En el aeropuerto, la familia Domoint me esperaba. En fila, cada uno me observaba fijamente, ninguno podía ocultar su preocupación por mi regreso.
—¿Qué tal el viaje? —preguntó Liam.
—He viajado tanto en avión últimamente que ya estoy acostumbrándome. Hay problemas, ¿cierto? —Era fácil suponerlo con solo ver sus rostros.
—Fleur, los medios están encima de André por las fotografías. De alguna forma, llegaron a una revista que publicó la nota y están haciendo una tormenta en un vaso de agua. Tu desaparición no fue bien vista. —Me acerqué a todos y les di un beso en ambas mejillas a modo de saludo.
—No te preocupes, no dejaré que nada me perturbe. Pase lo que pase, tengo que cantar en la presentación del conservatorio y grabar la demo con tu discográfica. —Todos quedaron expectantes por la determinación en mi voz y en mi semblante. Solo Millet sonrió como si fuera capaz de entender de dónde provenía aquella energía que me rodeaba.
—¿Lo encontraste? —Su pregunta ocasionó una reacción eufórica por mi parte.
—Es real. Jái trouvé l´homme de mes rèves (Encontré al hombre de mis sueños) —susurré antes de soltarme a reír y darle un fuerte abrazo.
—¿Estás segura de que es él? —preguntó Liam.
—Estuve presente mientras cantaba. No tengo dudas —respondí feliz.
Las preguntas no se hicieron esperar. La madre de Millet sabía acerca de mis sueños desde la primera vez que dormí en su casa, después del funeral de mi madre. Todos estaban preocupados por mis terrores nocturnos en aquella época. Supongo que si los sueños buenos eran casi reales para mí, también deberían serlo las pesadillas. Constantemente vigilaban mi sueño. Una mañana, sin pensar mucho en ello, respondí a la pregunta que todo el mundo me hacía: «¿Qué soñaste?». Recuerdo que al principio quedó impresionada por mi relato, pero con el paso de los años comenzó a creerlo, tenía tanta fe en mis palabras que se dedicó durante un tiempo a investigar el tema, indagando si había otros testimonios respecto al tema. Tras su arduo trabajo detectivesco concluyó que era posible que algo así ocurriera. Millet me observó con curiosidad.
—Yori —susurró para sí misma. Como si acabara de descubrir un gran misterio, una sonrisa de satisfacción adornaba sus finas facciones. No pude evitar soltarme a reír eufórica.
—Estuvo frente a mí todo el tiempo y no fui capaz de reconocerlo. Sé lo que van a decir, pero necesito arreglar esto poco a poco. La prioridad es mostrarle quién soy…
Yori y yo éramos hermanastros, la sociedad no aceptaría una relación de ese tipo, seríamos mal vistos, incluso juzgados, así que podía entender la preocupación que se reflejaba en sus miradas. Sin embargo, algo en mi interior decía que no era imposible. Comenzamos a caminar hacia el estacionamiento. Liam ayudó con mi equipaje.
—¿El departamento está listo? —pregunté mientras el interpelado colocaba las maletas en el portaequipaje.
Millet conversaba con su madre y Renol respecto a Yori y su apariencia, así como las diferencias en mi carácter cuando estaba con él. Para Millet era necesario externar todo aquello, pues su gen chismoso era extremadamente poderoso.
—Intenté elegir todo a tu gusto —respondió y Liam y nos encaminamos hacia el sitio.
Llegamos a uno de los barrios más acaudalados de París. El edificio tenía un gran portón de acero color negro y el mármol de las paredes exteriores era de un blanco impecable.
—Es en el segundo piso —dijo mientras subíamos por las escaleras—. Cada piso tiene dos departamentos, así que no tendrás problemas con los vecinos. Es aquí —dijo señalando la puerta al fondo del corredor—. La puerta tiene dos seguros y la cadena en caso de emergencia. Compré los muebles que combinaban con la pintura —dijo al ver mi sorpresa por la decoración. ¿Cómo podía ser tan gentil conmigo? No podía creer el trabajo que había hecho con el lugar, estaba emocionada y conmovida por su demostración de afecto.
La sala estaba adornada con un par de sillones color crema, una mesa de centro de corte moderno y en la pared una pantalla de plasma. Debajo de esta una mesa de cristal con un reproductor DVD y un modular. Junto al ventanal del balcón, un librero y una mesita con una computadora.