En los brazos del enemigo

Capítulo 10

Para llegar fresca y renovada a la fiesta, Prym, una de las empleadas del servicio, prepara un baño caliente para mí. Entro a la tina, recargo la cabeza en el respaldo y cierro los ojos. Dominic se encuentra con su padre en las caballerizas viendo a un potro que piensan vender. Él no necesita tanto tiempo como yo para alistarse, así que todavía cuenta con algunas horas para dedicarse a otras actividades antes de que tenga que subir a cambiarse de ropa para la fiesta. Yo aún debo peinarme, perfumarme, arreglar mis uñas, entre otras cosas; al menos ya tengo lo que me voy a poner: un hermoso vestido color púrpura que realza mis ojos y hace que mi cintura se vea diminuta. Mandé a hacer ese vestido tan coqueto junto con varios otros cuando pensé que mi época de cortejos estaba a la vuelta de la esquina; desafortunadamente, esta terminó sin que hubiera logrado siquiera comenzar. Ahora ya soy una mujer casada, tal vez en circunstancias muy inusuales, pero lo estoy; a pesar de ese hecho, no pienso dejar que el vestido se empolve sin jamás haber visto la luz de la sociedad de Encenard. Casada o no, el vestido es demasiado bonito como para no usarlo.

Después de lavar todo mi cuerpo, salgo de la tina y me envuelvo en una toalla. Prym no está aquí pues la envié a prepararme un té para beberlo mientras me alisto. Me asomo hacia la recámara y compruebo que Dominic no ha regresado. Aunque es mi esposo, aún no me siento cómoda paseándome en toalla frente a él; apenas tenemos unos días de casados, no hemos desarrollado ese tipo de intimidad, mucho menos ahora que ni siquiera nos estamos dirigiendo casi la palabra.

Mi vestido púrpura ya se encuentra esperándome sobre la cama. Sonrío al pasar junto a él de camino al tocador. Me voy a ver hermosa. Tomo el cepillo y comienzo a desenredar mi cabello mirándome al espejo. Tarareo una vieja canción de forma distraída mientras cepillo mis mechones rubios. Noto el collar de perlas que está sobre el tocador, paso mis dedos delicadamente sobre él; va a hacer un contraste muy bello con la tela del vestido. Por instinto, mis ojos miran hacia la cama detrás de mí por el espejo y suelto un chillido de horror en cuanto noto que el fondo de mi vestido está quemado. Suelto el cepillo y corro hacia la cama. Alguien quemó toda la parte inferior de la falda de modo que la tela quedó chamuscada. Mi vestido está arruinado. Ni siquiera tuve oportunidad de estrenarlo.

La puerta se abre súbitamente, no necesito voltear para saber que es Dominic pues reconozco sus pasos firmes.

—¿Estás bien? Te escuché gritar desde el pasillo —dice mientras camina hacia donde yo estoy.

Levanto el vestido y se lo muestro sin decir una palabra. El coraje me desborda. Dominic hace una mueca de enojo.

—¿Acaso no se cansan de hacer tonterías? —musita para sus adentros.

Lanzo el vestido hacia el sillón, ni lamentarse es bueno, ya no hay nada que hacer. Me cruzo de brazos y me siento sobre la cama. Dominic se sienta a mi lado y me toma de la mano.

—Lamento mucho esto, Ava, ¿tienes algo más que ponerte? —pregunta con lo que parece sincera empatía por lo que su madre y su hermana me hicieron.

—Sí, puedo ponerme otro vestido de fiesta —respondo con una mueca de resignación, no es que tenga falta de vestidos, solo que tenía mucha ilusión de estrenar este.

Dominic estira su mano para acariciar mi brazo con un movimiento delicado.

—Estoy seguro de que te verás hermosa con lo que te pongas. Es más, ya te ves hermosa así como estás —dice con una media sonrisa.

Bajo mi mirada hacia la toalla que me cubre el cuerpo en tanto que mis mejillas se encienden por el cumplido.

—Gracias.. aunque dudo que sea apropiado que me presente así al evento —dijo tratando de imprimir buen humor a mis palabras.

Dominic suelta una risa seca.

—Supongo que no, aunque dudo que haga la diferencia. Al fin que nuestras familias ya están acostumbradas a dar la nota en los eventos sociales —bromea guiñándome un ojo.

Llegamos a la mansión Muller justo a tiempo, decenas de carruajes están llegando junto con nosotros. Miro mi vestido azul cielo y suspiro, es bastante lindo, solo que no es el vestido que deseaba usar hoy. Ágata y Celeste sí que se pasaron esta vez. Cada día estoy más hastiada de sus tontas tretas, hay veces que incluso pienso en aceptar la oferta de Dominic para irnos a su propiedad a las afueras, pero cada vez que pienso en lo poco que podré ver a mi familia, las palabras mueren en mi boca y encuentro paciencia donde no sabía que la tenía para soportar la situación.

Dominic me ayuda a descender del carruaje y me lleva del brazo hacia la entrada principal. Su padre se adelanta para no caminar junto a nosotros, como si fuéramos compañía indeseable para él, lo cual me alegra pues a mí tampoco me encanta convivir con mi suegro.

Cierro mi mano alrededor del sólido brazo de Dominic cuando noto que varios ojos curiosos se posan sobre nosotros mientras caminamos, no dudo que la gente sienta mucha curiosidad por nuestro caso: de enemigos mortales a pareja casada; sino fuera porque me está sucediendo a mí, yo también moriría por saber los detalles de tan inusual unión.

El camino hacia la entrada está flanqueado por velas y rosas de color blanco. Desde fuera ya escuchamos a la banda tocar música alegre y las risas de quienes ya están adentro. Enfrente de la puerta principal se encuentran nuestros anfitriones dando la bienvenida a sus invitados. Hacemos una reverencia de cortesía. Los ojos de Violeta Muller nos miran con intensidad, como si quisiera leernos la mente para saber qué es lo que está sucediendo entre nosotros; es bien conocido que Violeta es una mujer que ama el cotilleo y es obvio que muere por tener todos los detalles de la unión Godard-Blake.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.