En lo mas profundo del bosque

Capitulo 8: ¿Podrias ayudarme...?

Ya paso un mes desde que encontré el libro “Edevane”, más bien se trata de un diario íntimo.

Creo que podría pertenecer a Aren, pero por la personalidad que se muestra en él, algo me dice que no.

Las palabras escritas en ese libro no se parecen en nada a Aren.

Por suerte el camión con nuestras pertenecías ya llego, hace una semana.

Así que ya hemos ordenado toda la casa.

Mi cama la guarde en la azotea, porque la de Aren es mucho más cómoda y más grande.

Al fin ya tengo mis muebles, mi espejo… Mi basura que guardo porque me recuerdan a alguien.

Hoy es mi día de descanso así que voy aprovechar para salir a pasear y leer un poco más de “Edevane”.

Quizás aquí obtenga la respuesta de porque Aren sigue vivo después de casi 200 años y aun luce como un chico normal de 18 años.

-Madre voy a salir a caminar, vuelvo más tarde. – Meredith se encuentra en la salsa sentada en unos de los sillones charlando amistosamente con Marcus.

Últimamente ellos se han llevado muy bien, pero hay algo de Marcus que no me termina de cerrar.

No lo sé, es un simple presentimiento.

- ¿No vas a almorzar? – me mira.

-No gracias, iré a comer luego a Colorado burgue. – dicho esto me voy.

La verdad ni si quiera sé si voy a comer.

Solo sé que quiero respirar…

Ahora que lo pienso, tuve un sueño bastante raro.

Había una chica que corría hacia al bosque todas las noches, en busca de algo… Pero, nunca lograba llegar, ella ni si quiera sabía lo que buscaba, solo sabía que debía encontrarlo. Y cada mañana al asomarse el sol, ella se desvanecía, quedando profundamente dormida, mientras un chico la cargaba y la llevaba de regreso a casa.

He soñado varias veces lo mismo y no logro verle el rostro a ninguno, solo se vuelven borroso. Mientas más intento recordar, más olvido.

Sin pensarlo llego a un parque, hoy hace demasiado frio.

Me dirijo hacia una banca que se encuentra junto a un gran árbol, el cual está envuelto en nieve.

Me siento y saco de adentro de mi gran camperón color gris el libro.

Comienzo a leer:

“25 de marzo del año 1858

Hoy es un día como tantos, el tenerla tan cerca, pero al mismo tiempo tan lejos… tan prohibida me está matando.

Necesito tocarla, necesito tenerla, necesito que nuestro amor dure hasta el fin de los tiempos, tan solo así me sentiré satisfecho.

Ese es mi deseo.

Davina Slora mi amada…

Temo que el amor que siento por ella se está convirtiendo en obsesión.

Pienso en ella día y noche, la observo a ella lo más que puedo, al tenerla cerca la ganas de tocarla, de poseerla y hacerla mía son casi incontrolables.

Siento que me tiene hechizado, yo no era así… El deseo por su carne me cambio.”

Wao creo que estamos tratanto con un psicópata acosador.

- ¿Otra vez leyendo eso? – oigo a Aren a mi lado.

Por Dios ¿Cómo hace eso? Se aparece así de la nada.

Él está sentado a mi lado con las piernas cruzadas y apoyando su espalda con las manos en la nuca.

- ¿Cuándo dejaras de hacer eso? ¿No puedes acercarte y saludar como una persona normal? – Me acomodo en la banca.

-Querida yo no soy normal. – una gran sonrisa de punta a punta se le forma en el rostro - ¿No me vas a decir que lees?

Creo que es la primera vez que sonríe, aunque sea una sonrisa falsa, pero cuenta.

Guardo el libro dentro dentro de mi campera.

- ¿No me vas a decir cómo es que tienes casi 200 años?

Rápidamente su rostro se vuelve serio, sin una pizca de expresión.

-Eso a ti no te importa. – se levanta de la banca.

-Claro que me importa. –me levanto, pero al levantarme se me cae el libro.

Aren dirige su mirada al libro.

- ¿Edevane? – lo levanta del suelo.

Al parecer no sabe lo que es.

De repente suelta un grito de dolor, por lo que suelta el libro y se agarra la cabeza.

Al parecer no sabe nada sobre “Edevane”.

- ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? – me acerco a él y lo agarro del rostro haciendo que me mire a los ojos.

Conectamos miradas por unos segundos, pero el agarra mis manos y delicadamente me empuja hacia atrás.

-Estoy bien, solo tuve como un recuerdo. – niega con la cabeza.

Que extraño.

- ¿Puedo ayudarte en algo? – me acerco a él nuevamente.

Estoy muy preocupada.

El me observa por unos segundos.

-Solo… aléjate de mí.

-Pero si fuiste tú quien se acero a mí. – reclamo.

Es que no logro entenderlo.

-Lo sé, solo pensé que… Nada solo olvídalo. – da media vuelta y se marcha. Así como si nada.

- ¡No lo voy a olvidar! Te lo juro Aren, voy a descubrir que es lo que pasa. – levanto el libro del suelo.

-Quizás antes de descubrir lo que me pasa a mí, deberías descubrir lo que te pasa a ti Thais. – me apunta con el dedo.

Que mal educado, no se apunta con el dedo a la gente.

- ¿A mí? ¿Por qué a mí?

Si antes estaba confundida, ahora estoy peor.

- ¿Es enserio? ¿No te has preguntado por qué siempre cuando te despiertas estas congelada, tus pies y manos llenos de barro y las puertas de tu balcón abiertas? – se sienta en la banca.

Yo me siento a su lado.

- ¿Cómo sabes eso? ¿Acaso me espías? – me siento muy aturdida.

-Eso no es lo que importa ahora, lo que sí importa es que te expliques por qué haces esas cosas.

-Cuando era pequeña solía caminar dormida, supongo que me está sucediendo eso de nuevo.

- ¿Solías caminar en medio del bosque inconsciente? No sabía que eso se consideraba normal. – suelta con sarcasmo.

- ¿En medio del bosque? No te estoy entendiendo.

- ¿Es que acaso no sabes nada? – bufa en señal de frustración.

- ¿Saber qué? – me acomodo en la banca de tal forma que quedo mirándolo de frente.




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