenas como las del profesor Brandon como las más dificultosas con el profesor Azariel.
—¿Y ahora sí vas a salir bien con Azariel? —le preguntó Sebástian tocando el tema.
—Ojalá y que sí, no es que no pueda, solo es que me da pereza su clase.
Habían caminado ya unos treinta pasos cuando llegaron a un pequeño parquecito en medio de la academia. Falto de techo e iluminado por la luz del día, se podían observar algunos árboles, el pasto verdecito y aparentemente recién cortado y con algunas bancas dispersas por el sitio. Muchos recuerdos asaltaron la mente de los dos muchachos.
—¿Recuerdas las veces en las que jugábamos tú, yo y Luna aquí? —preguntó Sebástian con una sonrisa.
—¿Cómo olvidarlo? Creo que aún tengo la marca del raspón que me hice en el codo cuando me subí a aquél árbol y me tiré —señaló un árbol ubicado al norte del patio.
Además de la pequeña vegetación del lugar, se podían observar más alumnos caminando, y entre ellos estaba cierto pelicastaño, a quien Wyatt miró de mala manera a la vez que se le puso la piel de gallina.
—¿Y recuerdas que aquí mismo aquél escombro —habló refiriéndose a Ryan— acabó conmigo, contigo, con Luna y con Cha?
—Ni me lo recuerdes, no sé cómo salimos de esa con vida… ¿Y por qué le dices "escombro"?
—Porque siempre estorba en todo lugar que esté.
En el lugar, apareciendo detrás de ellos, se presentaron Luna y Cha, quienes saludaron de nuevo y se unieron a los recuerdos.
—Aquí mismo pasamos de ser tres a cuatro —comentó Luna volteando a ver a Sun-Shin— y aunque fué duro el momento, personalmente lo repetiría una y otra vez para que estemos todos juntos.
Tras decir su pequeño discurso y que los otros tres sonrieran y asintieran al escucharlo, escucharon unas pisadas detrás de ellos que se aproximaban a la ubicación en la que estaban, y curiosos por ver de quién se trataba, voltearon y vieron a una joven que no conocían y que les preguntó con un tono alegre y emocionado:
—¿Ustedes son los que se pelearon con Alek el año pasado?
—Podría decirse que sí —respondió Wyatt.
—¡Genial! Mi nombre es Agda, y voy a estar con ustedes este año, va a ser genial compartir el curso con los cuatro.
Dicho esto, aquella joven se fué y se perdió entre los muchos pasillos. Ella es un tanto mediana y tenía cabello color negro mediano y desarreglado, además de tener ojos oscuros y parecía tener sombras maquilladas en ellos del mismo color sombrío, nariz celestial, su labio superior era fino, tenía una cara como de corazón y vestia el uniforme del colegio con las letras "Se" en la parte del pecho izquierdo. Todos se preguntaron quién era esa y a qué se refería con compartir curso con ellos, y lo más importante, cómo sabía de Alek.
—A lo mejor y lo conocía al igual que Hannah —concluyó Luna tras pensarlo un rato— y sobre lo otro, lo más probable es que después nos expliquen por qué ella va a estar con nosotros y no en primer año.
—¿Crees que ella debería estar en primer año? —preguntó Sun-Shin volteando a ver a la dirección en donde la Agda se fué— Yo la veo incluso mayor que nosotros.
—¿Entonces se pueden repetir años? — pensó Wyatt como quien le hubiese contado la más grande y feliz noticia del mundo.
acabando con el pequeño bullicio que se escuchaba en toda la escuela, algunas personas de apariencia treintañera, fuerte y saludable, llamaron con fuerte voz a todos los alumnos de los alrededores para ir al auditorio escolar. Un enorme gentío de al menos unos ciento cincuenta o doscientos alumnos caminaban por los pasillos hasta estar frente a una enorme puerta de madera color marrón claro, que al ser abiertas por aquellos adultos que los guiaron, revelaban un enorme espacio de paredes de blanco e inmaculado cuarzo como todas las demás en la institución, sillas color negro bien ordenadas en hileras de diez y filas de doce, suelo del mismo color que los asientos y un escenario grande de tinte sombrío. Al frente y a la vista, pintada sobre una de las paredes del escenario, se mostraba el logo de la escuela, que consistía en una combinación de dibujo de todos los elementos como el fuego, agua, electricidad, etcétera.
Todos comenzaron a sentarse; Sebástian, Wyatt, Luna y Sun-Shin se sentaron uno al lado del otro y, entre el murmullo de los alumnos, apareció desde el lado derecho del escenario un hombre alto y de cabello blanco tamaño mediano que le llegaba hasta la nuca y que en sus ojos se veía un color plata como si de la luna se tratase, junto con una nariz romana y una cara rectangular. Al llegar a la mitad del escenario, agarró un micrófono y se presentó a todos.
—¡Muy buenos días, jóvenes aquí presentes! Es de mi agrado tenerlos hoy en esta institución, mi nombre es Lenard Mentoss y soy el director de este colegio.
La mirada de aquellos que llevaban ya un año en la academia se quedaron clavadas en Lenard de forma que mostraban atención, mientras que los de primer año lo veían con una combinación entre curiosidad y de no creer que lo que les estaba pasando fuera real. Lenard, al presenciar esto, se dirigió a los al menos treinta y siete alumnos de primer año que estaban sentados y les dijo:
—Noto lo que piensan a través de sus miradas, "¿Qué está pasando?" "¿Esto es real?".
Uno de los jóvenes preguntó con curiosidad:
—Director… ¿Qué son los elementos? No nos lo explicaron cuando nos trajeron.
—Tienen suerte, ya que siempre cuento un pequeño resumen de qué son y su historia.
Lenard se aclaró la garganta y explicó a todos:
—Los elementos, en pocas palabras, son habilidades especiales que te hacen controlar ciertos componentes de la naturaleza, tales como el fuego, el agua, la electricidad y lo que se les ocurra. Hace 300 años aproximadamente, nacieron, y hasta hoy en día, son muy pocas personas que los poseen, de hecho, para que ustedes estén aquí y las de poseer un elemento, tuvieron una suerte de aproximadamente una entre cincuenta y cinco millones. ese tiempo. Hubo una persona que tenía la intención de dominar todo el mundo con sus poderes, pensando que los elementos debían de ser usados para someter, y estaba yo, quien creía que los elementos debían ser usados para proteger —comentó tosiendo— tuvimos un combate a nivel mortal del cual salí victorioso. Esta escuela la formé para que otros elementales tengan mis mismos ideales desde una temprana edad y puedan aprender a usar sus habilidades correctamente, eso es la academia, mí academia y vuestra academia.