En los brazos del enemigo

Capítulo 14

Caminamos en silencio durante un buen rato hasta que el enojo de Dominic lo desborda y comienza a quejarse en voz alta.

—¿Cómo se atreve a montar una escena así? ¡Y enfrente de Teodoro Schubert! ¿Acaso no tiene ningún autocontrol? Ni siquiera consideró lo que hará el rey cuando se entere, ¡pero qué inconsciente!

—De verdad fue una imprudencia, pero te pido que no lo juzgues... esto es muy duro para él —digo con pesar.

—Ah, claro, pobrecito. Ver a su hija con este “sucio” Godard debe ser taaaan denigrante —exclama Dominic con coraje—. También debe ser duro para ti... oh, ¡qué tragedia! La dulce Ava en los brazos de un rufián.

—Basta. Sabes que yo no me siento de ese modo —le digo al tiempo que lo jalo del brazo para que se detenga.

—¿Estás segura, Ava? Puede que en el fondo me desprecies tanto como tu familia...

—¿Me desprecias tú a mí? Tu familia sin duda lo hace —le recuerdo—. Tú más que nadie deberías saber que lo que sienten ellos no tiene nada que ver con lo que sentimos nosotros... al menos eso creo yo.

Dominic parece tranquilizarse, pero solo un poco.

—Claro que no te desprecio. Todo lo contrario, Ava —dice al tiempo que acaricia mi mejilla con sus dedos.

—Pues yo tampoco a ti. Y mi padre solo está así por... sus prejuicios.

—¿Qué prejuicios? En verdad no concibo que alguien esté tan enojado por un asunto de negocios. Ademas, ¿qué fue eso de que no me haría responsable de mi hijo? ¡Eso es llevarlo demasiado lejos! Me está injuriando sin conocerme.

Suelto un suspiro pues entiendo que ha llegado el momento de confesarle a Dominic la verdad. Solo espero que no lo tome a mal.

—Hay una razón por la que dijo lo que dijo. La pelea entre nuestras familias no tiene nada que ver con sus negocios. El motivo que tiene mi padre para estar enfadado es mucho más poderoso —le confío con miedo—. Tu padre... tuvo un amorío con mi tía cuando ella era una jovencita —el rostro de Dominic palidece un poco, escandalizado con mi confesión y temo decirle el resto, pero ya comencé y no tiene sentido parar ahora—. Ella tuvo un hijo, fruto de esa relación, y tu padre se negó tajantemente a reconocerlo. Para evitar un escándalo, mi tía se fue a vivir lejos con el bebé; lo cual fue muy duro para mi familia. Así que, si te parece irracional la ira de mi padre por un asunto de negocios, es porque ese no es el motivo que lo tiene molesto. Como ahora ves, las desavenencias entre los Blake y los Godard tienen un origen mucho más grave. Lamento que tengas que enterarte de esto, pero tal vez así puedas comprender un poco el porqué del odio entre nuestras familias.

Dominic se queda boquiabierto ante mi confesión. Después, mira a su alrededor como si buscara algo. Entiendo lo que quiere hasta que lo veo dirigirse hacia un tocón y tomar asiento sobre él. Pasa un buen rato sin que diga una sola palabra, parece estar meditando en lo que escuchó y yo lo dejo. Si su rostro es un indicador, no parece molesto o indignado, ni creo que vaya a acusarme de injuriar el buen nombre de su familia, pero mantengo la guardia alta solo por si las dudas.

—Esto es... lamentable sin duda —musita más para sus adentros que para mí—. Ahora todo cobra sentido. Tu padre tiene toda la razón al alterarse de ese modo. Qué vergüenza con tu familia... no los culpo por odiarnos.

—Entonces, ¿no estás enfadado conmigo?

Dominic se gira para verme con ojos llenos de sorpresa.

—¿Enfadado? No, ¿por qué lo estaría? Al contrario, te agradezco que me compartas esta información. No debió haber sido fácil —dice al tiempo que me hace una seña para que me acerque a él.

—Quería decírtelo antes, cuando me dijiste que eras un partidario de la verdad, pero temí que me acusaras de mentir —le confieso con timidez al tiempo que tomo asiento a su lado.

—Entiendo, no cualquiera se tomaría una confesión de esta magnitud con calma, pero para mí es sencillo creerte pues... no es la primera vez que alguien acusa a mi padre de algo similar.

Mi mandíbula cae con lo que escucho, ahora soy yo la sorprendida.

—¿Quieres decir que hubo otras mujeres?

—Al menos una más. Vino a la casa hace años, yo era tan solo un muchacho, pero recuerdo que ella le exigía a mi padre a gran voz que se hiciera cargo de la hija de ambos gritando desde la reja de acceso a la mansión. Sus reclamos se escuchaban en todas las habitaciones. Mi madre la mandó a quitar de ahí a la fuerza. Cuando pregunté qué había sucedido me dijeron que era una alcohólica que solo buscaba desprestigiar nuestro buen nombre. Ahora me doy cuenta de que decía la verdad.

Siento el estómago caliente de enojo. Así que ese pillo no tuvo suficiente con arruinarle la vida a una mujer sino a dos. ¿Qué clase de monstruo abandona a sus hijos a su suerte? Me guardo mis comentarios pues soy consciente de que sigue siendo el padre de Dominic y no quiero ofenderlo.

—Lamento que hayas tenido que unir tu vida a una familia tan ruin —me dice con pesar antes de tomar mi mano—. Te aseguro que yo no soy nada como él.

Aprieto su mano entre la mía con cariño.

—Lo sé, no necesitas ni decirlo —le respondo con una media sonrisa—. Dominic, creo que es mejor que nos vayamos de aquí. Tenías razón en querer salir de la ciudad, aquí jamás podremos ser felices. Tu familia no me quiere, ni la mía a ti. Es mejor irnos para estar solo los dos.




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