14 de enero, año inexacto (perdido en mis recuerdos)
Se observaba casas siendo destrozadas cuyos escombros salían volando, algunos para nunca volver a tocar tierra y otros para caer golpeando a algunas personas en la cabeza. Se oían alaridos de animales y gritos personas, estos gritos estaban llenos de temor, y los ojos de cada persona reflejaban un miedo diferente ligeramente parecido en algunos casos, miedo a la muerte, miedo al juicio por la salvación eterna, miedo por sus familias, miedo a qué éstos estuvieran muertos o heridos, miedo de nunca volver a abrazar a sus hijos, de nunca volver a besar sus mujeres o a sus maridos. Todo a causa del tornado qué se había desatado de imprevisto en el pueblo; al haber destrozado los cuatro molinos que le daban energía eléctrica al pueblo consiguió, que este se sumergiera en una oscuridad casi absoluta, y en esa oscuridad personas corrían, chocaban, muchos se tropezaban con escombros y caían para posteriormente ser pisados por personas qué ignoraban sus gritos de dolor y se preocupaban mas por salvarse así mismos.
Muchos de los qué caían eran niños y aun así nadie ayudaba, debido a sus pequeños cuerpos la mayoría corrían con la suerte de morir rápidamente, al contrario los adultos tenían soportar por mucho tiempo, llenos de dolor, impotencia y desprecio por aquellas personas que reconocían como sus amigos y vecinos, y aún así nada, la supervivencia era más importante qué la solaridad y la compasión.
La indiferencia que se contemplaba, sólo puede llamarsela de una manera, desesperación, y en la desesperación es cuando las personas muestran su lado oscuro mas potenciando que nunca. Se pelearán, mataran y devoraran unos a los otrs como animales, algunos pensarían, pero, incluso los animales son mejores porque sólo se guían por instinto, los humanos son impulsados por algo más perverso y mucho mas cruel, algo que siempre escondieron y se vieron en la necesidad de ocultarlo en lo mas recóndito de su ser para así poder evitar que cualquier persona, sin importar quien fuese, pudiera dar cuenta de la existencia de algo tan monstruoso dentro de una persona. Pero al poco tiempo de encontrase con la muerte ya nada importa, y algunos por no decir bastantes dejan a un lado su buen espíritu y liberan su lado malo, para disfrutar al menos en sus últimos momentos de los placeres que se habían visto obligados a reprimir.