De niña me sentía invisible.
Los demás sólo me veían si hacía algo importante o de valor,
aprendí que para ser vista eso debía hacer.
Era cansador tener que siempre hacer algo,
a veces era vista, otras ignoradas, como un juego de azar.
Ser la mejor, ser perfecta, ser alguien que debes ver...
todo era muy complejo y estructurado para mí.
Los demás no me veían si lloraba, si estaba triste o si simplemente deseaba desaparecer.
Aprendí que para estar presente para los demás, esa parte débil debía quedarse bien en el fondo.
Quizás soy como la punta de ese iceberg, nadie puede ver lo que había en el fondo... o
en realidad, finalmente ahora puedo sentir como la marea cede.
Ya me pueden ver y sin necesidad de hacer algo.
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reflexiones, reflexión y desahogo , reflexión para el crecimiento
Editado: 15.08.2025