En los brazos del enemigo

Capítulo 11

Carraspeo en un intento por ocultar mis sentimientos, no quiero que Dominic note lo mucho que ese breve beso me afectó. Me daría mucha vergüenza que supiera el profundo efecto que tiene en mí. Su mera cercanía es suficiente para atolondrarme.

—¿Sucede algo? —inquiere con suspicacia, sus profundos ojos clavados en mi rostro, estudiando cada una de mis reacciones.

Niego de forma energética. Quisiera que hubiera una forma de suprimir la burbujeante emoción que el toque de sus labios me provoca, quisiera ser inmune a su cercanía. Antes de que Dominic pueda seguir cuestionándome, veo por el rabillo del ojo que mis padres y mi hermano entran por la puerta principal.

—¡Mira nada más! Es el momento perfecto para ir con mi familia y mostrarle al rey que los Godard y los Blake ya nos llevamos bien —le digo tomándolo del brazo.

—Puede resultar riesgoso, Ava, ¿crees que tu padre se aguante las ganas de darme un puñetazo en la cara? —pregunta él con una ceja enarcada.

—No empieces —lo amonesto irritada.

—Pregunto en serio —responde Dominic.

Ya no es necesario que vayamos al encuentro con mi familia, pues ellos ya están llegando a nuestro lado.

—Hija mía, ayer me dijiste que usarías tu vestido color púrpura —comenta mi madre al tiempo que besa mis mejillas.

—Cambié de opinión, este es más lindo —miento pues no quiero que mis padres sepan de todas las malas jugadas que sufro en mi nuevo hogar, no quiero preocuparlos o hacerlos enojar en vano.

—Buenas noches, señor y señora Blake —saluda Dominic inclinando su cabeza con respeto.

—Buenas noches —responden ellos al unísono en actitud recelosa.

—Cambien las caras largas, Su Majestad nos está mirando —nota Frederick esbozando una sonrisa falsa y estrechando la mano de Dominic como si fueran viejos amigos.

La nueva generación es más exitosa pretendiendo que no existe ninguna enemistad entre nuestras familias; por desgracia, mi padre no logra quitar la cara agría frente a Dominic. Solo espero que Ray no decida acercarse a provocar a mi padre pues no me parece que traiga mucha paciencia el día de hoy. Miro de un lado al otro intentando ubicar a mi problemático suegro. Como no lo encuentro, tomo a Dominic del brazo y lo aparto ligeramente de mi familia.

—Por favor, pídele a tu padre que se comporte. No podemos darnos el lujo de cometer un error frente a Esteldor —le pido en un susurro.

—De acuerdo, pero tú haz lo mismo —me advierte él.

En estos momentos no hay tiempo de hacerle notar que el único canalla aquí es su padre, además, si volvemos a entrar en ese tema voy a enojarme y no quiero tener una discusión con Dominic en medio de tantos ojos curiosos.

—Bien, se lo diré —le contesto.

Dominic se va para buscar a su padre y yo me quedo con mi familia. Rodeada por ellos, las miradas inquisitivas dejan de molestarme y me siento segura. Pasa un buen rato en el que incluso puedo decir que me lo estoy pasando bastante bien, por un instante puedo pretender que la vida es normal, soy la Ava de siempre, la libre que disfruta pasar tiempo con la gente que ama, no soy la chica que casaron a la fuerza con la familia rival.

—Creo que deberías ir a buscar a tu marido, ya llevan bastante tiempo cada uno por su lado y eso puede levantar varias cejas —comenta mi hermano discretamente.

Suspiro pues sé que tiene razón. Las parejas casadas pasan tiempo juntas y no se va a ver bien que Dominic esté con su padre y yo con los míos sin dirigirnos la palabra durante horas.

Con pesar, me aparto de mi círculo seguro y comienzo a buscar a Dominic entre los invitados. Zigzagueo entre las parejas que bailan, la gente que come y bebe, y aquellos que ríen en voz alta. No logro caminar mucho cuando soy interceptada por Colette Gil y Sabrina Columbo, dos chicas bastante entrometidas con las que solía llevarme bien cuando éramos niñas.

—Mira nada más que apuesto marido te tocó, Ava. ¿No lo crees también, Sabrina? —pregunta Colette con una sonrisa socarrona—. ¿Quién iba a pensar que el rey Esteldor resultaría ser tan buen casamentero?

—Sí, supongo que sí —respondo sin mucho ánimo.

—Vaya que sorprende ver al heredero de los Godard en un evento de sociedad… no lo recordaba tan bien parecido. Creí que tenía bien identificados a todos los hombres solteros del reino, pero ahora veo que me equivoqué. Ese Dominic resultó ser un bombón. Vas a ser el blanco de mucha envidia, Ava, te llevaste a un muy buen partido y eso siempre da pie a enemistades —comenta Colette.

—Pues no veo por qué, tampoco es como que tuve mucho que ver al respecto —replico incómoda.

—¿Eres feliz, Ava? —inquiere Sabrina y puedo ver que su interés es sincero.

No soy capaz de responder, las palabras se atoran en mi garganta antes de poder salir. Claro que no soy feliz, fui obligada a casarme con el hijo del peor enemigo de mi padre y ahora vivo entre gente que me odia y que activamente busca sacarme de mis casillas para ahuyentarme. Aunado al hecho de que apenas y me hablo con mi esposo. ¿Quién podría ser feliz así?

—Ya sabemos que ninguno de los dos es feliz, Sabrina, ¿cómo preguntas eso después de lo que Celeste nos dijo? —la regaña Colette picándole las costillas a su amiga.




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