En Manos Del Magnate

Capítulo III

Siempre supe que mi madre era capaz de todo con tal de tener mucho dinero, su felicidad se resumía en esa simple palabra. Sin embargo, nunca pensé que dar a sus hijas a hombres extraños sería algo que no tomaría muy en serio. 

Me alistaba cómodamente para poder ir a estudiar, porque no, tener a una madre ambiciosa no me hacía ser alguien sin sueños ni anhelos. Me había ganado el aprecio de los maestros por mis destrezas y habilidades, así que no podía permitirme faltar, ni siquiera una sola vez. De repente, se oyó una voz suave, era Julieth, estaba segura. Cerré mi labial y salí despedida hacia su voz. 

—¡Jul! —grité con energía. 

—Camille —respondió perspicaz —. Que gusto verte...

—¿Todo marcha bien? —pregunté. 

—Todo está muy bien, vine por mamá, me llamó muy temprano.

—Pensé que venías a visitarme... —dije haciendo un puchero.

—Es obvio que me escapé para poder verte, te extrañé mucho — añadió con una sonrisa, luego tomó su bolso —. Anda, vamos por un desayuno. 

Antes de responder, verifiqué la hora, estaba a tiempo. No cualquier día tu hermana saldría de la prisión. Fuimos a una pequeña cafetería cerca de la universidad en donde estudiaba, Julieth estaba feliz, era como si nunca había podido salir a tomar un desayuno por las mañanas. No quería llenarla de preguntas, sin embargo, habían inmensas dudas en mi cabeza. Evité tocar el tema y solo disfruté de la compañía de Jul. 

—Solo faltan tres días, puedes creerlo —cuestionó algo sorprendida. 

—No es justo —interrumpí luego de un silencio algo incómodo —. Por qué haces todo por ella —cuestioné esta vez. 

—Escucha Camille, la propuesta no sólo beneficia a nuestra madre, me ha brindado una posición muy buena en la sociedad, mírame, jamás estaría donde estoy si no hubiera aceptado aquel trato —resumió.

Giré los ojos dándome cuenta de lo mucho que esto había afectado a Julieth, ella obviamente no era así. «El dinero puede cambiar incluso tus orígenes» pensé.

—Creo que aquel trato no solo te aparto de casa, sino también de quién eras realmente —dije con un tono malhumorado, di una vista a mi reloj, miré a Julieth y salí del lugar.

Ella no era así, ambas habíamos jurado no ser igual a nuestra madre. Mantuvimos la esperanza de que aún existían otros seres humanos con los mismos pensamientos que nosotras, que no eran avaros y que guardaban sus principios. Lamentablemente Julieth se convertía poco a poco en alguien que conocía y decía llamarse mi progenitora. 

***

—Buenos días, Camille —saludó Samantha, mi amiga. 

Yo andaba distraída, sofocada en mis pensamientos que no la había visto. 

—Buenos días, Sammy. Siento no haberme dado cuenta de tu presencia —dije sonriendo a medias.

—No hace falta dar excusas, llegas cinco minutos tarde, las clases están a punto de comenzar —informó con tranquilidad. 

Los estudios eran lo único que me mantenía con ganas de superarme, quería ser la mejor en lo que hacía, deslumbrar a todos con mis diseños y ser la jefa que todos mis compañeros necesitaban. En el "mientras", debía prepararme para tomar las asignaturas, o por lo menos así sonaba. 

Luego de las clases, fui directo a la biblioteca a terminar algunos diseños que tenía pendiente. No podía evitar pensar en Joshua, la noche anterior estuvimos tan cerca de llegar a algo, mi corazón palpitaba locamente y en un abrir y cerrar de ojos, el tono de espera sonaba en mi teléfono.

—Camille, qué sorpresa —saludó entusiasmado. 

—Necesito hablar contigo —pronuncié de repente. 

—Está vez no hice nada —habló rápidamente, de seguro cruzaba los dedos.

—No tengas miedo, solo quiero almorzar hoy contigo, es mucho pedir —propuse con una sonrisa. 

—Estoy a tus órdenes. Vendré por ti.

—Te espero. 

***

—Es mentira, no podemos estar hablando de la misma Julieth Wright —balbuceaba Dianna. 

No entendía a Joshua, se suponía que solo seríamos nosotros dos, pero había invitado a Dianna sin consultarme primero. Estaba algo inquieta, aún así, narré toda la situación con mi hermana. 

—Si Julieth es fácil de convencer , de seguro yo también lo soy —confesé algo triste.

—Tu hermana tiene problemas muy graves de personalidad —comentó nuevamente Dianna. 

—Solo repites lo mismo una y otra vez, debes aconsejarme, no recriminar la triste faceta de mi hermana —intervine harta de sus comentarios.

—Camille tiene razón, Dianna será mejor que le des un bocado a tu almuerzo, se enfría —anunció Joshua después de permanecer callado durante todo el almuerzo.

—Bien, entonces no puedes hacer nada, solo aceptar que Julieth cambió.

—Siento que algo anda mal, en serio ella no era así. 

—Camille, tú también debes comer —agregó Joshua. 

Dianna y Joshua terminaron de comer casi al instante, yo preferí tardarme para así poder respirar un poco. Odiaba tanto compartir tiempo con personas que no me comprendían. Yo quería hablar con Joshua de nosotros, de lo que podíamos llegar a ser. Pero Dianna fue la manaza podrida que arruinó todo lo que esperaba. 

Un silencioso y astuto miedo se apoderaba de mí, temía que Joshua me dejara, temía dejar de lado la poca dignidad que me quedaba, temía volverme como mi madre, temía seguir temiéndole al futuro. Cuando ambos se retiraron del lugar, las cosas en mi mente se tranquilizaron un poco; sin embargo, no arreglaban nada. 

De repente, mi teléfono comenzó a sonar. Era Julieth.

—Qué sucede —cuestioné algo apagada. 

—Debemos ir a probarnos los vestidos a las 4, debes apurarte o no te lo perdonaré.

—Sabes que ahora estoy en la universidad, veré si puedo salir.

—Lo sé, te esperaremos.

Lo único que me faltaba, no quería oír a mi madre parlotear de lo afortunada que era al ser la futura jefa de alguna de las empresas del señor Black. No quería escuchar a Julieth intentando convercerme de lo feliz que era. Sin embargo, no tenía de otra. 




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