Te amé, así con tus espinas.
Te amé el tiempo que me amaste,
en realidad... un poquito más.
Sabía que eras mi rosa,
que merecías tiempo y seguridad,
y peor aún... aceptaba tus espinas.
No pude sentirlo,
pero cada cortada y espina clavada
lastimaba mi ser.
Muchas veces pensé:
"No puedes amar una rosa sin aceptar que tiene espinas",
Hoy, niego esa afirmación, en parte.
La rosa puede tener espinas, es natural,
pero no debían ser utilizadas para lastimar a alguien
que trató con tanta fuerza de soportar el dolor.
Me hubiera gustado que, antes de que te fueras,
al menos te llevarás estás espinas contigo.
Pero... hasta eso, debo hacerme responsable.
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Editado: 15.08.2025