En manos de sirenas y otras creaturas

Hija de un hada

Paseaba por los jardines del palacio de mi padre, un rey justo y amado por su pueblo; cuando un suave tintineo llamó mi atención desde la parte las hermosa del jardín, justo entre la fuerte y los rosales de china que plantaron para mi madre.

-Miren-se escuchó una suave voz- es la princesa humana.

-La hija de la desterrada-dijo otra con un suave tejo de odio-hay que tirarla por la cascada.

Dicho esto, esas vocecillas se esfumaron en la brisa helada que me hizo estremecer, parecía un soplo fantasmal que tomaba mi mano y me guiaba hacia el río y la cascada junto a los muros del palacio. Por más que trataba de resistirme, la fuerza misteriosa había tomado control de mi cuerpo, no podía gritar ni correr, solo caminar hacia una muerte inminente.

Sentía la brisa húmeda de la cascada en el rostro, no quería verlo y había mantenido los ojos cerrados más de la mitad del camino, en mis pensamientos rondaba mi madre y padre, ¿cómo se sentirían al perder a su única hija?

Probablemente padre insistirá en tener otro hijo, un varón posiblemente. Cerré los ojos aún con más fuerza al escuchar el rugir del agua callendo con furia. Esperaba mi fin...

-Abre los ojos mi niña-esuche la voz de mi madre agitada como si hubiera corrido tras de mí, nunca había estado tan agradecida. Abrí los ojos y la mire con lágrimas de alegría por mágicamente haberme salvado; sin embargo, su vestido estaba cubierto de un líquido viscoso azulado y con rasguños en la tela y en su rostro, como si un gato rebelde la hubiera atacado.

-Ya estás a salvó mi niña hermosa-su sonrisa era cálida, como si no hubiera estado a nada de morir-esas hadas malas no te molestaran más.

Sus palabras me llegaron como un baño de agua fría, mirando al suelo había grandes rocas sobre manchas similares a las de su vestido, con lo que parecían pequeños cuerpos destruidos debajo con manos y piernas sobresaliendo de la roca y alas de mariposa y libélula desprendidas por ahí.

Fue entonces que lo comprendí todo, mi mirada fue hacia mi madre y su sonrisa, sus ojos violetas y su cabello rubio irreal; mi madre era un hada, un hada desterrada del Avalon por haberse enamorado de mi padre, un humano.

-Veo que ahora lo sabes-me dijo con un tono divertido en su voz- y que tienes muchas preguntas para mí. -¿Mataste a esas hadas?- dije con la voz entrecortada. Mi madre solo asintió-¿Soy la hija de un hada? La sonrisa guasona en sus labios fue completamente nueva para mi, nunca antes la había visto en sus labios rosados.

-Si mi niña, eres la hija de una de las hadas más poderosas que jamás existieron-entonces tomo mi mano y nos dirigimos de vuelta al palacio- y eso te convierte en un hada también.

Han pasado décadas desde que mi madre me reveló nuestra naturaleza mágica y esos mismos recuerdos siguen intactos. Viejos recuerdos que ni el descubrimiento de nuestra naturaleza y las represalias de un pueblo sumido en la incertidumbre y la histeria pudieron destruir en mi memoria, un pueblo que asesinó a sangre fría a su bondadoso rey y conoció el terror y la miseria a manos de una hija y esposa enfurecidas



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En el texto hay: sirenas, fantasia magia, marinos y barcos

Editado: 21.04.2019

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