Magnolia Lilian Viredo Utón decía la lápida que tenía frente a mis ojos. Es una tradición enterrar a las personas en el sitio donde murieron para que de esa forma, su esencia permanezca intacta.
Ella no poseyó más familia que los Tamos y ya que yo era la única que sobrevivía, no existió razón mayor para qué con mi asistencia bastara. Poco supe de su vida antes de que ingresara al Palacio veinte ciclos atrás y me arrepiento de ello ahora. Siempre me pareció una mujer audaz por renegar la vida que Victoria imponía e independiente por no dudar jamás de su elección ni un instante, sin embargo, saber que yo fui lo único que tuvo me entristeció.
El honroso funeral ya se había producido el día anterior junto con los demás que perecieron como era debido, pero ante mi clara salud el asistir no fue posible pese que dediqué unas cortas palabras a todo aquel soldado y alto mando que murieron en batalla.
Observé el panorama antes de partir al palacio con el feroz viento de una nueva mañana que resoplaba sobre nuestros rostros. A un costado, Damián e Irruso me escoltaban. Agradecí aquel gesto por su parte.
—Los encontraré —prometí mientras colocaba una flor amarilla en su lápida.
Dirigirse al jet y visualizar como solo seis de los catorce hombres que habían venido conmigo volverían al palacio me estrujó el estómago. La rabia y culpa por igual me abordaron.
Entre el camino emprendido vislumbré a Iriden desplazarse por la pista. Fui capaz de percatarme de su intento por otorgar media vuelta para esquivarme, aunque era tarde, siendo que terminamos uno frente al otro recibiendo a cambio una practicada sonrisa de cortesía.
—Su Alteza, luce... como toda una guerrera.
—¿Le parece? —exclamé con la idea de saber que apenas y conseguí el sueño con aquel incómodo vendaje y aterrador dolor que surgía cada vez que me movía. Pude percatarme de como una venda rodeaba su mano derecha causada probablemente por una quemadura tras querer apagar el fuego en la estación.
—Damián me comentó que usted le salvó. Es todo un bárbaro. Ya le reprendí, pues mi hermano era quien debió salvarle a usted y no al revés. Se ha convertido en toda una leyenda por aquí en la estación Hidal, Alteza. Dicen que luchó como nadie para salvar vidas.
—No todas las que hubiera querido.
—Lamento lo de su institutriz.
—Supongo que no fui lo bastante rápida.
—Yo debí estar ahí también, pero lo cierto es que le he estado evitando —mi mirada se elevó hasta su larga altura—. Y espero algún día pueda perdonarme. Lo lamento, no sabe cuánto.
—No sé de qué se disculpa, Iriden.
—Su padre.
—Él qué.
—Ese vidrio, en la explosión de Isidro, debió herirme a mí y no a él.
Fue entonces que comprendí que el soldado que le había contado la historia acerca de mi padre en Teya a Damián, del que él no me quiso hablar, era su hermano.
—Mi padre... —respiré hondo ante su mención—. Él tomó una elección y fue salvarte. Corrió el riesgo y estoy segura que no se arrepintió de ello —pudiera que la culpa hiciera que mi padre le salvara, ya que sí él estalló ese sitio tal como Iriden lo aseguraba, él no permitiría que alguien que conocía o apreciaba muriera por ello. No teniendo a su hermano en el palacio protegiendo a su hija—. No puedo ordenarte que dejes de culparte, pero el tiempo lo hará, así que intente hacer algo bueno con él, teniente. Algo más que solo llegar tarde a cualquier lado que vaya—sonrió, de esa forma que deseaba hacer las paces consigo mismo.
—Ahora entiendo por qué.
—¿Por qué, qué?
—Nada, Alteza —me reverenció, mientras lo vi marchar con una ligera sonrisa en los labios.
—Reina Ofelia —llamó el coronel Irruso tras saber que le solicitaba.
—Antes de marcharme, me gustaría agradecer todas las atenciones obtenidas aquí, en su estación. El jet otorgado para el viaje, ceder su propia habitación para mi descanso, así como el cuidado de mis guardias por igual. Aquellas actos suyos no pasan por alto de mi parte, coronel, y prometo personalmente encargarme de que esta estación se reconstruya con la mayor brevedad posible, del mismo modo que damnificaré a los reales aposados en el sitio.
—Eso es muy generoso de su parte, Su Majestad. Y créame que estar a su servicio es lo menos que puedo hacer para honrar la memoria de su madre.
—¿Mi madre? ¿Usted... la conoció?
—Ambos fuimos educados en la misma elemental en la costa de Borlan antes de que sus padres murieran y ella debiera mudarse a Gaelena.
Todo indicaba que tendría un aliado que posiblemente usaría a mi favor. Sin embargo, al parecer también ganado a lo largo de los meses un enemigo.
—¡Cómo se te ocurre haber prescindido de los servicios del señor Octavius! —me gritó mi abuela en aquella ocasión, abrió la puerta de mi habitación sin anunciarse previamente la mañana siguiente a mi arribo al palacio—. ¿Sabes acaso lo tonta que ha sido tu decisión?
La sesión con los gobernadores se había pospuesto una semana debido a los hechos sucedidos con anterioridad. En teoría aquello me otorgaría el reposo suficiente para recuperarme, aunque las enmiendas nunca se detenían, por lo que debía reunirme más tarde con mi consejero Xiano Lan en mi antesala para atenderlas, pesé que mi cabestrillo lo hacía todo tan incómodo.
—¿Posees alguna idea de lo importante que era tenerlo como general?
—Estoy bien. Gracias por preguntar, abuela.
—No te hagas la ofendida conmigo, Ofelia, porque ya no eres una niña —su bastón resonó en el suelo importando muy poco que Ana se encontrará ahí—. Déjame aclararte lo que has hecho por si es que tu pequeña cabecita no lo comprende: Octavius, es un renombrado fuerte dentro de La Capital y de toda Victoria, me atrevo a decir. Él le otorgaba la seguridad a la nación de que podía resguardarla y guiarla dentro de cualquier posible frágil decisión que tomaras acerca de ella.
"Frágil"
—A buena hora mi hijo se le ocurrió nombrarte reina regente —sobo el arco de su nariz—. Me esforcé, Ofelia. Incluso tu madre y Magnolia que perecieron en ello dedicaron su vida entera para educarte, pero no bastó porque ahora dependemos de encontrar un fuerte lo suficientemente valiente para aceptar casarse contigo y brindarnos a un digno heredero que con suerte, espero no se parezca a ti.
#9522 en Fantasía
#18087 en Novela romántica
triangulo amoroso princesa guardias, poderes ocultos dos clases de sociedad, mentiras traiciones secretos y conquista
Editado: 24.09.2025