En mis sueños

Reencuentro

Llegamos al departamento después de visitar un sinfín de sitios, a los que Liam me llevó, para comprar los enseres necesarios para el departamento. No solo comida o detergentes, también algunas cosas que lo hicieran lucir más hogareño.

 

—Creo que exageraste —dije al ver la cantidad de bolsas que cargábamos.

—No tienes tiempo de salir a hacer compras, estoy previniendo, no quiero que mueras de hambre. Mañana vendré a por ti temprano, así que continúa con la canción —dijo mientras dejaba las bolsas dentro del departamento.

 

Tenía muchos deseos de llamar a casa y escuchar la voz de Yori, aunque si lo hacía perdería los nervios y no podía permitir eso. Sin embargo, sí podía sondear cómo estaban las cosas si llamaba con la excusa de avisar a mi padre de que estaba viva y sana.

 

Después de colocar las compras en su lugar, caminé hacia el teléfono. El departamento se sentía vacío y triste, así que encendí el estéreo y puse la música con un volumen moderado. Marqué el número tan rápido como mis dedos me lo permitieron y el tono de ocupado me sorprendió. Colgué para intentarlo de nuevo y el teléfono sonó.

 

—¿Diga? —pregunté con cautela.

—¿Con quién hablabas? —preguntó mi padre.

—Estaba intentado llamarles.

—Se cruzó la llamada. ¿Cómo te encuentras? —preguntó ansioso.

—Perfectamente —respondí—. Solo he tenido un par de desencuentros, pero nada de qué alarmarse —dije sonriendo.

—Me alegra escucharte decir eso —respondió aliviado—. ¿Tuviste problemas en el conservatorio?

—No. Aunque tu mensaje no parece haber llegado al director y pensaban que algo malo me había ocurrido. Liam explicó que estaba un poco ocupada, que por esa razón había tenido que ausentarme.

—Qué extraño. Kenya dijo que ella se encargaría de explicar sobre tu salud cuando hablé con ella. Quizá es un malentendido. Pero dale las gracias a Liam de mi parte, él siempre cuidando de ti. ¿Qué tal es vivir sola?

—Es… diferente, me siento extraña, el departamento es demasiado… silencioso, pero, por ahora, es justo lo que necesito para concentrarme —respondí.

—Lo imagino. Cuando conocí a tu madre apenas tenía tiempo para respirar, la música es demasiado absorbente.

—La tarea de la carrera de música es la absorbente. ¿Cómo están todos?

—Reira y Yoko se están arreglando para la fiesta de Yori —respondió.

—¿Otra fiesta?

—Su concierto estuvo lleno y la discográfica quiere celebrarlo —dijo eufórico.

—Me alegro. Debe estar muy ocupado…

—Está aquí viendo la televisión conmigo. ¿Quieres felicitarlo?

—No... papá —balbuceé abrumada. Tenía deseos de hablar con él, pero no era el momento—. Lo haré en persona cuando vengan a la presentación. Por cierto, ya enviaron las invitaciones, no deben tardar en recibirlas. Te quiero —susurré.

—Yo también —respondió y colgamos el teléfono. 

 

Por un instante, el sentimiento de vacío me abrumó, pero respiré profundamente para controlarlo. Caminé a la cocina y puse la cafetera. Tomé las hojas pautadas y los lápices. Apagué la luz de la sala y me encerré en mi habitación, me senté frente al piano y comencé a tocar la antigua melodía. Nunca había escrito la partitura y la necesitaba para comenzar con los arreglos. Había decidido terminar primero la música y después centrarme en la letra. Así, entre notas, sostenidos, intervalos y disminuciones, recordé que había puesto la cafetera. Salí de la habitación para servirme una taza de café y continuar con el trabajo. El reloj marcó las cinco y el sueño hacía que mis ojos picaran.

 

El sonido del timbre me sobresaltó. Caminé hacia la cocina para mirar por el comunicador.

 

—Buenos días —dijo Liam.

 

Apreté el botón para que subiera y a los pocos minutos escuché los golpes en la puerta. Caminé hacia ella y la abrí.




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