—Recuerdo ese sonido— se había dicho a si misma mientras se levantaba de su cama. En cuanto abrió la puerta de su cuarto se encontró con la imponente luna, la cual la hipnotizó por un momento.
“Creo que estoy soñando” Fue lo primero que pensó cuando aparto su mirada de la Luna “Debe serlo porque se siente como si lo fuera” Aquel sentimiento la hizo tan feliz y fue ese el motor que la impulsó a correr y seguir aquel canto fantasmal que resonaban como eco entre las paredes del pasadizo.
“Finalmente… luego de tanto tiempo” Entonces las lágrimas brotaron y seguían una después de otra pero de un momento a otro había perdido el equilibrio. Fue un golpe en seco, y luego le siguio el dolor. Parpadeo unas cuantas veces mientras sentía que tenía algo encima.
Aquella pequeña aventura había ocurrido dentro de su cabeza, tal como lo supo antes de despertarse por el golpe que se dio contra el suelo. Se rió un poco mientras se quitaba la sabana de encima y luego miro amargamente a su cama.
Lo había logrado… pero ¿Por cuánto tiempo? ¿Diez minutos? O tal vez cinco minutos. ¿Si no se hubiera caído tal vez hubiera podido más?
Tal vez sí y tal vez no…
No lo sabría de nuevo…
Verné estaba molesta porque nunca lo iba a saber, no lo sabría porque ella misma se había caído de la cama “¿Qué diablos debería hacer ahora?” “¿Amarrarme para no volverme a caer, tomar un medicamente de sueño… golpearme tanto para quedarme inconscient” Entonces una lagrima seguida de otra empezaron a empapar la almohada. Lloraba por la desesperación, frustración y el miedo de pensar que hoy, uno de los primeros sueños que tuvo durante mucho tiempo fuera uno de sus últimos.
Camino fuera de su cuarto, no tenía sentido seguir peleando y luchando por dormir. Si de todas formas no lo iba a lograr no era necesario que siguiera intentando. De nuevo cruzo el pasadizo que al contrario de su sueño, no había tardado mucho en llegar al final de este. En la pared estaba colgada una jaula vacía y debajo de esta había una caja. Sabía que había dentro, un montón de libros de su infancia y niñez amontonados en una fila, aún había muchas cosas por deshacerse. Sin embargo, en esa caja faltaban cosas que solo Verné sabía dónde estaban.
Verné camino hasta el almacén o sótano de suministros. Su madre siempre fue cuidadosa y muy ordenada cuando se trata de hacer las compras. Todas las compras eran ordenadas en un pequeño espacio, parecido a un laberinto en miniatura. Un miedo irracional que tuvo siempre desde pequeña, de este almacén, fueron los espacios estrechos y reducidos como si las paredes en cualquier momento cobraran vida propia y se cerraran sobre uno, claro ahora ya podía enfrentarlo con cierta valentía pero eso no significaba que hubiera desaparecido.
La luz proveniente de su celular, que trajo luego de volver a su cuarto, podría mitigar un poco su miedo. Mientras caminaba por el almacén en sus ojos negros, hubo un brillo particular e infantil, de nuevo se sentía como una niña. Podía verlo claramente como su pequeña yo se aferraba a los productos y no los soltaba hasta hallar el valor de seguir caminando en pequeños saltos. Ahora no parecía ser un desafío, ella ya había dejado esa época en el pasado pero en ese instante, no solo estaba recordando aquello sino también estaba experimentándolo como tal.
Sus recuerdos fueron su guía y le permitieron encontrar debajo de una baldosa que se encontraba bajo una estantería, y que su madre nunca noto que fácilmente podría despegarse, unos dibujos antiguos. No eran los típicos garabatos de un niño de inicial, eran de esos que un niño de 14 o 13 años haría, nada de palitos y círculos.
Ahora que lo recordaba, la mayoría de sus sueños los dibujaba de manera que podría recordarlo. La pequeña Verné los hacia de tal manera que solo ella entendiera lo que significaba. Había dejado de dibujar hace tiempo porque había dejado de soñar desde hace un buen tiempo.
Ya había tratado de tener un sueño lúcido en la casa de su tía pero no recordaba mucho, sabía que lo había logrado por la sensación de felicidad que sintió al despertarse, pero eso fue la única vez.
Ahora dormir parecía todo un reto, y aunque quería descubrir porque sucedía esto… tenía cierto miedo de descubrir la verdad.
Aquel pensamiento se fue apartando lentamente cada vez que sus ojos pasaban de dibujo a dibujo probablemente por el sentimiento de añoranza y melancolía de volver a observar los dibujos de su niñez. Era cierto que había menos responsabilidades y menos cosas por qué preocuparse por eso había el tiempo suficiente para hacer alrededor de más de 20 dibujos. Algunos le hicieron reír mientras que otros producían en ella una gran interrogante.
Había un dibujo de un trébol gigante junto con una personita al lado inmediatamente dedujo porque habría soñado con algo así, de pequeña siempre le agradaron y esperaba algún día encontrar alguno con 4 hojas. En la siguiente hoja estaba plasmada una arma extraña, Verné luego de pensar algunos minutos empezó a reírse al recordar porque había soñado tal cosa. Desde pequeña le gustaba una serie donde siempre los personajes ante cualquier peligro se defendían con aquella peculiar arma.
—Recuerdo ese sonido— se había dicho a si misma mientras se levantaba de su cama. En cuanto abrió la puerta de su cuarto se encontró con la imponente luna, la cual la hipnotizó por un momento.