Hace milenio de años, las casas que habían sido construída con tanto esfuerzo, estaban incendiandose consumido por el fuego, dentro de esas casas cachorros pequeños aullan de dolor, sus padres hacían lo posible por salvar a los cachorros pero entre tantos escombros y tantas llamas, los cachorros perecieron.
Gritos desgarradores de madres lobas se escucharon por toda la manada, su corazón crispó en vivo dolor de la reciente perdida sintiéndose culpable de no poder proteger aquello que con tanto anhelo trajo al mundo.
Los lobos en su momento de irá y rabia buscaron al culpable buscaron y buscaron hasta que dieron con ello y al verla, se quedaron paralizados.
Aquella mujer de frágil especie que parece indefensa ante todos, aquella que todo una manada protegía y mataría por ella, ella los traicionó.
Los humanos son seres ambicioso y egoístas, no hay sentimientos buenos en su alma.
¿Sería alguien capaz de ser bueno? ¿De tener un alma pura?
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★Rose★
Con una pequeña rama en mi mano juego con el fuego que está consumiendo los leños. aquellos que me brindan calor en la oscuridad de la noche, ya que solo algunos rayos de luz de luna se filtran en la entrada pero no llegan al fondo donde me encuentro yo.
Había terminado de preparar el conejo que Gaius cazo, deguste culpable el pobre animal pero no me arrepiento el haberlo comido tal vez fue por el hambre o porque en verdad me quedo delicioso.
No podía escuchar más que el canto del búho a los lejos y el sonar de los incesantes grillos que parecían cantar una ópera pues eran tantos que hasta resulta molestoso escucharlos.
Gaius no habló, simplemente se dedicaba a terminar su comida con la mirada en otra dirección, ignorandome mientras que yo aprovecho cada pequeño instante para mirarlo pues por más que quisiera no hacerlo, existe algo que me motiva verlo a observarlo a contemplarlo.
Gaius tiene algo que me atrae no alcanzo a saber que es, tal vez sea el miedo que ejerce en mi desde el momento que lo ví o tal vez su lobo que es dos veces más grande que los otros lobos. no lo sabía pero tenía curiosidad. una fija curiosidad que imploraba ser saciada, una que aveces me motiva a hablarle para preguntarle ¿Por qué?
¿Por qué quiere matarme?
Se removió incómodo de la pared de la cueva fijando su mirada en mi, aquello solo me hizo encogerme en mi lugar pero aún así me negaba a desviar la mirada.
—¿Por qué preguntas eso?
—¿Eh?
—Lo dijiste en voz alta.—respondió ante lo que se fórmula en mi mente.
No pude evitar tensarme ante su voz, suena molesto y profundo.
—Quiero saber ¿Por qué quieres matarme?—pregunte recogiendo mis rodillas contra mi pecho en un intento de darme calor con mi propio cuerpo o tal vez protegerme.
—Porque eres humana.—contestó cortante y aquello no me convenció, siento que hay algo mas.
—Es por otro motivo..—susurre pero sabía que lo escucho—¿Por qué no me quieres decir?
—Porqué no me importa decírtelo es mejor que sepas porque no vas a morir.
—Prefiero saberlo.
—Pero yo no te lo diré, así que no sacarás nada.—dijo siento su mirada quemarme—Deberia matarte ahora.
—¿Y por qué no lo haces?—pregunte tímidamente, gruñó furioso pero no sé alejo.
—Porque no puedo, no ahora.
No entiendo a lo que se refiere aún así sentí que no es el momento de indagar en la posible información que puede haber de mi muerte.
Decidí aventurarme a preguntarle más cosas, la noche es larga y a mí no me gusta estar en un lugar con tanto silencio, normalmente siempre me encuentro en compañía de mis padres o de Maison.
Se que en estos momentos si yo no estuviera aquí y solo en casa, estaría riendo y disfrutando con mi familia bailando al compás de las canciones en compañía de Maison.
Pero aquello no existe y todo porque estoy en manos de la bestia.
—Gaius..—lo llame mirando hacia otro lado un punto fijo en la pared—¿Quién es Jerome?
Esa pregunta ronda por mi mente en ocasiones.
—¿Por qué la pregunta?
—Escuche hablar de él..
—Es mi lobo.—contestó simple, voltee a verlo con curiosidad, sus ojos conectaron con los míos nuevamente—Jerome es peligroso, puede hasta matarte.
¿Matarme?
—¿Lo dices para alejarme?
La pregunta salió de mi boca sin más, pero para ese entonces no quiero disculparme y espero una pronta respuesta.
—Si, y porque se que te hará daño.—desvio la mirada por unos instantes—Ahora que lo sabes, solo cierra la boca nos iremos al amanecer.
—Daño..el no me ha hecho daño.—murmure pensativa recordando al lobo negro, enorme e imponente pero ese lobo enorme e imponente me había dicho que era suya, sabía que no era Gaius ahora que me aclaro que no solo un alma habita en su cuerpo.
La de su lobo.
—Lo hará.—expresó con voz molesta, negué con la cabeza sonrojada ante el recuerdo.—¿En qué piensas?
—En nada.—susurre.
Grave error.
No faltó ni un segundo y ya lo tenía a lado mío, tomó mi mandíbula pero sin apretar o hacerme daño, sus ojos verdes me observan con dureza y sus labios lucen apretado junto a su ceño fruncido.
—¿Piensas en tu ex prometido?
Negué con la cabeza.
Sentír su mirada tan intensa puesto en la mía, me hace sentir nerviosa y logra que desvíe la mirada hacia otra parte pero eso no quita el hecho de que su mano tenga mi mandíbula.
—Sueltame..—no quise verlo tal vez por lo avergonzada que estoy o por el sentimiento raro que emerge en mi interior cuando su solo contacto me hace sentir cosas que no debería.
Tengo un prometido.
Es cariñoso y atento no cómo este.
—¿Por qué estás sonrojada?—Mire hacia el techo de la cueva y luego recorrí todo el lugar—Rose, mírame.