Me despierto y no hay nadie en mi cama, al parecer mi madre se levantó temprano.
Me siento y el cuerpo me comienza a temblar.... Levanto la vista y las puertas del balcón están abiertas de par en par, que extraño porque yo recuerdo haberlas dejado cerrada, quizás mi madre las abrió por la mañana.
Es extraño ver la habitación completamente vacía...
Pues con esto de la demora del camión, no tenemos nada de nada. Solo las cosas que traíamos en el auto.
La verdad traigo puesta la ropa de ayer, así que solo me agrego un buzo gigante que pertenece a una persona especial...
Bajo las escaleras y veo a mi madre sentada en el suelo de lo que se supone, es la sala.
- ¿Qué haces ahí? – se debe estar congelando el trasero.
- ¿En dónde más quieres que me siente? Si no tenemos nada. – al parecer se levantó de mal humor.
- ¿Y no hablaste con la empresa?
-Si lo hice, dijeron que en una semana estarían nuestras cosas. – se levanta del suelo – Ven vamos a comer algo.
- ¡¿Una semana?! No pude ser...
Tenemos que salir a comer porque tampoco hay cocina, y las cosas que hay en la azotea son de decoración.
Abrimos la puerta y hay un señor con una bandeja de comida
-Hola ¿Ustedes son nuevas en el pueblo? Yo soy el vecino de enfrente, vivo en la casa azul de allí – la señala – Les traje un presente de bienvenida. Espero sea de su agrado. – tiene una gran sonrisa en su rostro.
Es un señor de unos 45 años, con un poco de barriga, alto, ojos celestes y el cabello corto de color negro con unas canas grises y blancas. Y una barba que recién está creciendo la cual también tiene unas cuantas canas.
Noto como pasa la mirada sobre mi madre.
- ¡Hola! Mi nombre es Meredith Lascuray, y si somos nuevas aquí. Nos mudamos apenas ayer.... Muchas gracias por la comida, justo ahora íbamos a ir a almorzar. – mi madre agarra la bandeja.
Ellos se miran sonriendo.
Vaya, vaya.... Siento mucha química aquí.
Yo agarro la bandeja y la llevo hacia adentro.
Mi celular comienza a vibrar en el bolsillo de mi pantalón, lo que hace que me den ganas de reírme porque me causa cosquillas.
Rápidamente dejo la bandeja en un escalón de las escaleras y atiendo.
*Llamada*
- ¿Hola? ¿Quién habla?
- ¿Thais? Hola desgraciada, soy Gabriel.
-Ah hola Gabriel, lo siento es que no me fije cuando atendí.
-Está bien, estúpida. ¿Cómo va la vida por allá?
-La verdad fueron dos días un poco inusuales, pero bien. ¿Y a ti? ¿Cómo te va sin mí?
- ¿Por qué? Y me va bastante bien, a decir verdad. Conocí una magnifica paz en estos dos días... ¡A quien engaño! Te extraño demasiado, siento que me falta el aire, éramos como Robín y Batman. Éramos como mugre y uña, como pie y calcetín, como celular y cargador...
Suelto una gran carcajada.
-Okey... entendí. Yo también te extraño Gaby.
-Prometo que en vacaciones iré a visitarte.
-Está bien Gaby... Te esperare.
Mi madre comienza hacerme señas de que corte la llamada.
-Lo siento, mi madre me está llamando, adiós Gaby hablamos luego...
*Fin de la llamada*
-Hija, se cancela la salida a comer...
-Lo suponía, por cierto ¿Qué tal el vecino? – levanto la bandeja de comida - ¿Qué tal si comemos en mi habitación?
-Si en tu habitación, y el vecino me pareció bastante bien.... Se llama Marcus.
-Vi cómo te miraba... Creo que tienes un nuevo pretendiente. – bajo y subo las cejas.
-Si como no. – se ríe – Y si ese fuera el caso, sabes que no estoy para esas cosas. Aunque es bastante guapo.
***
Ya terminamos de comer y es media noche.
Estoy en la azotea revisando las cosas que hay aquí.
Hay cosas bastante antiguas, en eso encuentro un portarretrato. Es un niño de unos 15 años y una mujer muy hermosa, la mujer lleva un vestido como de princesa y el niño un traje con una galera. La foto es amarillenta, como un color sepia y está un poco manchada por la humedad . Parece que le cayeron gotas de agua encima.
Levanto la vista y veo algo brillante en un rincón, la luz no ilumina muy bien así que cuesta diferenciar las cosas.
La curiosidad se apodera de mí y me acerco, cada paso que doy, más logro distinguir lo que es. Al llegar a ese rincón veo que es un pequeño cofre de madera, que tiene unas raras flores talladas a mano junto a unas brillantes piedras incrustadas.
Bajo a mi habitación para poder ver el cofre con más detalles.
Lo observo y tiene una cerradura, pero con una traba lo abro fácilmente.
Al abrir el cofre veo que hay muchas joyas.
Esto puede valer una fortuna.
Agarro un brazalete y este tiene grabado un nombre, el cual no puedo distinguir bien.
- ¡Tita! – escucho a mi madre subir las escaleras.
Rápidamente oculto el cofre debajo de la cama.
- ¿Qué quieres Meredith? – me cruzo de brazos.
-Te conseguí Trabajo.
- ¿Qué? ¿De qué? ¿Dónde? ¿Por qué? - me paro de mi cama.
-Bueno Marcus me ayudo....
-Estúpido Marcus. – la interrumpo.
-Déjame terminar de hablar. Como decía él me ayudo, vas a trabajar en el colegio como ayudante, es decir, que vas ayudar en la cocina, a limpiar y demás cosas.
-¡No! No, no, no, no y no.
-Si y si, no pienso tenerte aquí de floja sin que hagas nada. Así que sin reproches.
Me doy vuelta y me tiro boca abajo en la cama.
Nunca en mi vida trabaje, encima de ayudante. ¡En un maldito lugar lleno de adolescentes!
Mi reputación va estar 50 metros bajo suelo.
No pase toda mi vida metida en ese maldito lugar, para seguir estando.
Claro que ahí nadie me conoce, pero... ¡Igual!
-Pero tu trabajas, con eso ya es suficiente. – me vuelvo a sentar.
-Sí, pero tienes que aportar en algo. Además, así ya tienes para tus gastos.
#19680 en Fantasía
#7813 en Personajes sobrenaturales
#27032 en Otros
#3664 en Aventura
vampiros y amor, accion intriga venganza perdida posesion, aventuras amor humor tristezas amistad
Editado: 19.10.2022