★Rose Edevane★
Estamos de pie en el lugar donde todo empezó, mientras ambas observamos felices a dos chicas que ríen cantan y baila al son de la música mientras aplastan moras, tan distintas a nosotras que nos traen recuerdos felices, y momentos tristes.
—¿Recuerdas cuando corríamos para que nos pegaran con un mazo?—se río María, mordiendo una fresa.
—Sin duda yo no era.—comento entre risas, observo a la chica de cabello corto y ojos azules que desprende una enigmática energía—Se parece a ti.
—Es una yo mucho más joven.
—Asi es—reimos.
Una persona muy conocida se acercó a nosotras, la sonrisa en el rostro de la señora no era tan juvenil como antes, las arrugas en su rostro demostraron los años que pasaron y su rostro aparentemente serio había cambiado por la expresión de una anciana sabía que lo había visto todo en la vida, aún pu¡do recordar como nos fulminaba con la mirada mientras sostenía su mazo, caminando con un bastón como apoyo doña Carlota se acercó a nosotros con una sonrisa y una reverencia hacia mi.
—Doña Carlota, mucho tiempo que no la veía.
—Su majestad—sus ojos me observaron un brillo difícil de descifrar—Tu también has cambiado, ya no eras la misma niña tímida de antes.
—Los tiempos pasan usted está vieja, y a pesar de que yo haya cambiado aún le tengo miedo—comentó María entrando a la conversación, la sonrisa de doña Carlota se hizo más grande.
—Niña malcriada ¿Aún no tienes respetos por tus mayores?—preguntó en broma.
—Siempre he mantenido el respeto por usted, es usted quien me asustaba a mi.—refuto mi amiga con una expresión dolida. Doña Carlota movió su bastón y María hecho un paso para atrás.
Me reí de su reacción bastante rápida tanto como la señora anciana a mi lado, sin duda María aún tenía cierto miedo por ella.
—Algo en ti ha cambiado María, no son solo los años, tus ojos apagados ahora tienen un brillo muy hermoso.—Carlota dijo de repente para sorpresa de mi amiga—Jovencita se muchas cosas, a pesar de que te veías muy valiente y fuerte, siempre parecías estar sola, ahora parece que ya no es asi.
—Tenia a mis hermanos.
—No son solo tus hermanos, los protegias es cierto, pero tu también eres una mujer que buscaba el amor aunque lo negaras y necesitabas alguien que te protegiera—desvió la mirada hacias las jovencitas—Siempre me preocupe por ustedes dos, tenian sufrimiento que no podían expresar, se tenían la una a la otra pero ustedes necesitaban volar cada una en diferentes lugares y encontrar lo que en el fondo anhelaban.
—Yo era feliz con Maison—murmure.
Carlota puso una mirada compresiva y sonrió—Es cierto, eras feliz pero no era esa felicidad la que tu necesitabas niña, aveces siento que fue bueno que aquellas bestias vinieran hacia nosotros, para verte crecer.
—Estoy muy agradecida contigo—Maria tomo la mano de Carlota.—Tu fuiste la única que me dio un trabajo y me apoyo con mis hermanos, nunca olvidaré eso no importa que eres bienvenida a nuestra casa.
—Oh no es nada, solo lo hice porque odio ver a los niños sin hacer nada—dijo molesta, María me observo con un sentimiento que entendí al instante era obvio que Carlota a pesar de ser una mujer de temperamento fuerte tenía una debilidad por ayudar a quienes lo necesitaban y con el tiempo yo había entendido eso.
Una punzada recorrió mi cuerpo, me agarró del brazo de mi amiga cuando suelto un jadeo frotando mi vientre.—¿Qué sucede? ¿Estás bien?
—Si, es solo una patada.—dije con una sonrisa dolorosa.
Carlota se acercó un poco a nosotras—porque no vienes a mi casa.
—Si exacto, necesitas descansar—dijo María antes que me negara, asiento siguiéndola a las dos mientras froto mi vientre con cariño.
—Su majestad creí que la terca era María por no seguir indicaciones pero parece que usted va por el mismo camino ¿Cómo se le ocurre venir a visitarme en este estado?
Regaño negando con la cabeza, me disculpo y con ayuda de mi amiga me siento en una silla relajándome al instante.
—No es nada.
El bastón golpeó con fuerza cerré la boca de inmediato y María soltó una carcajada, escuché a doña Carlota refunfuñar—Ustedes dos, a pesar de ser grande aún me sacan canas, iré a hacer una sopita para y tu hijo.
—Gracias—susurro divertida.
Se aleja de nosotros hacia la cocina, María para de reírse mientras yo le miró molesta, se sienta un lado de mi, le pregunto—¿No extrañas a tus hijos?
—¿Yo? No, por un día me siento libre, ellos tienen a su madre durante todo el día y toda la noche y Callum no hace más que roncar por las noches, eh estado molesta con el por supuesto que hoy fue el dia perfecto para dejarle a todos mis hijos a su padre.
Se quejo, de brazos cruzados pero un evidente cariño por todo ellos.—¿Qué es más difícil, criar hijos o encargarse de unos cuantos papeles?
—Bueno como monarca puedo decir que los dos están casi igualados, aunque crié a Liam, lo hice cuando es adolescente y no un bebé así que no puedo decir con certeza cuál es peor.
—Por supuesto yo pienso que es criar a los niños, verás Rose en los primeros meses de nacido debes estar con tu hijo sin soltarlo, criarlo, bañarlo y darle de comer cuando se despierte, velar porque no se enferme y atenderlo, durante el día y la noche ¿Recuerdas ese día que te asusté? Si esa era yo como un alma en pena porque mi amado esposo estaba de lo más tranquilo en la cama junto con sus otros cachorros.
Recordarlo me hace reír y sentir lástima, María había llegado al palacio precisamente a mi habitación en hora de la noche parada en una esquina con un vestido blanco el cabello todo alborotado y unos severos ojos de panda que asustaría a cualquiera, su rostro demacrado y ojos rojo por no poder dormir me asusto mucho ese día, la escuché quejarse sin importar si Gaius estaba a mi lado, tanto que Gaius por el bien de que no perturbaran nuestro sueño mando estrictamente que cuidará de María y su hijo durante los meses restante hasta que su hijo tuviera la capacidad de ponerse en pie.