En los ojos de la reina

Capítulo 13: Descubrí tu secreto

El reloj marcaba cinco y cinco cuando mis pies dejaron la cama. Me había asegurado que nadie radicara en mi periferia y de esa forma, poder salir a hurtadillas de mi habitación para deslizarme por las áreas de servicio. Crucé el gran salón, el cuál lucía impoluto; cómo si dos horas atrás más de un centenar de fuertes no hubieran estado ahí. Avancé hasta mi sala particular de estudio en el que solo existía una tenue luz cercana a la ventana que iluminaba la habitación y cerré la puerta.

—¿Insomnio? —escuché una voz grave emergiendo de la oscura esquina tras adentrarme a la sala. No era necesario girar. Después de todo, yo coloqué en su mano la nota que lo llevó a ese lugar.

—No, y tú.

—Tampoco —contestó Rolan.

Había dejado su uniforme atrás portando en esa ocasión una camisa blanca y delgada arremangada hasta sus codos haciéndole ver tan atractivo, mientras que yo dejaba caer sobre mí una bata de dormir blanca con mangas largas y cuello redondo, aunque aquello no evitaba que bien pudiera haber incluso pasado por un simple vestido primaveral considerando la temporada.

—Te veías muy linda esta noche —avanzó la voz de entre la oscuridad de la sala hasta la iluminante área en donde yacía—. Siento no haber tenido la oportunidad de decírtelo.

—Me hubiera gustado poder bailar contigo —le confesé.

—Bueno, temo que aquello hubiera sido un tanto extraño con la cantidad de noble rodeándonos ¿no lo crees?

—Pero ahora ya no están.

Mi mano se estiró hasta Ron en la propuesta, sin embargo, su cabeza negó para sorpresa mía.

—No, eso debo pedirlo yo —el turno de que su mano se estirara y con una inmediata sonrisa la acepté.

Fue entonces que la música comenzó a sonar gracias a una caja musical antigua que toda sala posee. Aquel baile en definitiva no fue como los que ejecuté durante la pasada celebración o como aquel que compartimos en la taberna. No, la música era suave incitándonos a dar vueltas por todo el salón que nos perteneció por completo de principio a fin con su mirada fija en la mía.

—Llanos —lo escuché susurrarme.

—¿Perdona?

—Mi verdadero nombre es Rolan Llanos, no Real. Mi madre murió cuando yo era muy pequeño y lo correcto era que fuera al orfanato donde los niños de mi edad van, pero alguna vez escuché cosas nada buenas acerca de ser un foráneo, así que temí y mentí. Fingí haber escapado de la guardia azul y que tras darme cuenta de mi error, volví. Y vaya que recibí una buena lección aquel día —sonrío amargosamente ante el recuerdo que debió invadirle—. Mi espalda aun conserva las marcas de mi error, pero no me arrepiento. Tomé la decisión correcta y esa fue ser desde ese entonces Rolan Real.

—Ron —gesticulé tan levemente por el impacto de su confesión que incluso detuve el baile.

—Sabes, posees los ojos más azules y brillantes que alguna vez haya visto en toda mi vida en alguien —cortó todo aquello que pude espetarle con su mirada intensa observando ya no mis ojos sino mis labios. Comprendí lo que deseaba hacer, pero supe que él no se atrevería a llevarlo a cabo, por lo que tomé la osada iniciativa y hablé:

—Bésame Ron —sonó como una orden, puesto que mis ojos nunca se despegaron de los suyos, sin embargo, no era mi intención encantarle (como él le llama), pues deseaba que aquello entre ambos fuera real.

Con delicadeza, llevó su mano hasta mi mejilla acunándola, mientras la otra se alargó más hacia mi cintura para aproximar más nuestros cuerpos y latidos acelerados, sintiendo como sus labios rosaban apenas con los míos incitándome a querer un poco más de él, llevándome con su mesura a sentir todo y nada a la misma vez hasta que sus labios decidieron presionar con más apremio los míos.

Jamás había besado a alguien de tal modo que solo pude cerrar mis ojos y mantenerme inmóvil esperando que él llevar el ritmo, aunque el momento no duró realmente lo suficiente para mí, pues su boca antes presionando la mía se separó, dándome apenas un instante de saborearlo con el deseo de lanzarme a sus brazos nuevamente, pero mi educación no me lo permitió, pese que ello no significaba que nuestro encuentro no importara.

Mordí mi labio con la sensación de ser besada por primera vez posando mi cabeza en su hombro para ocultar mi sonrojo y quedarme de ese modo.

—Siento haberme demorado tanto en hacerlo —me susurró en el oído.

—No, fue perfecto —exclamé separándome de él, mientras deseé que el tiempo se detuviera para ambos mientras observaba sus bellos ojos grises, causando que sus nudillos rosaran de nuevo la piel de mi mejilla con una sonrisa que fue difícil no corresponderle—. Fue lindo volver a verte, Ron —me despedí de él antes de que alguien notara mi deslizamiento hacia el estudio.

—Fue lindo volver a verte, Ofi —me devolvió aquella frase seguido de abrir la puerta y ofrecerle la espalda.

Aquella noche me dejó partir de la misma forma que yo a él y tras el cierre de mi alcoba, permanecí detrás de la puerta como sí ella pudiera sostenerme de cualquier colapso emocional para entonces comenzar a llorar con la completa certeza de que me encontraba rotundamente enamorada de Rolan Llanos, así como comprendía que yo nunca podría estar con él, porque lo nuestro estaba prohibido en más de una forma y sentido.

Él era un seguidor y yo una fuerte. Las leyes lo prohíben desde que esta nación nació, porque las mujeres mueren al dar a luz o antes de eso. Mezclar la sangre de ambas clases nos mata. Lo escuché tantas veces como para olvidarlo. Incluso, el diario del primer rey de Victoria, Gregorio Tamos, lo relata cuando él decidió casarse con una seguidora y ella murió intentando engendrar a su heredero.

Y pudiera que no estuviera segura del todo quien era él y que creyera que Ron únicamente representaba la forma de adherirme al pasado y los buenos días cuando era feliz, pero no lo era. Una parte mía necesitaba saber antes de dejarle ir sí Ron todavía era ese chico de 9 ciclos que entró a este palacio y comprender de igual forma que era justamente eso lo que me había hecho no ver la realidad con respecto a aquel guardia que robó mi corazón, sin embargo, por la mañana de ese día, Rolan Llanos sabría que yo descubrí su secreto.




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