Damon no sé lo podía creer. No, no quería creerlo. Angeliel estaba sucumbiendo al hambre, si llegaba a matar aquella mujer, todo el esfuerzo que el ángel había hecho por no transformarse en demonio sería en vano.
El demonio se acercó rápidamente a la escena, tomó a Angeliel del brazo y lo intentó separar de la mujer, sin embargo, el ángel se resistía, y para sorpresa de Damon, Angeliel poseía bastante fuerza, mucha más de la que el demonio esperaba. El ángel estaba completamente fuera de control, y las plumas de sus alas estaban por todas partes a causa del forcejeo que ambos estaban haciendo.
Con mucho esfuerzo, alejó a Angeliel de la mujer y le arrastró hasta llegar a un lugar apartado, en donde no hubiera gente a los alrededores que le dificultaran la tarea aún más. Luego le obligó a sentarse en el suelo, a pesar de que este no cooperaba para nada.
-¡Angeliel!- Lo llamó colocando sus manos en los hombros del ángel para obligarle a permanecer sentado. -¡Angeliel, cálmate!- A pesar de sus intentos, el otro no parecía escucharle y el forcejeo que hacía con intención de zafarse del demonio se estaba volviendo cada vez más agresiva.
-¡Casi terminas asesinando a una humana!- Gritó Damon ya desesperado, agitándole para que entrara en razón. -¡¿No querías terminar tu castigo para regresar a tu hogar?!-
Aquello pareció hacer reaccionar a Angeliel, el cual poco a poco fue tranquilizándose, haciendo que los colmillos que antes le sobresalían, volvieran a su tamaño original.
-¿Damon?- Preguntó el ángel, mirando a su alrededor confundido.
"¿En qué momento llegué aquí?" Pensó, dirigiendo su mirada interrogante hacia el demonio.
-¿Qué sucedió?- La mirada de Damon fue suficiente para no querer saber la respuesta, sin embargo, una oleada de recuerdos le golpeó de repente recordando todo. Y no pudo hacer nada para evitar que las lágrimas salieran por si solas. Apartó las manos de Damon para de esa forma poder levantarse. El demonio, quien al ver que Angeliel había regresado a la normalidad no opuso resistencia alguna, y le dejó ponerse en pie, sin embargo, al ver que este tenía la intención de volver a donde se encontraba la humana, le detuvo.
-¡¿Qué haces?! ¡Necesita ayuda!-
-Con aquellos gritos, no tardaran mucho tiempo en encontrarla. No debemos estar cerca de esa área para cuando eso ocurra.- A pesar de que Angeliel no pensaba en hacerle caso alguno, el demonio no le permitió irse. -Angeliel, por favor, podrías perder el control nuevamente al acercarte. Es mejor si te quedas aquí, sus heridas no son fatales, estará bien.-
Apenas pudo terminar de hablar cuando se escucharon unos gritos y exclamaciones justo en el lugar que ambos habían dejado atrás.
-Tenemos que irnos, tal vez no puedan ver tus alas, pero eso no significa que no puedan ver tu ropa cubierta de sangre, te aseguro de que si eso sucede, no tendrán ninguna duda de que tú fuiste su agresor.- Dijo Damon empujando al ángel para que caminara. Cada vez que una persona pasaba relativamente cerca de ellos, Angeliel se tensaba, y suspiraba cada vez que se alejaba, como si le estuviera costando mucho esfuerzo no atacarla.
"Debo llevarlo a un lugar donde no haya humanos." Pensó el demonio. Pero aquello no era una tarea fácil, ¿cómo encontrar un lugar sin humanos en el mundo humano?
La idea que se le cruzó por la mente, fue tan alocada, que casi no la tomó en cuenta, pero se puso analizarlo y era la mejor solución que tenía por el momento. Debía llevarle al castillo, en el que vivía. No le agradaba para nada la idea de llevarlo a aquel sitio infestado de demonios, pero al no ver humanos cerca, Angeliel podría calmarse, y en el momento, eso era lo más importante para Damon.
-Angeliel, te voy a llevar a mi hogar. Necesito que estés tranquilo y callado en todo momento.- Le explicó a lo que Angeliel solo asintió en respuesta.
De camino, Damon estuvo buscando la manera de cómo hacer para que Angeliel entrara a su habitación sin que ninguno de los demonios se diera cuenta. Si los descubrían, el demonio no tenía ni idea de quien tendría más problemas, si el ángel o él.
Al llegar, Damon pudo notar por el silencio y por las luces apagadas que todos estaban durmiendo en esos momentos. Volteó a ver a Angeliel, quien no había dicho ni una palabra en ningún momento. Se acercó a la puerta, y la abrió deseando con todas sus fuerzas de que no ocurriera lo mismo que la vez anterior.
La puerta rechinó, alarmantemente fuerte, incluso mucho más notable que anteriormente.
-¡Diablos!- Murmuró sobresaltado, y muerto de los nervios, esperó a que todos los demonios salieran de sus respectivas habitaciones como la vez anterior, solo que esta vez verían como traía consigo a un ángel.
Sin embargo, nadie salió. Damon soltó un suspiro. Parecía que todos se habían tomado la advertencia en serio.
"Mejor para nosotros." Pensó. "Un problema menos de que preocuparnos."
Le hizo señas a Angeliel para que entrara, ambos subieron las escaleras lentamente, con la intención de no hacer ruido. Y asegurándose de que no hubiera nadie en los pasillos, hizo entrar al ángel rápidamente a su cuarto, para luego cerrar la puerta con cuidado detrás de él.
-¿Sabes que podría haber volado y entrar por tu ventana, verdad?- Preguntó Angeliel, a lo que el demonio se quedó de piedra, y volteó a mirar al ángel que a su vez miraba por la ventana que él siempre dejaba abierta por descuido. Se le había olvidado completamente que Angeliel podía volar. Su cara se iluminó de un rojo intenso por la vergüenza.
-¡¿No me digas que lo habías olvidado?!- Exclamó el ángel sosteniéndose el estómago entre carcajadas.
-Oye, no te burles...- Damon intentó lucir enojado, pero en realidad se encontraba aliviado de ver que el buen humor de Angeliel había vuelto. -¡Deja de reír! ...y baja la voz, si sigues riendo así nos descubrirán.-