En las llamas del arcángel (elemental School 3)

capítulo 10: el centro científico

Una alarma sonó de nuevo cuando los rayos del sol no habían ni dado presencia aclarando un poco la oscuridad del cielo. Aquel sonido cesó cuando Cha presionó un botón.

La coreana se despertó algo más enérgica que el día anterior, y tras estirarse, se levantó en dirección al baño, de nuevo acariciando antes al conejito dormido en una casita en el cuarto, animal que horas atrás le dió realismo a un sueño que en ese momento no recordaba.

Realizó la misma rutina de todos los días. Vitamina c, cremas y cosas en varias partes de la cara, lavar sus dientes, ducharse, cepillarse el pelo, ponerse aún más productos en el rostro, vestirse y si quedaba tiempo, jugar un rato con Gaji Ma, el conejito que tenía como mascota.

Ya el sol se mostraba un poco, y el cielo se iluminaba en un tono morado y rosa.

A las seis de la mañana, ya con el sol iluminando el sitio, ella se dispuso a ir al comedor y desayunar. Wyatt y Luna la interceptaron en el camino.

—No había otra tarea para hoy aparte de matemáticas, ¿verdad? —preguntó Wyatt.

—No —respondió Luna— solo había esa.

—¿Y cómo te fué con Ryan ayer? —preguntó Cha dirigiéndose a Wyatt.

—Como dije ayer, estaba de buen humor así que no me fue tan mal, a lo mejor y está feliz porque Sebástian no está o algo por el estilo.

—Hace ya como dos semanas que no ha venido.

—Seguro volverá pronto.

—Ojalá.

El trío llegó al comedor, tomaron cada uno su tazón de avena correspondiente y se sentaron en la misma mesa de siempre, a la cual desde hace dos semanas había espacio para uno más.

—Increíble la dualidad de este colegio —comentó Wyatt llevándose una cucharada de avena a la boca— hoy nos dan esto y ayer nos dieron pizza en la cena.

—¿Y eso es un problema para tí? —dijo Luna comiéndo su avena.

—No, es solo que me parece chistoso que… ¿Y eso?

Wyatt señaló las puertas del comedor, dónde un tumulto de estudiantes estaban reunidos allí rodeando aparentemente a alguien.

—Otra vez Ryan golpeando a los de primero —aseguró Luna, girando su cabeza de izquierda a derecha a modo de desapruebo— ojalá y algún día alguien le de lo que se merezca.

—¡Hay alguien que lo hizo! —le recordó Wyatt— recuerda lo "helado" que dejó al idiota ese cuando le rompió la mano el año pasado.

Tanto Cha como Luna se rieron, mientras el tumulto de gente seguía a quien sea que fuese el sujeto hasta el mostrador donde servían la comida.

—¿Y qué creen que vaya a pasar hoy?

—¿Eh? —dijeron ambas, confundidas.

—¿Qué creen que vaya a pasar hoy? —repitió— algo como que Azariel se ponga de buen humor, Hannah no recuerde la tarea, Brandon traiga algún animal raro y peligroso…

—Oigan —dijo alguien parado a unos cuantos centímetros de la mesa— ¿Aún hay espacio para uno más o...?

Los tres voltearon a ver al sujeto, el cual tenía una voz familiar para todos, y vieron con alegría que aquella persona era Sebástian, quien estaba de regreso en la Ee. Los tres se levantaron a toda prisa y abrazaron a Sebástian, quien correspondió gustoso.

Al momento, todos los demás estudiantes llegaron y continuaron abarrotando a Sebástian de preguntas, cosa que estuvieron haciendo desde que lo vieron en la puerta.

—¿Qué te pasó?

—¿Por qué llegas hasta ahora?

—¿Ya estás bien?

Ninguna de las preguntas fueron respondidas, pues Azariel y varios profesores aparecieron y pusieron orden en el comedor.

—¡Silencio! —gritó Azariel con una voz que daba miedo— ¡Coman y vayan a clases!

—¡Nos dijeron que nos dirían lo que le ocurría en cuanto supieran!

El lugar quedó en silencio, Azariel buscaba con cara de pocos amigos al que preguntó.

—Primero que nada, no puedo creer que lo creyeran en todo caso. Segundo, hasta esta mañana se nos notificó que el joven Mendez podía salir y venir aquí.

Una vez dicho eso, Azariel se fué del comedor mientras los otros maestros mantenían el orden en el sitio. Sebástian finalmente se sentó junto a sus amigos, quienes ya estaban por terminar el desayuno.

—Oye, ¿Qué pasó contigo? —preguntó Luna.

—Pues les quisiera contar, pero tenemos poco tiempo ahora así que les digo en el recreo.

—¿Y estás bien? —preguntó Cha.

—Si, de hecho ya no me duele usar mi elemento en lo absoluto y mi cuerpo no me causa dolor. ¡Nunca he estado mejor!

Aquellas palabras alegraron y aliviaron a los otros tres, y sobre todo a Cha. Ella, al ver a Sebástian, recordó finalmente el sueño que tuvo y desvió la vista sonrojada, además de poner una sonrisita que ocultaba con su mano y sentir mariposas en el estómago.

El tiempo del desayuno terminó, y como Sebástian dijo, el tiempo que quedaba era poco y apenas y pudo terminar de comer su avena. Durante el trayecto hasta el salón de clases de los de segundo año, el cuarteto era irrumpido por compañeros de clase y otros estudiantes, ya que a lo mejor Sebástian les hablaba sobre lo que le pasó a sus amigos, y por la proximidad entre ellos, también se enterarían.

Llegando al salón, sin haber dicho nada y decepcionando a los que estaban atentos a cualquier cosa, se sentaron en sus asientos, estando todos completos después de dos semanas.

Una vez sentado, Sebástian esperaba al profesor que tocaba, y Ryan apareció de pronto detrás de él dándole un zape.

—Bienvenido de nuevo, inepto —se burló Ryan mientras Sebástian se sobaba— ¿Ya no se te alborota nada?

—No, gracias por preguntar. Oye, felicidades por tu victoria en el torneo, te la mere…

Ryan jaló el pelo de Sebástian poniéndolo de pie.

—No digas estupideces, no me voy a sentir victorioso hasta que no acabe contigo, y créeme que nos vamos a enfrentar. ¿Hoy después de clases?

Ryan miraba a Sebástian amenazante y este solo mostraba preocupación, pero la situación se calmó cuando apareció el profesor Brandon.



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En el texto hay: juvenil, romance, ficcion

Editado: 09.01.2023

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