¿Por qué dejar vivo a seres tan inútiles cómo los humanos? Los miras y los tocas, son demasiados frágiles, cómo un jarrón de cristal que fácilmente puede hacerse añicos, o puede ser una masa moldeable son egoístas y no piensan en los demás. pienso que la especie humana no debe existir debe ser erradicada.
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★Rose★
¿Cuándo podré salir de aquí? ¿Debería buscar la forma de escapar? me asome al balcón y note lo alto que era caer desde aquí hasta el suelo, fácilmente moriría, deseche la idea y aunque tuviera posibilidad lo que me ata a este castillo es mi familia.
Camine de regreso a mi habitación con pasos lentos y tortuosos quejándome por el dolor en la rodilla, quería salir y encontrarme con María, había intentando que me dieran permiso pero solo recibí golpes y burlas por parte de los dos hombres lobo que custodian mi puerta y en la mañana más temprano llegó la mujer lobo con el plato de comida y me lo tiró en la cara.
Tuve que lavar mi cabello y bañarme, me coloque el único vestido roto que había en el cajón extraño, desde ese tiempo solo espero lentamente que alguien me encuentre, pero habían pasado las horas y debía intentar.
Pensé en Gaius tal vez el podría ayudarme, aunque me odie, aunque le tenga temor me siento desnuda con solo vestir una prenda cómo está, no me es cómodo y me siento insegura.
Camine nuevamente hacia la puerta lo toque suavemente escuchando las carcajadas de los lobos del otro lado.
—¿Qué quieres humana?—preguntó uno con diversión, sentí mis ojos picar pero me negué a hacerlo, respire profundamente y con la voz temblorosa hablé.
—Quiero hablar con Gaius.—escuche silencio detrás de la puerta, me quedé parada en mi lugar.
La puerta se abrió en par de un fuerte golpe caí al suelo, me levanté del piso ignorando en dolor para ver al frente a uno de esos hombres lobos mirarme con burla—¿Con el alpha? Y quién te crees que eres estúpida humana.
—Ahorcala, veamos cuánto aguanta con vida.—abrí los ojos asustadas, los ví olfatear el aire hacia mi dirección con una sonrisa maliciosa—¿Hueles eso? El olor de miedo en ella es fantástico, exquisito.
Retrocedí aterrada, se acercó lentamente a mi mientras el otro cierra la puerta suavemente—No hagan esto..por favor..no he hecho nada malo.
—Pedir al alpha y querer molestarlo es algo malo humana.—habló uno de ellos—No pienso perder mi cabeza por tu culpa, ahorcala.
Una sonrisa divertida cruzo en los labios del rubio, el pelinegro que está cerca de mi lamió sus labios y acerco sus manos a mi cuello, intente apartarlo pero solo hizo que apretara el agarre.
No podía respirar intentaba sacar su mano de mi cuello forcejando con el, mi vista se nublo producto de las lágrimas y sentí temor—Te ves hermosa de esta forma, muriendo lentamente, nadie notará que falta una menos, el alpha había dicho que podíamos hacer lo que quisiera con las chicas.
Le clave mis uñas cómo pude en sus manos, pero a él no pareció haberle afectado, aterrada observé cómo su piel se regeneró, apretó más el agarre mientras escucho a los lejos la carcajada del otro.
¿Llegué para morir ahora?
Un estruendo fuerte se escuchó. no pude saber quién era tal vez era otro que pretendía usar mi cuerpo, para ellos solo soy un simple juguete una muñeca a la cual pueden hacerle lo que quiera, mi vista se torno negra pero sentí la calidez de alguien.
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Me removí incomoda en la cama, los recuerdos poco a poco van llegando, me levanté asustada mirando todo a mi alrededor una habitación de paredes blancas me recibía con una mujer de aspecto jovial a mi lado con una sonrisa.
—¿Dónde estoy?—murmuré ronca.
—En una habitación humana.—cerré los ojos esperando un golpe la señora carcajeo por lo cual me asusté más—No te haré nada, no soy cómo los otros idiotas. odio a los de tu especie pero no es para maltratarte. ¿Quieres agua?
Asentí tímidamente—Toma niña.
Tantee el lugar hasta dar con el vaso, abrí los ojos para encontrarme con el azul electrizante de esa mujer delgada y con un poco de cabello blanco, una sonrisa surca sus labios, adquiero algo de confianza bebiendo el agua—Gracias.
—No es nada, lo recomendable es que descanses—No sé si pueda pero gracias.
—Gracias—volví a repetir, ella asintió con una sonrisa para luego retirarse, solté un suspiro de alivio.
—¿Por qué das tantos problemas?—escuche su voz profunda por toda la habitación, me cubrí con la sábana de pies a cabeza, escuché su gruñido—Una sábana no te protegerá de mi Rose.
Ignóralo, no existe. Ignóralo no existe.
—Rose.—gruñó con fuerza, temblé sin poder ver nada ya que la sábana blanca obstruye la vista.
—¿Dime?—hable bajito.
—Mirame.
—No puedo.
—Mirame.
—No.
—Rose, quítate la sábana y mírame—Demandó con voz fuerte, por el miedo que siento, solo descubrí mi rostro hasta la nariz con la mirada fija en el, pude ver un astibo de sonrisa en su rostro—Te falta los labios.
Negué con la cabeza, su mirada siguió clavado en mis ojos haciendome sentir pequeña—Rose haz caso.
—No.—me negué, lo ví levantarse del sillón con su cuerpo curpulento por lo cual hice lo que pidió.
Me observo fijamente por unos instantes, mientras yo estoy alerta a sus movimientos—¿Me mandaras a la celda?
Había preguntado por temor.—¿Gaius?
No habló, se acercó hasta mi provocando que me encogiera en la cama, lo sentí sentarse a lado de la cama, trague saliva aterrada.
Me matará hoy, yo lo sé.
—Apestas a miedo.—gruñó—Rose deja de temer me asquea tu miedo.
A ti te asquea todo lo que tenga que ver conmigo.
No dije nada solo estaba fija en lo que haría, levantó su mano y chille asustada cuando ví su mano grande acercarse a mí, pude escuchar otro gruñido.