En los brazos del enemigo

Capítulo 19

Dominic regresa varias horas después, ya bastante entrada la noche. Mi corazón se hunde al ver la desesperanza en su rostro.

—¿No pudiste hablar con el juez? —le pregunto, preocupada.

—Sí que hablamos... —dice al tiempo que toma asiento sobre la cama—, pero las cosas no sucedieron como yo esperaba. Creí que podía disuadir al juez Russo de ir a juicio si le hablaba de lo perversas que son mi madre y mi hermana; lamentablemente, él se rehusó en base a la creciente evidencia en tu contra...

—¿Creciente evidencia? No entiendo —digo consternada.

—De algún modo, Celeste persuadió a Prym para testificar en tu contra, de modo que ahora ella alega que te vio en la cocina varias veces vertiendo una sustancia extraña en la comida de mi padre. Prym va a estar en el juicio de mañana para hablar de lo que, según ella, vio.

—¡Pero eso es mentira! —grito indignada—¿Cómo se atreve a injuriarme de ese modo?

—No sé si fue por medio de amenazas o sobornos, pero de algún modo ellas lograron convencer a Prym de prestarse a mentir. El problema es que, con una testigo, es imposible que el juez desestime la denuncia.

—¿Qué hay del rey? Tal vez él puede hacer algo si le explicamos que Prym está mintiendo —pregunto, desesperada.

—Lo intenté también, pero Esteldor prefiere mantenerse al margen, el juez Russo es uno de sus mejor amigos y no quiere pasar por encima de él. Me dice que debo confiar en que el juicio va a lograr que la verdad salga a la luz —me explica desanimado.

Tomo asiento sobre la cama y hundo mi cabeza entre mis manos, llena de angustia y temor. La esperanza que sentía hace rato se va apagando poco a poco en mi interior, mi suegra y mi cuñada van ganando la partida.

Dominic coloca su mano sobre mi espalda y comienza a acariciar de arriba a abajo.

—Lamento mucho todo el daño que mi familia te ha hecho. Estarías mucho mejor si los Blake jamás se hubieran cruzado en nuestro camino —dice Dominic lleno de pesar.

Alzo la mirada y me giro hacia él.

—No digas eso. De ser así, tú y yo no estaríamos juntos. No imagino una vida sin ti —respondo al tiempo que tomo su mano entre la mía.

Dominic se inclina para besarme. En ese beso pongo todo el amor y la entrega que tengo hacia mi esposo. Puede que mi vida sea mucho más complicada desde que estoy con Dominic, pero prefiero esto a no tenerlo a mi lado. Él es el hombre de mis sueños y siempre lo voy a preferir a él que a la calma.

Nuestro beso es interrumpido por la voz de mi padre gritando improperios en el pasillo. En un tono más mesurado y amable, escucho también a mi hermano y a mi madre que lo acompañan. Nos ponemos de pie de inmediato para abrir la puerta de la habitación-celda. Mi familia entra de forma intempestiva. Como un toro listo para atacar, mi padre se le va encima a Dominic. Al contrario de Ray, mi esposo es un hombre realmente ágil y no tiene problema en esquivar todos los golpes que mi padre intenta asestarle. Mientras tanto, Frederic, mi madre y yo hacemos todo lo posible por detenerlo.

—¡Sanguijuelas desalmadas! —grita mi padre fuera de sí.

Mi hermano lo toma de un brazo y yo del otro.

—¡Basta, por favor! —le pide Frederic.

—¡Voy a acabar con todos y cada uno de los Godard!

—¡Padre! No creo que amenazarlo de ese modo sea lo más inteligente cuando tu hija está a punto de ir a juicio por asesinar a un Godard —le recuerdo, molesta.

Mis palabras son como un balde de agua fría. En ese momento deja de intentar golpear a Dominic y se queda quieto en su lugar.

—Ahora lo importante es probar la inocencia de nuestra pequeña —comenta mi madre.

—Le aseguro que yo estoy tan interesado en sacar a Ava de este lío como ustedes —dice Dominic al tiempo que se arregla el cabello, alborotado por todos los esquives que tuvo que hacer.

—Tú no vas a estar involucrado en esto. Soy yo quien resolverá el asunto. No quiero que vuelvas a acercarte a mi hija —le advierte mi padre.

—¡Esa decisión es mía y yo quiero estar con Dominic! —intervengo, enojada de que crea que puede separarme de mi esposo.

—Entiendo la molestia, señor Blake, en verdad que lo hago, pero creanme que nada me interesa más que el bienestar de Ava. Mi madre y mi hermana cometieron un acto imperdonable, pero yo me encargaré de remediarlo —les asegura Dominic en tono conciliatorio.

—¿Qué planeas hacer, Godard? —lo cuestiona Frederic.

Le hago una seña discreta a Dominic para dejarle saber que no quiero que les comparta qué tan mal está mí situación, no tiene sentido sumir a mi familia en el desasosiego antes de tiempo. Él no necesita palabras para entenderme y de inmediato capta mi petición, por lo que les da una versión adornada de los hechos que hace parecer que el juicio de mañana será una cosa sencilla. Sé que ellos se presentarán en la corte y verán con sus propios ojos que no es así, pero al menos quiero darles un poco de tranquilidad hoy.

Mi familia y Dominic se retiran después de un rato, todos debemos descansar antes del juicio.

Me voy a dormir apesadumbrada. Estoy metida en serios problemas, el juicio es mañana y debo encontrar la forma de probar mi inocencia antes de que las mujeres Godard me hundan con sus mentiras. Paso la noche dando vueltas en la cama, preguntándome qué va a ser de mí si el juez me declara culpable. Jamás he visto el interior de una prisión y no quiero hacerlo, ya bastante aburrido ha sido tener que pasar el tiempo aquí encerrada en la habitación de la posada, una celda de verdad me haría perder la cabeza.




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