El lobo sanguinario fue domado por una frágil joven, la joven asustadiza de aquella bestia poco a poco comenzó a amarlo cómo es, dos corazones que no se detuvieron antes la diferencia, uno odiaba al otro y otro le temia a este, sus almas, sus sentimientos y sus pensamientos poco a poco fueron alcanzado por el poder de un dios que marco su destino, El lobo sanguinario que alguno vez odio a un humano, daría la vida por una de ellos.
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★Gaius★
La música el baile, las risas, el sonido de los tambores resuenan en el gran salón, personas de alta clase festejan sin pudor alguno, los hombres normalmente mirando cada tanto el baile que las mujeres realizan haciendo extraños movimiento que atraen la atención de más de uno, mucho de ellos comen uva mientras que los que pertenecen a la corte real cenan con nosotros en la gran mesa del emperador.
El emperador de Moad bebe en su copa de vino riendo a carcajadas mientras uno de sus sirvientes llena su copa, la emperatriz a su lado habla con una mujer noble que no hace más que lanzar comentarios malintencionados de mujeres que no son de clase alta. Sinceramente no sé cómo soporto todo esto, me enfada tanto alboroto.
Bebo de mi copa de un solo golpe sabiendo que el licor no me va marear, a mí no me afecta nada llevo como diez copas seguidas y sigo igual que antes, la noble mujer rubia de nombre Neira no desaprovecha cada oportunidad para hablarme buscando algún interés de mi parte.
—¿Se está divirtiendo emperador Gaius?—preguntó en gozo el Emperador con una sonrisa que denota su ebriedad—¿Necesita algunas mujeres? Puedo ofrecerles mucha, tengo las mejores joyas del país.
—No es necesario, solo espero a la persona que pedí.—formule a duras penas conteniendo el enojo, mire la copa de vino ser llenado por décima vez—Usted si que disfruta de la fiesta.
—La fiesta se hacen para celebrarlo a lo grande—levanto la copa en mi dirección chocando con mi copa—¡Salud!
—¿No cree que es una ofensa de parte del emperador emborracharse en su presencia?—consultó la rubia con cizaña mirando fijamente al emperador ebrio—Siempre se pon...
—Le pido que por favor se abstenga de informarme de cosas banales, si quiere mantener la cabeza sobre su cuello.—le advertí perdiendo la poca paciencia—Recuerde ante todo que se le debe obediencia al emperador.
—Puedo serle obediente a usted—su mano intento tocar mi pecho, lo detuve volteando a verla con hostilidad provocando miedo de su parte, el miedo que adoro oler, esboze una sonrisa maligna—M-majestad...
—Reconsidere sus palabras señorita Neira, si aprecia su vida lo pensará dos veces en intentar volver a tocarme.—Solte su mano, prestando atención en la conversación de cada persona muchos fijando su mirada en mi, sin embargo note que otros se asbtienen de preguntarme cosas que necesitan saber y lo comprendo el emperador les prohibió eso.
La emperatriz de Moad fija su mirada en mi, también con coquetería valiéndole un comino que su esposo se encuentre a su lado, no negare que la emperatriz posee una belleza inigualable pero aquello no puede ocultar sus verdades intenciones ante los ojos de una bestia.
Unos pasos y una presencia distinta a la de todos ellos me hace buscar discretamente al dueño de aquel aroma que delata que no es humano, de entre la multitud se abre paso un chiquillo joven de tan solo catorce años de edad siendo un cachorro, sus ojos violetas me observan con curiosidad manteniendo un semblante muy serio para alguien de su edad, viste una capa corta de color gris, no hay duda a juzgar por el collar que tiene en su cuello en forma de lágrimas es un brujo de magia blanca.
¿Pero un niño?
—¡Al fin llegaste Liam!—exclamó el emperador con una sonrisa brillante—El emperador de Slora dice que necesita conversar de algo contigo de suma importancia.
Desvío la mirada al chiquillo, sus ojos violetas me estudian sin expresión alguna, este me evalua logrando que me enoje al solo encontrar a un niño ¿Este es el brujo que busque? No puedo creerlo enserio que no.
—Ven conmigo.—pidió con voz suave y juvenil no había duda, es un niño.
—Con su permiso majestades, tengo que retirarme.—contesto sin perder el decoro.
El rey aplaude y hace señas de que me marche, ignoro a la reina y simplemente sigo al pequeño evaluando su estatura y su forma de caminar, lleva una especie de sombrero blanco en su cabeza, salimos de aquel salón para caminar por los pasillos y finalmente llegar a unos jardines iluminados con la luz nocturna.
—¿Tú?—pregunté mirando al infante con una expresión de desconcierto—¿Tú eres el brujo de este reino?
—Lo soy desde que me enteré que mi padre murió en tus manos.—contestó como si nada, se agachó en el suelo recogiendo una piedra—Eres un Alpha pura sangre de eso no hay duda ¿A qué has venido?
—No te pediré perdón por haberlo matado.—hable caminando por el jardín—Pero no se si pueda creer que seas capaz de cumplir con algo.
—¿Tu madre no te enseño que la apariencias engañan?—el niño me miró fijamente su expresión tierna infunda algo de escalofrío—Soy poderoso y superior que mi padre o mi madre, puedo cumplir lo que necesites.
—Tu padre maldijo a mi vínculo.—explique alerta al chiquillo—Le ha puesto una maldición de Duna.
—Las maldiciones de Duna son fáciles de quitar.—respondió—Es una suerte que solo te haya maldecido con algo tan débil como eso, debiste haberlo debilitado bastante para que solo se obligara a recurrir a algo tan insignificante como una maldición de Duna.
—¿No quieres a tu padre?—pregunte, este chico no muestra ninguna emoción cuando habla de su padre, como si fuera un desconocido.
—No se quiere a alguien que se corrompió por la magia negra—anunció sus ojos violetas mostraron un astibo de tristeza, luego añadió:—El monstruo al que mataste no es mi padre, solo era una carcasa fría y sin alma enviado por el emperador Atticus.