—Después de casi un año de retiro total, tenemos a Fleur presentándonos su nuevo material discográfico —dijo la presentadora. Entré caminando al set con mucha seguridad.
—¡Hola! —saludé.
—Fleur, te veo mucho más madura —dijo al mirar la ropa que llevaba. Aún no había recuperado mi figura, así que habíamos elegido ropa un poco más holgada y recatada para evitar suspicacias.
—Gracias —respondí.
—Pero antes de comenzar a conversar, ¿por qué no nos cantas tu nuevo sencillo?
Me puse de pie y caminé hacia el escenario. La melodía comenzó y dejé que mis emociones fluyeran a través de la letra de aquella canción. Las luces iluminando mi rostro e incluso el aroma del humo de hielo seco me trajeron recuerdos. Era como si volviera a estar en mi sitio, definitivamente adoraba cantar.
—Fleur, no solo te ves más centrada y madura, también tu música ha cambiado. Me has dejado sorprendida con esta canción. Cuéntanos un poco acerca de ella.
—Es una balada romántica, la mezcla y los arreglos son muy diferentes al género que he cantado siempre. La canción habla sobre la vida, las cosas que ganamos, las que perdemos, sobre amar y sobre dejar en libertad el amor —dije mientras mostraba el CD a la cámara.
—Este es el segundo disco que lanzas en América, ¿cierto?
—Sí, así es, el primero fue antes de tomarme un descanso. Como cantautor es fácil volverse monótono en la música que se compone, así que decidí darme un respiro para reencontrarme con mi música y este es el resultado.
—Pues auguro que este disco será un éxito también y te agradezco mucho que hayas elegido nuestro programa para volver a aparecer en los escenarios. Te deseamos mucha suerte y que sigas cosechando éxitos.
—Al contrario, gracias por invitarme. —En las pantallas apareció la palabra Pausa comercial.
—Muchas gracias por venir, Fleur.
—Gracias a ti por invitarme, Claire.
—Fue un placer.
Nos despedimos con un beso en la mejilla y caminé sonriendo hacia los camerinos. Me sentía muy relajada, pero sobre todo estaba feliz por haber vuelto a cantar frente al público.
—¿Fleur? —dijo una voz conocida. Me detuve en seco y di la vuelta. Giré tan lento que pensé que había tardado un siglo en hacerlo.
—¿Yori? —Mi primer impulso fue soltarme a llorar como una niña pequeña y arrojarme a sus brazos, pero lo reprimí.
—Hola —saludó con aquel tono de voz dulce que siempre había tenido.
—¿Cómo has estado? —pregunté nerviosa.
—Muy bien, ¿y tú? —respondió.
Parecíamos un par de adolescentes nerviosos en su primera cita. Noté que Yori apretaba los puños a los costados, parecía estarle costando el mismo trabajo que a mí controlar el impulso de abrazarme.
—Yo —comencé, pero la voz de Liam me distrajo.
—Fleur, la bebé tiene hambre —susurró mientras cargaba a Shiori. La pequeña estaba arropada en una frazada color rosa. Los ojos de Yori miraron directamente a Liam.
—¿Ustedes?
—No —respondió Liam casi enseguida, nervioso por conocer el resto de la pregunta.
—¿Entonces? —Parecía contrariado, nervioso, como si algo en su interior le gritara la verdad y no pudiera creerla. No podía ni siquiera formular una pregunta completa.
—Entramos en diez segundos —dijo el director de cámara.
—Sí. ¿Podrías esperar? —Sonreí y me acerqué a él. Rocé su mejilla con mis labios.
—No me iré a ningún sitio —susurré en su oído. Caminó a grandes zancadas hacia el escenario.
—¿Vas a contarle todo? —preguntó Liam. Tomé a Shiori entre mis brazos, miré mis ojos en los de ella y me recargué en una de las paredes.
—No puedo huir más de él ni de lo que siento.
—¿Por qué no pensaste en eso hace un año cuando simplemente desapareciste de su vida? —inquirió.