—¡Estoy harta!—gritó la mujer entre lágrimas mirando a su esposo que parecia insensible a su dolor—¡Perdí a mi hijo! ¡lo perdí y el no volverá! Mientras esa mujer vive mi hijo esta muerto.
Su pecho sangro de dolor, sus ojos rojizos expresaron más de mil palabras, su esposo guardo silencio había intentando hacerle ver qué Rose no tenía culpa de la situación y que el también sufría como padre, se quedó parado de pie mientras Celia corría hacia el bosque para calmarse y vivir en la triste realidad que le espera, Demetrio se sentó en una silla con un incómodo silencio culpandose a si mismo por no poder proteger a su hijo ni poder darle consuelo a su esposa, su mano cubrió su rostro y el llanto lo ahogó lo que hizo sentir afligido a su segundo hijo.
—Papá, mamá lo aceptará—dijo con duda el segundo hijo en busca de consuelo para el.
—Ya no se que hacer—murmuro Demetrio con el corazón roto—Si ella sigue así los perderé uno por uno.
—No digas eso padre—Millan tomo sus manos brindandole calor—Intentemos ayudarla y cuidarla ¿De acuerdo? Rose le dio una oportunidad depende de nosotros hacer lo posible para que nuestra madre supere con nosotros su partida.
Padre e hijo asintieron tácitamente y ambos se dieron mucho ánimo, desde la muerte de Maison el mundo de Celia se derrumbó por completo tenía un mal presentimiento ese día y cuando no encontró a su hijo y le informaron de su muerte, cayó de rodillas llorando, Demetrio observo día con día los ojos apagados de Celia mientras sostenía con fuerza una pequeña vestimenta que le había pertenecido a Maison, en las noches se mecia constantemente a modo de consuelo y al amanecer cuando notaba que la pesadilla era realidad, tenía una fuerte crisis rogando a su esposo que le dijera que no era cierto.
Paso día con día culpandose sin poder ayudarla y su esposa lentamente se llenó de odio por Rose, entonces no pudo detenerla. se sintió terrible por permitir que su esposa le gritara a Rose siendo ella alguien de poder y que también sufría por Maison. inclusive cuando se enteró de Gaius también la había odiado porque su hijo se sacrificó para rescatarla y ella al contrario le dio la espalda.
Celia vagó por el bosque sin orientarse a ir hacia un destino en concreto, nadie la entendía no podían saber cómo se siente, la hacía sentir frustrada y que no tiene sentido estar con vida si su hijo falleció, en su corazón culpo con fervor a Rose y se rió de la ironía de haberla tratado como si fuera una hija y resultó ser lo contrario. Celia se sentó sobre un tronco de madera mirando las hojas secas bajo sus pies nuevamente se vio envuelta por el dolor, recordando constantemente la sonrisa de su Maison al nacer, verlo correr y gritar mamá. que haya crecido como un guapo hombre.
—Mi hijo...—su cuerpo tembló en medio de sus lamentos, cualquiera que la viera podría palpar la tristeza de su alma—Mi Maison...mí niño...
Sus ojos se nublaron por las lágrimas que caían constantemente, de sus labios temblorosos salían balbuceos maternales de alguien que llamaba desesperadamente a su hijo.
Unos pasos la alertaron segundos después, Celia miro en toda dirección rugiendo de rabia y dolor por no dejarla sola—¿¡Quien anda ahí!? ¡sal ahora!
Su grito asusto a la persona escondida detrás del árbol, Celia se percató por qué se enojo aún más—¡Que salgas ahora cobarde!
Se levantó temblorosa tomando un palo de madera como arma para defenderse, camino hacia el árbol preparada para golpear a quien sea que le haga daño, pero tan pronto como visualiza a la persona se queda estupefacta.
Celia se sorprende al ver a un niño en cuclillas con todo su cuerpo desnutrido sucio y lleno de lodo, temblando con miedo ante ella lo sorprendente para ella es notar esos ojos vibrantes característicos de los lobos, pero al verlo tan indefenso y exponiendo sus dientes pese al terror por instinto soltó el palo y se quedó un buen tiempo allí mirándolo.
Mujer y niño se miran uno con asombro y el otro con evidente miedo, Celia no sabía porque el estaba en ese estado ya que los lobos o cachorros son bien tratados por sus padres pero al parecer con el niño no era así y aunque ella había afirmado odiar a los lobos su corazón se ablando de inmediato al verlo tan pequeño y asustado, dio dos pasos hacia adelante tanteando el terreno pero el niño reacciono de inmediato transformandose en un lobo marrón con severas heridas en sus patas y orejas.
Retrocedió mirándolo al cachorro transformado y gruñendo de miedo, recordó todo lo que había sucedido con Maison y Rose así que se dio la vuelta y camino varios pasos sin embargo el corazón de Celia y su instinto maternal pudo más que el odio que se había formado a causa de la muerte de Maison, así que mirando para todos lados corrió de regreso y al ver a lobo desmayado producidos por las heridas que parecían curarse lentamente los tomo entre sus brazos y se lo llevó olvidando por completo lo que había venido a hacer anteriormente.
Llego a la casa con su esposo sentado en el comedor con una mirada culpable y dispuesto a disculparse e incitarla a seguir adelante con la ayuda de su segundo hijo, su boca se abrió para hablar con ella pero en vez de disculparse mostró un evidente asombro por lo que tenía entre sus manos.
No era fruto, tampoco vegetales, ni pastel.
—Celia ¿No es eso un cachorro de lobo?—preguntó su esposo creyendo que se había vuelto loca, sabía mejor que nadie el odio que ella sentía por los lobos incluso más que el resentimiento que Millan o Demetrio sentían hacia ellos, pero en estos momentos le parece ver a su esposa sosteniendo entre sus brazos un cachorro que no es un lobezno común y con heridas que iban desapareciendo.
—Lo encontré en el bosque—dijo subiendo a su habitación, con Demetrio siguiendo sus pasos y su segundo hijo aturdido al pie de la escalera notando lo que ella tenía.
—¿Lo raptaste?—dijo su esposo entrando a su habitación, mirando como ella sacaba varias mantas de un baúl y hacia lo que parecía un nido para el lobezno—Seguramente tiene padres que lo esperan.