En los brazos de la bestia

Capitulo treinta

El ser humano es demasiado orgulloso aquel orgullo los lleva a cometer un error tras otro, no saben perdonar y solo se dejan dominar por pensamientos negativos que solo los llevan a la muerte ¿Por qué tenerles piedad? Si ellos mismos cosechan lo que siembran. 

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ROSE★

 

Mis pensamientos divagan de  una fantasía tras otra, el sentimiento de miedo y angustia acechan mi corazón sin dejarme en paz, pienso en mi familia en mi madre en mi padre y en mis hermanos y me siento culpable haberlos olvidado. medito sobre la relación que tuve con Maison, aquel hombre que era mi amigo y prometido, recuerdo dolorosamente su muerte y sus gritos, lo llevo en mi corazón para siempre en un profundo recuerdo incapaz de olvidarlo, el miedo que ahora siento me hace pensar en mi adorada madre elizabeth, estar bajos sus brazos es como estar en un refugió dónde nadie te hará daño, aún puedo recordar el aroma a frutas que desprendía al abrazarme.

¿Qué estará haciendo ella? ¿Qué estará haciendo mi adorada madre? ¿Estará preocupada por mi? ¿Estará luchando contra mi padre para venir por mi? Los extraño, los extraño mucho sin embargo a quien extraño mas es a Gaius, estoy angustiada y el miedo a su hermana no me deja en paz, extraño verlo por el palacio y eso que solo han pasado un día, mi corazón late con rapidez al recordarlo, tocó mis labios y con un sentimiento de amor recuerdo el beso en aquella cueva.

Dice que me odia pero sus brazos me sostenían queriendo que no me fuera. El quiere que piense las cosas y yo ya tengo mi respuesta pero el miedo de olvidar lo que viví con mi prometido lo que dirán las personas cuando sepan que amo a una bestia, la misma que le arrebato a Slora serán capaz de tirarme a la hoguera.

Últimamente he tenido pesadillas vividas constantes cada que cierro los ojos si no sueño conmigo, sueño con María pagando mi pecado.

Se siente frío y helado como si la muerte pasa por este palacio por mi habitación y por los pasillos, aquí custodiada en mi propia habitación puedo sentir los escalofríos que invaden mi cuerpo y las ganas de refugiarme y esconderme, puedo escuchar su risa, su voz melodiosa llamando y saboreando mi nombre como si yo fuera un exquisito manjar, puedo oír el castañeo de sus dientes, cada que pasa cerca del pasillo que da a mi habitación puedo oír su respiración, ella me está dando un silencioso mensaje. Un mensaje que he captado desde el momento en que ella me miró con una sonrisa maliciosa.

Al caer la noche no pude saber nada de mis amigas, no se qué sucedió con Lucía ni dónde está Hazel, no tengo noticias de María y todo el palacio está sumergido en un sepulcral silencio tortuoso del que yo soy participé en esto.

Me abrazo contra mis piernas sentada en el suelo del balcón donde a través de las espesas cortinas se filtra la luz del anochecer, algunas luciérnagas entran a mi habitación y se pasean jugando entre si entreteniendome tan solo unos segundos, el frío viento que mueve las ramas de los árboles también se cuelan avisando que la noche del día de hoy será fría.

Acaricio el collar de mi cuello mientra bajo la mirada hacia mi cabello rubio que cubre mis pies maltratados ¿Cuando paso? Tal vez fue en el momento en el que la escuché pasar por la puerta y lo único que hice fue correr mientras los lobos que custodian mi puerta le gruñían.

Limpio las lágrimas que caen de mi rostro—Que débil soy...

Pienso apretando mis labios para contener el llanto, desde que ella llegó no es hecho más que llorar o gritar, tengo tanto miedo, miedo por mi vida, miedo por la vida de mis amigos, no quiero quedar como Lucia cuando reaccionó de su casi muerte.

No soy una flor salvaje como María no tengo el espíritu de guerrera que ella posee, y me da tanta tristeza tener que depender de alguien que me proteja porque el miedo puede más que mi raciocinio, puede más que mis ganas de luchar, pensamientos destructivos llegan a mi mente ¿Gaius me amara así? 

Desde que llegué a este palacio no han hecho más que protegerme uno tras otro y yo no he sido valiente, yo siempre me escondo, siempre lloro. Soy débil.

Débil...

Madre siempre me protegió desde mi niñez, cuando tropezaba lloraba, cuando alguien se moría lloraba y no podía cesar el llanto, pocas veces me dijeron lo molestosa que era al hacerlo. nadie me amaria siendo así y llegó Maison. Maison me mostró que se podía amar a quien sea, no importa si es buena o mala, si es débil o fuerte, Maison me protegió ¿Gaius podrá hacer lo mismo? ¿Será capaz de soportarme? 

—Ya basta.—murmure conmigo misma, limpio las lágrimas con mi vestido y enfoco mi mirada alrededor de la habitación donde hay vasijas bañada en plata, copas de oro y la cama con tela de lino fino.—Solo es el miedo que me hace cuestionarme quien soy.

Me levanto del suelo torpemente volteando a ver al  balcón, suelto un suspiro apoyando mis manos contra el muro miro hacia el bosque y a mi mente llega aquel recuerdo del brujo que ví.

No había nadie está vez, solo los árboles bañado por oscuridad, porque la luna no iba aparecer hoy pero las nubes son claras, el cielo está pintado de estrellas, recuesto mi cabeza sobre mis brazos y miro las estrellas justo en ese momento pasa una estrella fugaz que me hace sonreír.

No sé quién soy en realidad y porque llegué a este palacio tal vez fue los dioses quienes me pusieron aquí, quienes escogieron mi camino para conocer a Gaius.

—¿Qué tienen preparado para mí?—pregunte en voz baja, sentí como si las misma estrellas se alinearán para sonreírme—Los dioses de Gaius ¿También son los míos? 

—¿Nací para ser emperatriz?—pregunte pensando y admirando las estrellas, poco a poco el cansancio me invade y los pensamientos retornan hacia una sola persona.

Gaius.

Jerome.



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En el texto hay: drama, amor, dolor decepcion

Editado: 28.10.2023

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