El fin de semana había concluido, y una nueva semana de clases comenzó. Mientras toda la clase estaba en el patio de recreo, alguien se había quedado en su pupitre con aires pensativos. Era Sebástian.
Desde que le dijo a sus amigos la historia de su ex, no había dejado de pensar en ello y en lo que Luna y Wyatt le aconsejaron, asimilaba cada opción disponible para hacer algo al respecto.
Justo en ese momento, mientras se encontraba aún sumergido dentro de sus propios pensamientos, la alta figura de cierto peliazul entró por la puerta, sorprendiendose de ver allí sentado a Sebástian.
—¿Mendez? —lo llamó tocándole el hombro izquierdo.
Sebástian se exaltó, y dió un pequeño brinco para luego ver a Azariel.
—¿Qué hace usted aquí? —continuó el peliazul.
—Yo… nada, profesor.
—Nada… entonces váyase y salga a recreo antes que termine.
Mientras Azariel se iba a sentar, Sebástian se armó de valor.
—¿Alguna vez ha tenido pareja?
Azariel se sentó.
—Ya decía yo que esa cara de baboso que tenía era por algo. Sí, sí he estado en una relación —afirmó mientras sacaba unos papeles de su mochila— y le sugiero que no piense en esas cosas cuando aún estamos en épocas de clases y estudio.
—No se trata de eso, profesor —le explicó Sebástian—, es que… ¿Alguna de sus parejas le ha sido infiel?
Azariel ni miró a Sebástian y tenía fija la vista en los papeles que sacaba, leyéndolos.
—Profesor…
—Busque qué hacer, Mendez, salgase.
—Es importante.
—… Sí, sí me han engañado. —respondió de mala gana.
En ese momento a Sebástian se le escapó un comentario.
—¿La señora Adeeba?
Azariel dejó de ver los papeles para mirar fríamente a Sebástian.
—¿Cómo sabe usted de ella?
A Sebástian no le quedó más que explicarse.
—Una vez salí con… alguien. Y lo vimos con la señora Adeeba comprando cosas, llamándose en formas que solo lo hacen las parejas y besándose.
Azariel, sin ninguna expresión en el rostro, se levantó y a paso moderado se sentó a la par de Sebástian arrastrando un pupitre a la izquierda del mismo.
—No, no fué ella, ¿Qué quiere saber con eso?
—Es que tuve una relación, y ella me fué infiel, así que no sé si...
Sebástian quería seguir hablando, pero Azariel puso su dedo índice en la boca de Sebástian a modo de silenciarlo.
—Creo que entiendo —afirmó Azariel cambiando a un extraño tono amable raro en él—, ¿Le cuesta confiar en otra persona?
Sebástian asintió bajando la mirada.
—Pues mire, a mí no me interesan en lo absoluto los problemas de cualquier alumnos —Sebástian no le creyó al recordar que Azariel pagó un dineral para que Cha tuviera cita psicológica el año pasado bajo el pretexto de "me despiden si se van", cuando la realidad era que el propio Lenard les dijo que Azariel era irremplazable, por lo que no lo podían despedir, dejando como obvio que pagó al psicólogo para ayudar a Cha— pero algo que puedo decirle es que vivir una infidelidad es horrible y sentirse mal es lo más obvio, pero no significa que hay que cerrarnos las puertas para intentar ser felices ni permitir a otros darnos la oportunidad de demostrarnos que no van a hacernos daño.
A Sebástian le llegaron esas palabras, y el peliazul lo notó.
—Estoy seguro —continuó— que la joven Sun-Shin es totalmente diferente a quien sea que le hizo daño, Mendez.
Sebástian se alarmó al escuchar eso, y Sebástian, con una sonrisa en su cara, explicó:
—Era algo lógico, incluso la mayoría de profesores sabemos que ustedes tienen una conexión especial, ¿O usted cree que nadie se daba cuenta de las salidas cada fin de semana entre ambos y lo juntos que estaban todo el tiempo? Si era yo quien los recibía cada noche que regresaban de sus citas.
—No eran citas —explicó—… bueno, si lo eran, pero yo no sabía.
Azariel puso su brazo alrededor de Sebástian.
—Escucheme Mendez, si gusta seguir con las puertas cerradas y no dejar a nadie entrar, es su decisión y se debe respetar. Pero tome en cuenta algo: Si fuera al revés y es a la joven Sun-Shin a quien le estuviera hablando ahora, seguramente ella le daría una oportunidad al joven que la protegió de Wexford a inicios del año pasado, al que nunca la vió como alguien peligrosa cuando los demás sí lo hacían, al que estaba dispuesto a pagar para que tuviera una buena salud mental y al que la hizo sentir querida, al joven que con todo eso sí o sí ya tendría su confianza.
Sebástian tenía agua en los ojos al escuchar y reflexionar lo que Azariel dijo, mientras que éste, al notar que se estaba abriendo demasiado, se levantó y tras poner el asiento en su lugar se fué a sentar a su silla.
—En fin —terminó con la voz monótona que lo caracterizaba— si quiere seguir pensando idioteces como esa váyase con Meyer o algo por el estilo, y antes pregúntese: "¿Puedo confiar en Sun-Shin para una relación?".
El timbre sonó, y en unos dos minutos el salón estaba con todos los alumnos correspondientes. Wyatt, Cha y Luna fueron hacia la silla donde Sebástian se sentaba.
—¿Por qué no viniste a recreo con nosotros? —inquirió Cha.
—Es que… me quedé copiando algunas cosas —mintió.
—Que responsable.
—Es que tengo que ponerme al día después de no haber venido por como cinco días.
Las clases comenzaron, y Azariel enseñó sobre los movimientos combinados, ataques lanzados por dos elementales que, al utilizar poderes individualmente, pueden mezclarlos y crear uno nuevo y más poderoso.
Con la atención que Sebástian y el resto ponían, nadie notaba que Agda estaba estrenando una bufanda tan negra como la noche, misma que no se quitaba ni aunque hiciera el peor calor existente en la faz de la tierra.
Las clases habían terminado, y la hora del almuerzo llegó. Mientras los de segundo año salían, unos de cuarto año esperaban en la puerta, y la mirada de todos ellos quedó fija en Sebástian.