En los brazos de la bestia

Capitulo tres

Los humanos son seres inferiores a nosotros, son seres débiles y traicioneros. son seres que no merecen vivir, si por mí fuera acabaría con todos ellos, no merecen la benevolencia, no merecen vivir, no merecen nada.

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Rose★

 

Mis sentidos están alerta, aún permanezco en la oscura celda con el hombre Bestia sosteniendome por el vestido mientras me mira rabioso queriendo asesinarme y claro que le tengo miedo, pero odio a las ratas, no me gustan las cucarachas y nunca dormi en un suelo tan frío.

—No me dejes aquí.—le suplique asustada—Sere una humana buena si no me dejas aquí.

—¿No hablaras?—asentí repetidamente—¿Harás lo que digas? 

Asentí repetidamente.

Gruñó y negó dejándome en la celda—Qué estúpido que son ¿Enserio piensas darme todo solo por no estar aquí? Además de escorias se venden fácilmente.

Salió de la celda dejándome en el lugar mientras yo sollozaba en silencio, había hecho mal en decir que si a todo, pero no me gusta este lugar no estoy acostumbrada a esto. mire el piso las ratas caminan de un lado a otro con sus patitas sucias y haciendo horrendos ruidos, retrocedo contra la pared tratando de no entrar en pánico.

No me gusta este lugar lo odio.

Temerosa intente apartar las ratas de mi, más sollozos salieron de mis mejillas.

—Sal.—levante la mirada, limpiando rastro de lágrimas, el hombre Bestia estaba ahí sin una expresión en su rostro con la celda abierta—¿Estás sorda? ¡Sal!

Me levanté rápido asintiendo, me coloque a su lado limpiando mi vestido blanco, luego limpie mis lágrimas mientras caminaba detrás suyo, no emitía palabras algunas y aquello me desconcerta pero no dije nada.

—¿Por qué me dejaste salir?

—Tus llantos son molestos—dijo con enojo—Y no hables.

Asentí en silencio aunque no me veía no dije nada y lo seguí por todos lados sin saber que rumbo tomar, mis manos aprietan mi vestido sucio, evito mirar lugares hermosos y solo me concentro en seguirlo.

No había durado ni diez minutos en la celda y ya estaba bastante traumada cómo para querer que me manden ahí.

Lo seguí subiendo unas escaleras que parecían no tener fin, me sostengo del baranda y con otro levantó una parte de mi vestido blanco que está sucio tanto por la sangre cómo por la tierra. 

Llegamos a un lugar que parece un pasillo. soy llevada a una habitación la cual se ve decente, entro en la habitación con el a mi lado mirando disimuladamente el lugar.

—Este será tu habitación.—me informó sin mirarme—Te cambias hueles asqueroso. y te quiero a la hora de la cena con las demás mujeres.

—Gracias.—murmuré mirando para otro lado—Gaius.

Gruñó y se fue cerrando la puerta de un portazo, cuando hizo eso suspiré de alivio, y deje que las lágrimas cayeran sollozando en silencio.

Extraño a mi familia y a mí prometido, me arrepiento profundamente el no haberme casado antes y no haber contraído el coito en nuestro lecho.

Solo eso me hubiera salvado de estar bajo la mirada de la bestia, me acurruque en el piso con las rodillas cerca de mi rostro, mi melena rubia choco contra el piso y seguí llorando por un buen rato solo para liberarme del miedo que en mi emerge. 

Tenía claro que no viviría mucho tiempo. No sé porque pero el quería matarme. lo único que lograría hacer para llevar mi estadía un poco placentera en este lugar sería acatar órdenes. eso no me sería difícil yo no le llevo la contraria a nadie y soy un ser pacífico, sencilla, recatada, educada. de vez en cuando me dedico a hacer travesuras con María..

¡¿María!?

Ella seguramente debe estar aquí tiene veinte igual que yo, seguramente debe estar aquí en palacio y las mujeres de las cuáles habló el hombre Bestia debe ser ella.

Me animo a levantarme del piso luego de pensar en mi amiga que debe estar igual de aterrada que yo, busco el baño dentro de la gran habitación con paredes púrpura, mire el pequeño balcón en la ventana en otro momento admiraría el paisaje, por fin encontré una habitación que daba a un pequeño baño.

Me bañe restregando y limpiando mi cuerpo de la tierra y sangre, lave mi cabello de oro con mucha delicadeza y luego de terminar seque mi cuerpo.

Me acerque asomando mi rostro en la habitación para ver si había alguien al no notar a nadie, corrí desnuda por la habitación hasta lograr envolverme con una manta para luego acercarme a un raro cajón donde habían dos pares de vestidos. tome el blanco con un listón dorado y me lo puse.

Luego de eso volví al baño y lave el vestido que anteriormente tenía puesto le quite la sangre y la tierra cómo pude y luego lo tendí en algún lugar por mientras. después de eso volví a la habitación y busque un peine para arreglar mi cabello dorado.

Había encontrado uno puesto en una pequeña mesita, tome mi cabello ondulado mojado y comencé a desenredarlo, luego de terminar me permití tocar las cosas cómo el sillón cómo que había en el centro, admirar la suave cama de color púrpura y gris.

Me senté en el sillón, mirando hacia el balcón puedo ver el cielo rojo y oscuro, me acurruque sin dejar de ver hacia el horizonte, en la mañana todo estaba bien, aplastaba fruto con María mientras mi prometido sonreía, fuí con ella donde doña Catalina y ella me regaló una porción de pastel de Luna, luego íbamos a festejar con mi familia y estaría todo el día con mi prometido bajo la luz de la luna besándonos.

Luego de besarnos, bailariamos al compás de la pandereta y los tambores con la voz suave y frágil de Mamá, nos miraríamos el uno al otro con una sonrisa en nuestros labios el seguro y encantado de verme mientras yo tímida y con cariño.

Sería una noche fantástica si ellos no hubieran aparecido y yo esté aquí rodeado de bestias.

Alguien entró a mi habitación, no hice nada y fingi estar dormida sin abrir los ojos, puedo escuchar los pasos de la habitación y luego una voz femenina hablarme con asco—Tu respiración no es lenta, estás despierta. Ahora deja de hacerte la dormida y vamos.



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En el texto hay: drama, amor, dolor decepcion

Editado: 28.10.2023

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