Rolan no mintió con respecto a que los rebeldes tomarían el palacio esta noche, sin embargo, aquello podía ser una ventaja si es que la aprovechábamos con inteligencia.
—La zona oeste también ha sido tomada, mi General —informa uno de los guardias con los corceles en su dominio.
—Todos los accesos están bloqueados entonces —escucho a Damián pronunciar de manera retórica, toma el mando de la huida, mientras mi hermano me tiende su mano para que ascienda al corcel que compartiremos.
—No todos —agrego con velocidad, miro a Agustín quién yace a mi costado, monta junto con una guardia fuerte. Una de los reclutas de Eren (la he visto) de nombre Kendra. Por supuesto que ella mantiene las riendas, mientras que él permanece atrás sujeta a la cadete. De inmediato él comprende a lo que me refiero.
—La alcantarilla —espeta al tiempo que el resto se muestra confundido.
—Se encuentra detrás de los establos y granero. Nadie sabe de su existencia.
—¿Y cómo es que ustedes si? —me cuestiona Damián.
—Porque escapaba por ahí para adentrarme a Xelu —admito—. Podríamos huir y correr lo suficiente hasta llegar a las bodegas de reservas donde está su T-23 —sugiero y parece ver mi punto.
El jet que le ofrecí en su festejo número veinte yacía resguardado en aquel sitio. Mencionó querer ser el primero en sobrevolarlo a su hogar en Torna, Santiago y sí llegábamos hasta aquel punto me parece que tendrá la oportunidad de cumplirlo pese que tengamos que ir a todo pulmón para llegar en un tiempo récord de quince minutos por el sendero boscoso, siendo que los corceles no cabrían dentro de nuestra ruta de escape.
—¿Escapabas del palacio? —habla Ben regresando al plan. Noto una breve sonrisa en su boca, aunque está se corta pronto cuando flechas comienzan a llover cerca de nosotros con gritos para detenernos, pues pudiera que los fuertes de Farfán aposados a las afueras se concentraran en contener la entrada para los rebeldes, sin embargo, para los que comenzaban a emerger del palacio todavía éramos su objetivo principal.
—Octavius y yo cubriremos esta brecha, váyanse —responde Eren a un costado de más guardias leales a nosotros que asienten sin titubear tras su orden.
—¿Nos separaremos?
—Es necesario para que consigan...
—¡No! lo mejor es que estemos juntos —estallo, mientras nos escogemos ante las ráfagas de flechas y gritos que se acercan a cada segundo. Jamás podríamos escapar si permanecíamos un instante más a la vista de todos.
—Llegarán más pronto si van arriba de ellos —Eren tira la orden de que sus hombres y mujeres nos resguarden, así como otros tres de Octavius que se unen a nosotros. Montan los únicos corceles que consiguieron y tan rápido como el sonido de revólveres y botas presurosas nos cuvren, le ordena a Damián que nos lleve lejos. Por la puerta oeste.
—Prometió que nos cuidaría —expongo ante Irruso al borde del llanto, notando su herida en el abdomen y otra en el brazo. Sonríe, sabiendo que es probable que muera.
—Y es justo lo que planeo hacer, Su Alteza.
Ben toma mis manos para que lo abrace sin pedir permiso y emprendemos trote, siendo que debemos compartir los seis corceles que lograron traer de los establos. No son suficientes para todos, pero eso ya lo contemplaban ellos.
Mi hermano tira de las riendas sin que llegue a agradecer lo mucho que hicieron por mí.
No quiero mirar hacia atrás después de minutos, pero sé que guardias se acercan con prontitud a nosotros. Pasada la persecución, una flecha se incrusta en la pata de nuestro inocente corcel, provocándole que éste tropiece e inevitablemente caigamos al suelo. Ben gira y se levanta como si nada le perturbara, sin embargo, yo termino recostada y exhausta sin poder respirar. Coloco la mano en la herida que el rosón pasado de una bala me provocó derramar sangre.
—Ya no puedo más —susurro sin aliento, cierro los ojos, rindiéndome.
Mi cuerpo grita por detenerme, por dejarme vencer, pero no se lo permito. Jadeo a pesar que nuestro tramo haya sido tan corto. Pienso en los hombres valientes que arriesgan sus vidas en este preciso momento para ofrecernos tiempo, por lo que fuerzo a mi mente y cuerpo a seguir adelante, sin embargo, es mi hermano quién coloca su brazo en mi cintura para ponerme de pie.
—Vamos —me alienta.
Damián regresa a nosotros y enfila su espada con los combatientes que nos pisan los talones. Miro a mi periferia, pero de ambos lados se están perdiendo vidas. Uno de los que se mantienen de pie se lanza en dirección del General y otro más va hacia Ben con un revólver, aunque yo lo he de sorprender primero con el arma que tomé del guardia al que le corté la mano y opté por conservar para de ese modo, tirar del gatillo.
Esta es la primera vez que realizo algo semejante, por lo que cuando la detonación cede, mi hombro se remueve con ligereza hacia atrás. El dolor que gané semanas anteriores por una flecha que me atravesó aquel sitio renace. El impacto me hace caer de sentón, mientras el guardia continúa con su paso, siendo que todo indica que una bala y mi mal tino (puesto que está se incrusta en su brazo derecho) no lo detiene, pero sí que lo hace el puño de Ben, el cuál bastó para noquear al hombre, Después de aquello mi hermano se queja, presiona sus manos en su abdomen y entonces lo recuerdo. Mi espada le atravesó.
Sus dedos se tornan húmedos y rojizos ante la oscura noche. Niega la ayuda y de alguna forma sonríe como si nada sucediera, pero yo si lo sé. Su herida es más grave de lo que quiere hacerme pensar.
—Estás perdiendo mucha sangre —toco su frente. Está sudando, aunque bien podía asociarlo por los eventos pasados al igual que yo que yazco rotundamente extenuada
—Debemos continuar —habla Ben ante mi orden de pausar para intentar detener la hemorragia que bien podría consumir a mi hermano.
Afortunadamente no protesta más ante eso, pues comprende a la perfección que si no vemos la gravedad de aquello no podrá llegar a las bodegas tanto como nos retrasaría, provocando que el sacrificio anterior perezca en vano. Me deja levantar su camisa y ver la línea profunda de la entrada y origen de la sangre. Agustín me habla dentro de la refriega que nos persigue. Nos lleva dentro del pequeño bosque que existe en la parte trasera del palacio donde nos refugiamos y me ofrece su fajilla para rodear la herida de Ben. No debe estar limpia del todo, aunque más que la mía seguro que sí.
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Editado: 28.12.2025