En una de las torres de Valencia se encontraba Sofía. Sus ojos negros observaban a las bailarinas de ballet, aquello que tanto soñaba. Pero para su familia, aquello no estaba a su altura; ella tenía que prepararse para tomar el mando de los negocios familiares.
—Tienes todo y deseas la vida de una de esas muchachas —le dijo su amiga mientras se sacaba selfie con la gran vista de la hermosa ciudad.
—Porque no es mi sueño, Renata —miró de reojo a su amiga y sonrió, sabía que ella sí era feliz con su vida; disfrutaba de todo lo que sus padres le daban. La diferencia entre ellas era que Sofía no podía perseguir sus sueños, mientras que Renata vivía en ellos.
—¿Cómo te sentirías si tus padres te prohibieran modelar en las pasarelas? —le preguntó, y aquello llamó la atención de la joven. Renata guardó su móvil y la miró fijamente, al fin comprendiendo a su amiga.
—Me iría de casa; modelar es mi sueño —dijo con franqueza.
—Ahora lo entiendes —afirmó Sofía con una sonrisa.
—Debes revelarte, sigue tus sueños, vive tu vida —la joven abrazó a su amiga, sintiéndose triste por Sofía. —Revélate, yo te apoyo; diles que te irás a vivir conmigo o, mejor, diles que te casarás —la joven castaña negó con la cabeza, sin poder creer lo que ella le proponía.
—Estás de broma —dijo entre risas.
—Cuida los modales, señorita, que no en vano pagamos las clases de etiqueta —Renata se burlaba de su madre y de la de Sofía.
—Quizás algún día me anime —cerró aquella conversación sin dejar de mirar a las bailarinas, volviendo a soñar.
Mientras tanto, en uno de los barrios con un nivel social más bajo, se encontraba Alex, un joven soñador y amante del boxeo que entrenaba con insistencia, deseando llegar a ser un profesional. Era consciente de que no tenía el aporte económico necesario, pero eso no era un límite para él. Aunque debía mantener a su madre, el negocio de su madre y también prepararse para la salida de la cárcel de su hermano, siempre iba a seguir luchando por su sueño.
—Chaval, baja de ahí. Tenemos que hablar —le dijo su entrenador desde abajo del ring.
—¿Qué sucede? Has interrumpido mi entrenamiento —se desprendió uno de sus guantes con los dientes y bajó del ring, cuando se deshizo de los protectores.
—Deja de ser tan blando y camina —ingresaron a una pequeña oficina que tenía el entrenador y tomaron asiento uno frente al otro.
Daniel buscó algo en el computador y lo giró en dirección a Alex.
—Esta es tu oportunidad. Debes prepararte para esa pelea; si ganas, llegarás muy lejos —el joven miró la cifra que ganaría el campeón.
—Tengo un mes para prepararme —pensó en voz alta.
—Solo debemos conseguir el dinero para la inscripción —dijo Daniel.
—Hagámoslo —dijo con la esperanza de conseguir aquel dinero; no sabía de dónde lo sacaría, pero haría lo que fuera por conseguirlo.
—Ahora ve a descansar; mañana comenzamos el entrenamiento a primera hora —Alex se puso de pie y, después de despedirse de Daniel, se marchó con una enorme sonrisa.
Salió del gimnasio y se encontró con su amigo Claudio, con quien trabajaba en un pequeño bar por unas horas.
—¿Qué tal, tío? —le preguntó Claudio mientras se daban un apretón de manos.
—Me ha salido una pelea y, si gano, podré ganar fama —chocaron sus puños, festejando aquella noticia.
—Debemos festejar; vamos a cumplir nuestro horario y luego brindamos con una cerveza —se marcharon en direcciones diferentes al bar y comenzaron la rutina que solían hacer cada noche. Con el pasar de las horas, el local se llenaba de clientes. Como cada noche, con muchas propinas, Alex y Claudio finalizaron su turno. Se prepararon unas cervezas y caminaron hasta una de las mesas, brindaron y comieron algunos aperitivos que ofrecía el local. Cuando el reloj marcó las doce, los dos se pusieron de pie y salieron del local. Caminaron hasta su auto y, al llegar, se encontraron con dos mujeres discutiendo con dos hombres ebrios. Apresuraron el paso y se los quitaron de encima.
—¿Qué pasa con ustedes? —les dijo Alex a los hombres.
—No te metas, tío, que esto es entre ellas dos —Claudio y Alex miraron por breves segundos a las dos muchachas, logrando ver el miedo en ellas, como también reconocieron que sus pintas eran de niñas ricas.
—Largo de aquí si no quieren irse a casa con las manos rotas —los amenazó sin temor, con la mirada fija en los atacantes, quienes, en un momento de lucidez, se marcharon.
—Gracias, chicos —les dijo Sofía, con su voz pendiendo de un hilo.
—Más que agradecer, deberían no regresar más por estos lugares. Desde lejos se percibe el olor a niñas ricas —dijo con desprecio, mientras Claudio intentaba calmar el ambiente.
—¿Quién te crees que eres para decirnos dónde debemos ir?, idiota —respondió Sofía.
—Blablá, típico de ustedes. Se creen que el mundo debe estar a sus pies, que nadie les hara nada, déjame decirte algo, bienvenida a la realidad. Mejor vete a casa a llorar con papá —el joven boxeador se sonrió con burla, provocando en Sofía unas ganas inmensas de darle una bofetada.
—Déjalo, mejor salgamos de aquí; tengo miedo y frío —la pelinegra decidió obedecer a su amiga, rogando jamás volver a coincidir con aquel lagartón, cara de papilla mal hecha.
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Tefy Lu დ
Bienvenidas a esta nueva historia ☺️ espero que disfruten de nuestros nuevos personajes ❤️.
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Editado: 20.11.2024