¿Vale la pena enamorarse de un humano? ¿Vale la pena entregar tu alma y el de tu lobo por ello? ¿Vale la pena arriesgar nuestra vida por una especie que solo hace daño? no lo merecen, no nuestro amor, ni nuestra protección ni siquiera nuestra alma, merecen morir ¿No es cierto? La humanidad está podrida desde que aparecieron. no son más que basura que no aporta nada al mundo.
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★Rose★
—¡Rose! ¡Ven aquí!—una risa de alegría salió de los labios de Maria—¡Es una margarita! ¡Tus flores favoritas!
Apuro el paso de mis pies, respirando por la boca, mientras intento no emocionarme.
—¡María! ¡Espera por favor!—pedí gritando entrecortadamente.
—¡Camina más rápido!
—¡No te alejes mucho!—le pedí, giro su rostro redondo hacia mi dirección, una sonrisa salió de sus labios, supe que haría todo lo contrario—me un¡María! ¡Hablo enserio!
—¡Te voy a esperar, solo ven!—me gritó agachandose junto al césped que rodea todo el lugar, cuando me fui acercando pude vislumbrar una flor de margarita única y rara.
Me agache a su lado admirando en silencio la flor.
—es hermosa. Ya veo porque te gusta tanto.—sonrió mirando la flor—Pero aún así prefiero las rosas.
—¿Por qué te gustan las rosas María?
Su ojos se desviaron hacia otra parte, ignore dónde miraba me fijé en los pétalos de margaritas tan delicadas que si las llegas a tocar se rompen.
—Porque así es tu nombre.—susurró con voz suave, una sonrisa apareció en mis labios—Te quiero Rose, nunca lo olvides.
—Lo se María, también te quiero.—me fijé más en los pétalos blanquecinos, fruncí el ceño al ver cómo cambio el color y poco a poco se fue pudriendo, asustada por el repentino cambio, note cuando el pétalo cayó en el enorme y limpio césped que pronto desapareció.
—¡María!—la llame para que viera lo que sucedía, sin embargo no me contestó, confundida y asustada me levanté esperando encontrar su silueta a lado.
Pero solo encontré una inmensa oscuridad, di media vuelta esperando verla con su habitual vestido crema, pero no aparecía, no había nadie, ni un alma a mi lado, las flores desaparecieron, el césped murió, y me encuentro sola.
Asustada por los acontecimientos comencé a gritar su nombre, tratando de hacer que mis ojos se adapten a la luz de la oscuridad, camino a ciegas entre tanta oscuridad, de un momento a otro a los lejos veo una luz pálida semejante al color del sol que se mueve constantemente.
—¡María!—la llamo en medio de la oscuridad, caminando hacia la luz con intriga—¡María!
No respondía mi llamado, así que comencé a correr hacia la luz, a medida que me acerco aparecen muchas más de esas luces y es entonces que me doy cuenta que son antorchas con fuego.
Gritos a los lejos de personas me hacen sobresaltar.
—¿María?—preguntó en voz baja al notar que las personas con antorchas en mano caminan a una sola dirección.
—¿Dónde van?—preguntó a una de las personas que caminan hacia al frente con el ceño fruncido.—¿Hola? ¡Estoy aquí!
Fui ignorada, molesta por su comportamiento y el de las demás personas, decidí seguirlos abriéndome paso entre la multitud hasta llegar a un enorme círculo dónde las personas se arremolinaban euforicos, movían la antorcha salvajemente en su mano gritando improperios.
No sabía porque había enojo en sus palabras, no sabía nada hasta que de entre todas esas palabras que no lograba distinguir escuché una voz masculina que paralizo mi cuerpo entero.
—¡El que es libre de haber sido cómplice , ¡Que lanze la primera piedra!
Mi respiración se detuvo cuando observe a mi amiga arrodillada en el suelo, con las manos atadas a su espalda, su vestido crema sucio por la tierra y el polvo del suelo, su expresión sin vida me asustó, sus ojos no tienen el brillo que usualmente tiene las personas.
—¡María!—la llame acercándome a ella, un grito salió de mis labios al ver que no podía hacer nada por ayudarla, de pronto sentí que era jalada por algo, una fuerza invisible, que me hacía ver la impactante escena frente a mis ojos—¡¡¡Maria!!!
La primera piedra junto a un grito de furia salió disparado a la frente de María, de su frente escurrió la reluciente sangre, pero ella no parecía moverse, mis gritos fueron opacados por los gritos de furia de las personas que no dudaron en lanzarle piedras, golpeando todo su cuerpo, mientras más pasaba el tiempo y ella no gritaba, yo lo hacía por ella hasta quedarme sin voz.
¿Por qué no llora? ¿Por qué no suplica?
Antes de que sus ojos se cerrarán ella miraba un punto fijo, decidí seguir el trayecto de su mirada asustada. ella no lloraba, ella no se movía y ahora entendía el porque, el miedo comenzó a emerger de dentro de mi, y cuando menos lo pensé solté un grito de pavor.
Había un madero firme mucho más largo que el de María, y en el había un cuerpo atado, siendo consumido por las llamas, lágrimas de terror salieron de mis ojos al reconocer que esa era yo, ahora entendía porque María no gritaba.
Volví a mirar a María tratando de decirle que aquí estaba, que estaba viva, que por favor luchará, no obstante no podía, algo me privo de hablar.
Aún más aterrada comencé a negar con la cabeza notando que un hombre corpulento cargaba en su mano una última piedra mucho más pesada, las personas pedían que lo lanzará a su frente, la sonrisa del hombre nublo mi visión, el levanto la piedra con dificultad y la lanzo impactando el rostro de María hasta hacerlo explotar.
Mi respiración se volvió a cortar y un grito más agudo casi desgarrador salió de mis labios, sentí algo caliente deslizarse por mis ojos.
—¡¡¡María!! ¡MARIAAAA!!!
—¡ROSE DESPIERTA!—senti que alguien me movió bruscamente. Me levanto de la cama sentada adaptándome a la oscuridad del lugar, no puedo ver más nada que unos ojos de color verdad que raramente brillan en la oscuridad.