De regreso en casa, Liam caminaba de un lado a otro, no podía esperar a que su hermana llegara del trabajo ¿El motivo? Que ella confirmara sus sospechas. Si bien podría ser una imitación, el valor de ese diamante era extremadamente alto.
—¿Por qué Maven le daría esa joya a Verónica? —se preguntaba lanzando un suspiro.
Era algo realmente extraño, no había manera de que un hombre le diera algo maldito a la persona que amaba, quizá, solo quizá se trataba de un pequeño malentendido y no fuera realmente esa joya.
El corazón de Liam estaba confundido, al final de cuentas, ¿Qué haría si llegase a ser verdad que el anillo de compromiso del amor de su vida fuera realmente un objeto malintencionado? ¿Cómo podría llegar a decírselo a Verónica, si no habían llegado a entablar una verdadera conversación?
De seguro ella lo trataría como un loco o llamaría a los de seguridad y él perdería su trabajo.
De una u otra manera, las probabilidades de que él fuera escuchado, estaban más debajo de lo esperado. Por supuesto Liam tenía las de perder en ese preciso momento, por esa misma razón, lo que dijera su hermana era lo que determinaría su siguiente movimiento.
Desde un comienzo él había deseado acercarse a la joven actriz de una manera serena y para nada invasiva, aun así, si la ocasión lo llegaba a ameritar, él debía usar medidas extremas para lograrlo, a pesar de que esas no fuesen plenamente razonables, la seguridad de verónica iba por delante de la suya propia.
—¡Ya llegó, la llegó la razón por la que sigues viviendo! —exclamó Luna abriéndose paso por la sala.
Su chirriante tono de voz era lo suficientemente fuerte como para casi hacer que el corazón de Liam se sobresaltara un poco. La mano de este fue llevada al pecho de manera dramática, mientras que con sus ojos entrecerrados observaba a su hermana de manera desafiante.
Ellos tenían una extraña relación de amor y odio, gracias a esto tenían numerosas discusiones menores, pero darían la vida por el otro si eso llegara a ser necesario; a pesar de que no lo dijeran constantemente o casi nunca, ellos se amaban y deseaban lo mejor para su compañero de matriz.
Unos pocos minutos después, la sospecha de Liam sobre aquel diamante en el anillo de compromiso de Verónica había sido confirmada. Ese era el diamante que había causado la muerte de cerca de veinticuatro personas y de numerosos incidentes, del que se suponía debía estar en un museo.
—¡¿Cómo es posible que te hayas metido en una situación como ese Liam?! —Exclamó Luna en el instante mismo en que él le había terminado de contar cómo le había ido en su primer día de trabajo. —Sé que eres tú y que siempre te sucede algo extraño, pero hoy superaste tus veinticuatro años de existencia —renegó la joven sacudiendo su cabeza con incredulidad.
El mayor de los gemelos enmudeció, estaba claro que ese no había sido su día, desde haber visto cómo su gran amor se comprometía con su co-estrella al descubrir que este le había obsequiado un diamante maldito. ¡¿Qué clase de broma le estaba jugando la vida en esa ocasión?!
Si sus padres estuvieran en ese momento, de seguro lo habrían enviado a Canadá para que no tuviera nada que ver en esa relación. La frase que ellos más repetían era: «Nunca te metas en una discusión de pareja» y esta sencillamente podría aplicar a ese incidente.
—Respira, hermana. Debo encontrar una manera para hacer que ella pierda ese anillo… O por lo menos, lo deje de usar, ¡¿Qué sería de mí si algo le sucediera a ella?! —su mano fue llevada a su pecho, entretanto sentía, su gesto era el suficiente para demostrar el descontento que este tenía.
«¿Cómo podría ser ese hombre tan descuidado?»
—«¿Debo hacer?» —preguntó la pobre Luna que de seguro estaba cansada del complejo de salvador de su hermano. Esa no sería la primera, ni la última vez en la que ambos se verían envueltos en una situación similar. —No otra vez, por favor.
Los ojos suplicantes de Luna hacían juego con el leve puchero de esta, la última vez que ella recordaba, tuvo que ir a ver a su hermano en el hospital sin que sus padres se enteraran de lo ocurrido. Ella simplemente estaba cansada de ser arrastrada a las locuras de su hermano.
¿No podría seguir viviendo su vida con normalidad?
—No. —Sentenció —debemos. —afirmó con seguridad —Hermana, eres la persona indicada para acercarse a Verónica, tú no te desmayarás si te toca, podrás hablarle con naturalidad, ¡eres perfecta para salvarla!
—¡Estás loco! —exclamó ella poniéndose de pie con brusquedad. —¡No quiero volver a meterme en problemas y tener el riesgo de que nuestros padres me deshereden! Escabullirme en ese hospital fue suficiente, no pasaré ni siquiera otra noche en la cárcel.
—¡No seas cobarde, por favor! La vida trata de ayudar a las demás personas, de poner a los demás por delante de ti.
—En ese caso, no sirvo para vivir. Prefiero estar muerta —escupió dando unos pasos para alejarse del lugar.
—Podrás conocer a Neil, escuché que es muy amigo de Verónica, si te haces cercana a ella podrías convencerla de que te lo presentes, incluso, podrías encontrarte con él por tu propia cuenta.
Fue ahí donde los pasos de Luna se detuvieron, si bien no deseaba acercarse a esa mujer que al parecer se volvería un poco problemática, ella deseaba conocer al famoso Neil. Él era uno de sus actores favoritos, a pesar de que hubiera estado en pocas cintas y sus papeles no fueran tan relevantes como los protagónicos. Él era el personaje alegre, el mejor amigo, que nadie elegía para sí.
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Editado: 03.07.2023