En Nombre del Amor

Capítulo 3

Angeliel solo pudo quedarse allí sentado, observando sorprendido como Damon se alejaba corriendo de él.

¿Había hecho algo que molestara al demonio?

Si era así, al ángel solo podía pensar en disculparse, a pesar de que no sabía exactamente lo que le había hecho.  Cerró los ojos nuevamente, cuando el cansancio se hizo presente, y cayó en un profundo sueño, del cual no despertó en un largo rato...

 

* * *

 

Después de un largo período de tiempo deambulando sin dirección alguna, Damon se dirigió, luego de haberse calmado un poco, al castillo en el cual todos los demonios de Londres residían.

A pesar, de lo ambiguo que eso sonaba, el castillo era el único lugar en el cual podían estar completamente seguros de que ningún humano entraría por dos simples razones:

La primera era que el castillo se encontraba completamente alejado de cualquier civilización humana, y la segunda era que ese era el último lugar en el mundo en el que alguna persona quisiera estar, por su escalofriante ambiente.

El demonio intentó abrir la puerta de entrada cuidadosamente, sin embargo esta emitió un sonido agudo que resonó por todo el lugar. Damon chasqueó la lengua enojado, quería pasar desapercibido, aunque eso iba a ser completamente imposible ahora, ya todos los residentes debían haber notado su presencia con semejante escándalo.

Con un suspiro cargado de frustración, entró encontrándose con más de veinte demonios que salían de sus respectivas habitaciones, y algunos le observaban con sus ojos rojos llenos de curiosidad y otros completamente fastidiados.

-Damon, ¿qué diablos estás haciendo?- Drake uno de los tantos demonios que residían allí se le acercó tallándose los ojos.  Él era lo más parecido que tenía un amigo, sin embargo Drake se la pasaba sacándole de quicio.  -Acabas de levantar a medio inframundo con ese alboroto.- Añadió con apariencia adormilada.

-Cállate y vuelve a dormir.-  Respondió él bruscamente.  Odiaba cuando intentaban meterse en sus asuntos. -Eso también va para todos ustedes, son las criaturas más entrometidas que he conocido.-

Drake silbó.

-Creo que alguien está de mal humor...- Se burló, el demonio solo le ignoró subiendo las escaleras.

-Solo déjenme en paz,  quiero dormir.- El demonio se dirigió a su habitación sin ni siquiera voltear a ver a los todos demonios que  le lanzaban miradas extrañadas.

Se tumbó en su cama, y a pesar de tenía muchas cosas en las que pensar y razonar; todas las horas en las qué pasó sin dormir le cobraron factura, por lo que no le tomó mucho tiempo en quedarse completamente dormido.

 

* * *

 

Damon despertó y realizó que ya era por la tarde, los rayos del sol que se colaban por su ventana le molestaban, tanto que apenas pudo abrir los ojos, para levantarse y cerrar las cortinas. Luego comenzó a estirar sus músculos con pereza. Sin embargo, se detuvo al escuchar un bullicio en la planta de abajo.

No se lo podía creer. Siempre estaban afuera a esa hora, sin embargo el único día en el que él decidía quedarse, todos ellos se iban a quedar. Y  no solo eso, estaban haciendo tanto escándalo que le iba a costar concentrarse y pensar, que era lo que tenía planeado hacer todo el día.

Salió de su habitación y bajó las escaleras con fuertes pisadas y se los encontró a todos sentados en la sala de estar, hablando mientras reían, comían y bebían.

-¡Despertó la bella durmiente!- Exclamó Drake, el cual fue seguido por una serie de carcajadas por parte de alguno de los espectadores.

-¿Qué demonios están haciendo?- La paciencia de Damon se estaba agotando. Aún no podía comprender el por qué no les permitían vivir por separados.  Eran demonios, seres malvados, independientes e inmortales, no unos niños que necesitaban de la compañía de alguien para sobrevivir.  Definitivamente no soportaba aquella situación.

-Ayer notamos que estabas algo...  digamos, desanimado.-  Le respondió Bianca, uno de los demonios más recientes, que a pesar de ser bastante joven era una de las más calmadas que se encontraba respecto al tema.  -Así que decidimos quedarnos hoy para mejorarte el ánimo.-

-¿Y de quién fue la estúpida idea de que estar con ustedes me alegraría el día?-

Todos voltearon y apuntaron al mismo tiempo a Drake.

-¡¿Qué?!-  Exclamó el demonio, quien murmuró "Traidores" entre dientes en dirección de los demonios, antes de voltearse hacia Damon, quien le miraba nada contento. Drake soltó una risa nerviosa. -No es lo que parece, solo quería ser un buen amigo y ayudarte...-

Damon le observó, el otro parecía genuinamente preocupado por él, por lo que decidió no enojarse con él, por tomar decisiones respecto a su vida a sus espaldas.

-Lo ignoraré esta vez.- Le dijo a Drake. -Pero que no se vuelva a repetir, no quiero que nadie se entrometa en mi vida.- Bianca frunció el ceño indignada. ¿Cómo le podía hablar así a su amigo? Él solo estaba preocupado y quería saber si se encontraba bien.

Después de que Damon terminó de hablar, la sala de sumió en un profundo silencio. El demonio al ver que ya no tenía nada que hacer allí, salió del castillo.

Al irse, todos soltaron un suspiro colectivo.

-Uff... Damon da mucho miedo cuando se enoja.- Murmuró uno de los presentes. Los demás rieron, aliviando nuevamente el ambiente.
Damon sin pensarlo demasiado se dirigió al parque deseando ver a Angeliel.  No tardó mucho el llegar, sin embargo, para la sorpresa del demonio, Angeliel no se encontraba en el banco que él siempre ocupaba.

El pensamiento de que le hubiesen perdonado antes de la fecha acordada le aterraba.  Si era así jamás lo volvería a ver.

Desesperado miró hacia los lados, intentando divisarle, no iba aceptarlo, ni siquiera pudo despedirse adecuadamente.



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En el texto hay: angeles, demonios, romancegay

Editado: 27.09.2019

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