En los brazos de la bestia

Capitulo veintiocho

Con el pasar del tiempo en las generaciones anteriores en aquellos siglos no he visto un alma bondadosa que iguale a aquella humana que una vez fue culpada por algo injustamente, hasta ahora dónde aquella chica demuestra tener la misma esencia de esa mujer. ¿Qué designió tiene la diosa para nosotros?

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GAIUS ★

 

—Alpha tenemos un problema.—La expresión de Hazel me desconcierta. Su mirada se desvío hacia una habitación en especial—La Luna Rose.

¿Qué sucede Hazel? ¿Qué hay mal con ella?—inquirí sintiendo el enojo recorrer cada parte de mi cuerpo—¡Exijo una explicación!

Alpha mantenga la calma.—pidió en voz baja, me entrego entre sus manos un vaso.—El brujo la maldijo.

La observé desconcertado escuchando solo los latidos de mi corazón, no presto atención a sus palabras más que las mía propias, su ceño se frunce cada tanto explicándome la probables causas en la que terminó con una maldición por parte de ese brujo.

Alpha si no encuentra una forma de revertir ese hechizo, La Luna...

—¡No lo digas!—exigí retirándome de allí, me niego a escucharla, al último momento me detuve y sin mirarla hice aquella pregunta—¿Cuándo comenzarán su síntomas?

Escucho un suspiro por parte de la loba—Tres semanas después. La maldición afectará lentamente su cuerpo hasta que está comienza a desgastarse y entonces notará los cambios en ella. Para cuando pase eso, será demasiado tarde.

—Puede encontrar la solución.—Callum dejo el libro sobre la mesa—La maldición que le lanzaron a Rose es fácil de revertir si encuentras a la persona correcta que pueda eliminar aquel hechizo.

De lo contrario solo adelantaré su muerte.—conteste yo, pasando mi mano por mi cabello en un gesto de frustación—¡Maldición! ¡Cómo pude ser tan descuidado!

No es tiempo de lamentarse. lo que puede hacer ahora es salir e ir a uno de los imperio más poderoso en busca de un brujo de rango más alto—sugirió—No quiero ver a mi vínculo sufriendo por la Luna.

—Alpha hemos llegado.—La voz de delta me saca de mis pensamientos, el carruaje se detuvo frente a un enorme portón.

Dos guardias custodian la puerta mientras uno de ellos se acerca a nosotros, lo veo enterrar su lanza en el suelo arenoso con su mirada fija en mi carruaje.

—¿Quiénes son? ¿A qué han venido? 

—Solicito una audiencia con el emperador.—los humanos son tan aburridos para mí gusto—Soy el emperador del sol naciente.

La sorpresa tiñó la expresión del hombre, no había salido de mi carruaje pero mi voz se oyó en un potente rugido.

—¡Abran las puertas!—gritó caminando hacia dentro a pasos apresurados seguramente para avisarle a su emperador.

Cuándo las puertas fueron finalmente abiertas, Los caballos se pusieron en marcha, Aldara mi delta se encuentra a mi lado en un estado de alerta, sus ojos azules se fijan en cada cosa que hay dentro de aquellas murallas que comparándolo con Slora se ve imponente. 

El imperio del Moad, un imperio conocido por ser un país abastecido con oro un país rico en todos los sentidos que no ha perdido batalla alguna a los largo de sus años a través de los emperadores se ha ido enriqueciendo, hasta llegar ser la nación más grande y rica de todo el mundo actualmente. según lo que he aprendido de este imperio es que todos sus soldados son hombres de temer su fuerza es igual a la de un humano normal, tiene siete caballeros que se les conoce como los espadachines del León, entre ellos destaca el temido General Adrien de Moad. Un hombre que con solo un movimiento de su espada acaba con centenares de personas sin embargo en todas las investigaciones que hicieron Callum y Aldara no se ha demostrado que alguno sea un ser sobrenatural por lo que es seguro saber que solo son humano dotados con fuerza como ningún otro.

Los humanos que hay en la calle se detienen a mirar el carruaje que pasa por el camino, algunos susurran cosas sobre la persona que está dentro de ella, el temor y la curiosidad se logra respirar en el aire nada nuevo para mi, al llegar a los portones del palacio somos recibido por un soldado de rango medio que no duda en hacernos una reverencia apenas pongo un pie en el suelo imponiendo mi presencia.

Les hago saber a mis acompañantes que se queden custodiando el carruaje mientras otro dos junto a Aldara se acerca a mi.

—Cuando oí de la propia mano de uno de mis guerreros que el emperador de Slora se encuentra aquí, no lo creí posible.—dijo una voz masculina, la puerta del salón del trono se encuentran abierta.

Por lo cual paso con total libertad fijándome en las dos personas sentadas en el trono, un humano con una actitud que demuestra prepotencia y una mujer de rasgos afinados que no encuentra nada más interesante que ver sus uñas.

—¡Vaya! ¡Vaya! Con que tú eres el emperador de Slora.—abrió sus labios en una sonrisa que demuestra sorpresa—¿Cuál es su nombre su majestad?

—Saludos al emperador del sur.—conteste—Soy Gaius majestades, Emperador del sol naciente. Es un placer finalmente tener la dicha de conocerlos.

Callum debe sentirse orgulloso de que haya dirigido esas palabras sin gruñir o gritar que soy un rango superior que a un miserable humano jugando a ser el emperador, aunque no debo desmeritar que si ha sabido cómo enriquecer a su nación.

—Saludos al emperador del sol naciente, Soy Johan de Moad—se acomodo en su silla recostando su cabeza sobre su barbilla, sus ojos azules me escuadriñaron con suspicacia—¿Qué lo trae a mi Reino, emperador Gaius?

—Estoy enterado de que tiene a un brujo consigo.—digo como si nada, el humano me mira con sorpresa—Voy a ser franco, Quiero entablar una conversación con aquel brujo, si usted me lo permite.

Le hago una señal a mis hombros para que dejen el cofre de oro a los pies de la escalera del rey, ganandome la atención de la mujer de cabello azabache que no tarda en deleitarse viendo las joyas que hay en el cofre.



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En el texto hay: drama, amor, dolor decepcion

Editado: 28.10.2023

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