En los brazos de la bestia

Capitulo cinco

No existe algo tan mediocre en el mundo que sean los humanos para ellos los humanos son cómo moscas, insectos y parásitos, solo viven del egoísmo y la avaricia, no piensan en los demás, si surge un problema querrán salvar su propia vida, por más que digan que salvarán a alguien, al momento del ultimátum sus corazones egoístas lo incitan a salvarse a ellos mismos, simples escorias que merecen ser erradicadas.

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★Rose★

 

—¿Estás segura que  Gaius me dió permiso?—pregunte mirando con incertidumbre hacia el grupo de mujeres que ríen y beben sentados en una parte del castillo sin techo con la luz de sol iluminando sus caras.

—Por supuesto que sí niña, nosotros no usamos el nombre del Alpha en vano.—informó con una sonrisa—El está enterado, solo no intentes escapar no lo lograrás.

Asentí con desconfianza, la vi perderse entre esas grandes columnas que sostienen el castillo, escuchando a los lejos los pasos de sus tacones oscuros, vuelvo a dirigir mi mirada hacia la castaña de cabello oscuro quien no hacía más que mirar por el muro alto del castillo.

María se ve hermosa apartada de entre las demás chicas que parecían haber olvidado que fueron llevada en contra de su voluntad a palacio. María viste un vestido blanco con listones azules en su vestido y en su cabello, su rostro afilado posee brillo gracias a los rayos del sol que pegan en su delicado rostro de piel blanca.

Camino hacia ella ignorando a las otras chicas que al verme comenzaron a cuchichear con interés en el vestido que llevo, ya que todas tienen el mismo color de vestido y yo llevo uno verde lima muy hermoso que para mi pesar me ha encantado.

Más sin embargo había recordado las palabras de María, me darían todas las joyas, todos los vestidos, viviría en un palacio lleno de lujos pero nada me salvaría de la muerte, ni las joyas, ni los vestidos, ni las riquezas de este lugar me salvaría.

—Maria.—la llame suavemente al verla que está perdida entre sus pensamientos, cosa que me causo gracia.—Maria.

La susodicha reaccionó al cuarto tono de mi voz más elevado que el anterior, sus ojos café se desviaron hasta los míos—¡Rose!

—Hola.—por un momento olvide toda la tensión que había sucedido en este lugar y los malos trato que recibí.

—Creí que no volvería a verte.—comentó pasandome una almohada blanca para que me sentará.—Wao..bonito vestido ¿Quién te lo dió?

—G..un hombre lobo.—sonreí regañandome por el hecho de casi mencionar su nombre—¿No tienes más vestidos?

Negó frunciendo el ceño, tocó la tela de mis vestido—No nos permiten usar más que el blanco, nos tratan cómo prostituta para satisfacer sus deseos.

—¿Hacen eso?

Sus ojos me observan con tristeza y luego asintió—Creí que tendríamos por los menos vestidos pero ayer se llevaron a dos de las chicas y cuando regresaron.

—¿Qué?

—Estaban llorando.—murmuró perdida—Nos usan solo para placer.

—¿Las violan?—negó con la cabeza.

—Las golpean.—entrelazo sus manos con las mías—Lo peor de todo es que ellas reaccionan mal pero al cabo de unos instantes están cómo si nada hubiera pasado.

Le di una mirada rápida a las chicas jovencitas de diecinueve todas de diferentes rasgos, cabellos oscuros, cabellos rubias, ojos cafés, ojos azules, cabellos largos y cortos, ondulados y lacios. sonriendo felices cómo si nada ocurriera.

—¿Te han hecho algo a ti?—pregunte preocupada, negó con una pequeña sonrisa.

—Y tu..¿Cómo estás? ¿Te han lastimado?—negué mintiendo.—¿Ya sabes por qué no estás con nosotras? Aunque es mejor que no estés con nosotras.

—Deberia estar con ustedes.—hable bajito sintiéndome culpable y no saber que hacer para ayudarlas.

María tomo un mechón de mi cabello de oro y sonrió—No, eres muy hermosa Rose, eres delicada lo que sea que harán con nosotras, tu no podrás soportarlo.

—Pero..

—No hay peros, Rose.—negó seriamente—Tratare de defenderme lo más que pueda y por favor tú haz lo mismo.

—¿Estaremos en un infierno eterno, María?

Sus ojos cresparon de dolor e incertidumbre, asome mi rostro hacia la ventana, observo que el lugar es demasiado alto.

—No lo sé Rose. solo debemos sobrevivir o escapar.—le di una mirada rápida y negué con la cabeza—Hay que hacerlo, por lo menos yo debo hacerlo.

—Tus hermanitos están con mi madre—Estoy segura que mamá se encargará de cuidar a ellos dos.

—Pero yo quiero estar con ellos.—me informó—No puedo alejarme de mis hermanos, Rose ¿Tu quieres dejar a Maison solo?

Negué con la cabeza, por supuesto que no. Maison es mi prometido, el hombre al cual amo, mi mejor amigo, mi compañero, mi prometido. aveces siento el deseo de salir de este castillo e irme con mi familia lejos de este lugar.

¿Pero podría?

No.

Eso sería arriesgar la vida de mi familia y la clara advertencia del hombre Bestia con mi prometido me hizo confirmar que los mataría si haría algo estúpido.

Intente convencer a María de que no es la mejor solución por ahora. María sospeso mejor sus ideas y se quedó en silencio mientras yo me acerque a la ventana del lugar y apoye mis brazos en los muros de piedra y ladrillos, mire hacia abajo dejando que la suave brisa golpeara mi rostro.

Levante la mirada observando el cielo azul, la luz del sol a los lejos, un sol enorme que podía apreciar cada cierto tiempo en Slora, aquí podías ver la puesta del sol y de la luna, dos astros diferente que el tiempo separa. así estaba yo separada de mi familia. 

Suspiré amargamente dejando de mirar el cielo, enfocando mi vista en María quien al darme una mirada sonrió, se que no tiene ánimos para hablar y yo tampoco los tengo.

Me levanté de la almohada y me acerque a ella acurrucandome contra un rincón del lugar, las columnas que adornan la extraña habitación tienen enredaderas de hojas con flores, y una enorme carpa.



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En el texto hay: drama, amor, dolor decepcion

Editado: 28.10.2023

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