En los ojos de la luna

Capítulo 14

Reaparecimos en el bosque, las sombras de Cloe se desvanecieron. No pude evitar sobresaltarme al ver a Clara sentada junto a mi cuerpo con el rostro pálido, sus labios contraídos hacia adentro y tomando mi mano con las suyas, se notaba realmente desencajada. Empeoró cuando nos miró. Dió un grito al ver a Cloe quien le sonreía de forma sádica.

— ¿Clara? ¿Qué haces aquí? —pregunté, confundido y nervioso, me había descubierto; no obtuve respuesta.

— ¿Qui...?, ¿qui...? ¿¡Quién eres tú!? ¿Qué...?, ¿qué...? ¿¡Qué le hiciste a Cast!? —chilló con la voz temblorosa, paralizada por el terror.

Cloe abrió los párpados de manera siniestra, ladeó la cabeza con lentitud y sus labios se curvaron aún más arriba con la expresión más aterradora que había visto jamás.

— Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? Una conejita asustada.

— Cloe, basta. Déjala— Mi preocupación aumentó «sólo estás empeorando las cosas», me acerqué rápidamente a Clara—. Clara, ¿qué haces aquí?— Intenté tomarla del brazo, pero mi mano la atravesó.

—Ya te lo he dicho, chiquillo —murmuró Cloe, sin perderla de vista—, ella no puede verte ni oírte, ¿no así?.

Por supuesto, seguía en mi forma astral.

—¿Con...? ¿Con quién hablas? —Clara estaba tan aterrorizada que las lágrimas estaban a punto de brotar de sus ojos.

Volví rápidamente a mi cuerpo y me levanté del tronco. —Tranquila Clara, ella no te dañará, yo, puedo explicarte...

Al verme, me abrazó por instinto, buscando protección, temblaba sin poder contenerse, aunque el contacto no me agradaba estaba tan afligida que no la aparté, además necesitaba que se quedara a mi lado para que no corriera a avisar a los adultos de lo que estaba ocurriendo. La rodeé con mi brazo derecho. Lancé una mirada de advertencia a Cloe. —Fuiste demasiado lejos.

Ella solo se encogió de hombros. Su sonrisa menguó apenas. —¿Qué? No fue para tanto, además ella tuvo la culpa, no tiene nada que hacer aquí.

Tomé a Clara por los hombros y la aparté de mí, al ser más alta que yo tuve que alzar un poco mi rostro para mirarla a los ojos.

—Clara, necesito que te tranquilices. Cloe es una amiga mía. No te hará nada, lo prometo.

—¿A... amiga tuya? Cast, esa cosa es un monstruo. —Su voz salió en un chillido agudo, desgarrado por el miedo, mientras la señalaba con un dedo tembloroso.

—¿Cómo me llamaste? —Cloe chirrió los dientes. Una vena brotó en su frente—. Pequeña mocosa, ahora sí voy a...

Alzó la mano, que se transformó en una garra cubierta de sombras. Clara se estremeció, saltando detrás de mí, usándome como escudo.

—¡Cloe, basta ya! —Mi voz fue firme. Tajante.

Agitó la mano, entornando los ojos. Las sombras se disiparon con un leve silbido y, finalmente, se cruzó de brazos con fastidio. —Es idéntica a tu madre —musitó entre dientes—. No aguanta una simple broma.

La miré con desagrado ante la referencia hacia mi madre. Me giré, soltando el aire con fuerza por la nariz, intentando —sin éxito— tranquilizarme.
Ahora me sentía frustrado, tanto por la forma de actuar de Cloe y sus palabras, como por el hecho de que Clara me había seguido y descubierto mi secreto. Tenía que asegurarme de que no lo revelara.

—Clara, ¿qué haces aquí?

—Yo... vine a buscarte —murmuró sin poder verme a la cara—. Había notado que salías todas las noches hacia el bosque. Volvías después de mucho tiempo, casi siempre antes del amanecer. Hoy te vi tan enojado por mi regalo que esperé a que salieras de tu habitación. Te seguí. Pensé que sería el mejor momento para disculparme... estando a solas. —Comenzó a jugar con nerviosismo con el borde afelpado de su pijama—. Cuando llegué vi a esa...

Hizo una pausa, mirando a Cloe y eligiendo con cuidado sus palabras para no molestarla, aunque ella ya nos ignoraba por completo.

—...mujer abrazarte. Después te sentaste aquí y te quedaste como piedra. Tan pálido. Y ella —señaló a Cloe con la cabeza—, se envolvió en cosas negras y desapareció. Cast, fue horrible. Pensé que algo te había pasado, que esa bruja te había comido el alma o algo así. Además, la forma en la que me miró me dio mucho miedo. ¡No podía dejarte aquí! Así que esperé hasta que se me ocurriera algo. Despertaste, y eso me deja tranquila.

Dejé escapar un suspiro hondo que arrastró con él gran parte de mi preocupación. Si Clara sabía sobre mis salidas nocturnas y aún no había dicho nada... si incluso había esperado paciente hasta que yo volviera en mí, quizá tampoco contaría esto sin mi permiso.
De todos modos, debía asegurarme.

Un pensamiento repentino cruzó por mi mente, desviando mi atención: Cloe se había estado burlando de Clara.
Esa mirada, ese gesto de despedida antes de que las sombras nos envolvieran, eran para ella. Esa cabecita que vi escondiéndose era la de Clara. Cloe no perdía oportunidad de asustar a quien pudiera.

La miré de reojo; mantenía la vista al cielo, con hartazgo. Una pequeña sonrisa se me escapó, inevitable, disipando un poco mi molestia hacia ella. Pero la misma se desvaneció cuando volví a prestar atención al momento y me dirigí a Clara.

—¿Recuerdas cuál era la tercera regla que debías cumplir si querías nuestra amistad? —inquirí tranquilamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.