En los brazos de la bestia

Capitulo diecisiete

No nos culpen si tememos a lo desconocido, está en nuestra sangre huir de lo que la mente no es capaz de procesar, luchar por la supervivencia, dejar que el lado más oscuro de la humanidad se haga presente, no nos culpen si somos seres egoístas buscando proteger nuestra propia vida.

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★Rose★

Ella no ríe, no parece divertirle la situación en la que nos encontramos, se muestra apática con una expresión de asco cada vez que nos observa con su gélida mirada, es una mujer loba de temer lo sabíamos, no queríamos estar en su mira, en simple hecho de que me mire me haría desmayarme en mi lugar, pero debía mantenerme fuerte por María, tiene un golpe en la frente y otro el los labios, se había golpeado con la silla al caer. 

La habitación del comedor muestran un ambiente incómodo lleno de temor, ruego porque llegué Callum o Gaius son mejor ellos dos que lidiar con esa apática mujer, tal vez todas estaban de acuerdo con mi comentario.

—Huele a miedo.—cerré los ojos abruptamente cuando escuché un movimiento a lado de mi, una chica grito aterrada—Espero que no te duela mucho lo que haré.

—¡Ya basta!—gritó María, sorprendiendo a todas, la mire atónita cuando observe cómo su iris café se oscureció, tiene los labios apretados y el ceño fruncido—¡Déjanos comer en paz!

—¿Quien te crees que eres tú?—preguntó la mujer de cabellera oscura, soltó a la chica de nombre Claire mientras se acerca hacia mi amiga—¿Te falló la cabeza con el golpe que te di? Si es así puedo dejar pasar por alto, el error que cometiste.

—No es ningún error—escupió María, me puse de pie asustada, Aldara la tomo por el vestido que yo le regale y la levanto sin esfuerzo alguno, aún así María se mostró firme—Deja a la chica en paz, déjanos comer en paz, no te hemos hecho nada.

—Maria.—corrí hacia mi amiga, recibí una dura mirada por parte de Aldara, la ignore.

—No me han hecho nada, tienes razón. Pero estoy aburrida y no está de más recordarle cuál es su lugar en este palacio.—le jalo el cabello a María un jadeo salió de sus labios.

—¡Dejala!—grite con pánico.

—Y veo que hace mucha falta, una insolente como tú no debería de alzarme la voz, el hecho de que coman todo los días con nosotros no los hace merecedores de tener una voz en este lugar, te enseñaré a respetarme y les servirá de lección a todas ustedes.—manifesto con voz fría, María jadeo cuando Aldara levantó su rostro—Aqui ustedes son simples esclavos que podemos desechar a nuestro antojo.

—¡Dejala!

—¡Cierra la boca, Rose!—el gritó no fue de Aldara fue de mi amiga, sus ojos me hablaban. No quería me entrometiera.

Las lágrimas empañaron mis ojos, me mantuve firme y acate su orden pese a que no lo deseaba.

—Si, mejor hazle caso, no creo que tu amiga quiera que tú seas la siguiente.—dirigió una mirada hacia mi persona, luego camino arrastrando a María por su cabello castaño, la empujó contra la pared, quise ir hacia ella pero lucía y Evae interfieren igual de asustadas.

—No, Rose.—Lucia apretó mi brazo izquierdo—Será peor para María.

Tragué saliva, el panorama no era alentador y sinceramente no quería perder a mi amiga, no quería quedarme de brazos cruzados.

Mire a Evae, la tomé del brazo con desesperación, desvío la mirada de Evae a María, mi amiga está sujeta contra la pared.

—Evae, ve con el Alpha.—ella me miró sin entender—Con el hombre de aspecto intimidante sentado en la cabeza.

Señale el lugar donde siempre se sienta, ello tembló de pánico, tome sus manos—Por favor ve con el.

—Me hará daño.

—No lo hará, Hazlo por María.—suplique, ambas volvimos a ver a María, su rostro fue golpeado—¡Por favor Evae! Necesito que lo hagas.

Sus ojos mostraron miedo y horror aún así pese al todo el miedo que ella poseía, fue corriendo mientras las demas chicas intentaban ocultar el escape de Evae, todas nos miramos asustada, la propia Johanne se había quedado sin habla, no sabíamos que hacer.

Confío en Evae, ella debe traer ayuda, solo espero que Gaius la escuche.

—No la lastimes.—pedí, mirando a Aldara—No le hagas más daño.

Aldara me miró por unos segundos y luego hablo:

—Entonces ruega por ella, de rodillas.—ordenó.

—No lo hagas, Rose, te odiare si lo haces.—dijo María mirándome con los ojos rojos en lágrimas—¡No lo hagas!

—Maria.—me dolía verla así, temo perderla.

—¡Ponte de rodillas! Si quiere que tú amiga se salve.—la mire asustada, ponernos de rodilla significaba sumisión y ninguna mujer Sloriana hacia eso salvó para orar y hacer un ritual.

—¡Lucia toma a Rose!

—¡No! ¡Está bien lo haré!

—¡Rose!—gritó María molesta—¡Te prohíbo que lo hagas!

—¡Estás sufriendo!—grite histérica—¡No quiero perderte!

—¡No me vas a perder! Me harás sufrir más si lo haces.—me detuve, la mire a los ojos, su café suplicante me gritaba que no lo hiciera.

Pero yo deseaba hacerlo ¿Cómo podía abandonarla? 

—Ah, que aburrido.—su voz monótona llamó nuestra atención—Si no te decides a hacerlo no perderé mi tiempo entonces.

Tomo un puñado del cabello de María, ella grito de dolor y yo solloce al verla, la iba a estampar contra la pared, no podía quedarme de brazos cruzados, pese a todo el dolor María me gritaba diciendo que no lo hiciera porque ella me conocía bien y sabía que su dolor tambien es mi dolor, porque no soporto ver a las personas que quiero ser lastimada y si tengo que ponerme de rodillas para salvarla lo haría una y otra vez.

—¡Aldara detente!—la susodicha se detuvo al último segundo, reconocí la voz de Jerome, Evae lo había traído.

Gaius viene con una mirada fría casi helante junto a el, Callum con una expresión para nada feliz, Evae venía detrás de ellos tomando su vestido mientras nos veía con el alivio recorrer en su rostro.



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En el texto hay: drama, amor, dolor decepcion

Editado: 28.10.2023

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