En la casi inexistente luz de luna, puede obsérvese arrastrándose sobre los escombros y aún viva a una niña con pelo corto de color oscuro, con pecas en las mejillas, de no más de ocho años, polvorienta, vestida con un pequeño kimono rasgado y sucio, y con las piernas rotas producto de haber sido pisada por personas qué ni se molestaron en verificar si estaba muerta o si estaba viva, la niña se había estado arrastrando durante casi trece minutos llorando para qué su padre, el cuál estaba a un metro de ella, la pudiera escuchar. Pero su padre estaba en peores condiciones que ella, aparte de haber sido pisado al igual que su hija también le había pegado en la cabeza un escombro qué lo había dejado noqueado y con una herida en la cabeza que no paraba de sangrar haciendo difícil de creer la idea de que se despierte.
- Papi, papi, papi ..snif -decía la niña con voz débil y lágrimas en los ojos, a su padre, mientras se arrastraba lentamente para estar junto a él-, Snif,snif -continuaba llorando la niña; en eso se logra dilucidar cerca del padre y la hija a un hombre con un cabello corto, negro y de despeinado, que tenia una mirada de sorpresa, producto de la situación que acontece a la niña que reconoció como Yuno, la hija de su vecino Kuro quien reconoció como hombre echado en el piso.
El se quedó viendo a la niña arrastrándose con sus manos la cuál no se había dado cuenta de su presencia y continuaba lentamente acercándose a su padre, tan pronto como la expresión en la cara del hombre paso de sorpresa a compresión, decidió que lo mejor que podría hacer por su convaleciente vecino de casi toda una vida era llevarse a la hija cargando el maltratado cuerpo de la niña, en sus brazos, para poder llevarla a un lugar seguro y que al menos la menor no perdiese la vida. Él hombre dio unos pocos pasos para estar al costado de la niña, con la idea de que diciendo su nombre ella lo reconociera como un conocido, pero justo cuando estaba detrás de ella un ruido de algo colapsando lo puso en alerta y provocó que mirará por su hombro izquierdo para ver con sus propios ojos que un segundo tornado se había formado a unos 30 metros aproximadamente de donde se encontraban ellos , y había alcanzado una casa haciendo que se desbaratara. Tan pronto como lo vio se apresuró en agarrar el brazo de la niña desde la muñeca para llamar su atención y poder decirle quien era, y que tenían que irse.
- ¡¡Yuno!!, soy.. -el hombre no pudo terminar la oración, pues sintió golpe en su espalda y sus oídos escucharon el ruido de una botella quebrarse-. ¡¡Ahhg!! -grito el hombre al sentir otro dolor proveniente de su talón derecho y que lo hizo tirarse sobre su espalda para poder sostener su talón y ver un pedazo de vidrio incrustado en su talón él cual estaba sangrando. Sin perder tiempo él hombre se mordió la manga de su brazo derecho y con su otro brazo se extrajo el pedazo de vidrio que estaba manchado con su sangre, una vez hecho esto dejó de morder su manga y se dispuso a tirar el fragmento cuando vio lo que había provocado que la botella se estrellara en su espalda y su mirada se llenó de miedo.
Él primer tornado se dirigía hacia ellos por la derecha en camino a una colisión entre los dos gigantes de viento, no estaba seguro que pasaría pero si de que ya no tenían forma de escapar. Su cabeza se volteó hacia Yuno quien estaba en el pecho de su padre llorando, luego vio el pedazo de vidrio aún en su mano izquierda dedicándole una mirada de enojo y apretadolo haciendo a su mano sangrar, si simplemente se hubiera ido tal vez tendría una oportunidad de sobrevivir, pero en cambio toda su chispa de esperanza había sido apagada por el viento. Ya nada importaba estaban condenados a morir, se volteó a ver a Yuno y centro su mirada en sus piernas rotas, y su mirada de enojo cambio por una perversa, entonces con sus labios resecos dijo:
- Yuno, tu padre esta muerto deja ya de llorar por él -ordenó el hombre a Yuno dándole unas palmaditas en la espalda, para luego continuar hablando-, no te preocupes él fue un buen hombre, estoy casi seguro que estará del otro lado esperándote -al escuchar ésas palabras Yuno giró su cabeza para mirarlo.
- ¿Cuál otro lado?, quiero ir con mi papi -dijo Yuno con lágrimas cayendo aún de sus ojos.
- No se cómo es ese lugar al que irás con tu padre -admitió el vecino de Yuno mirándola atentamente, como si estuviese tomando algun tipo de decisión-. Yo solo se que sería una pena que vayas sin convertirte en mujer -.
Dicho eso él hombre incrustó el fragmento de vidrio en la pierna derecha rota de Yuno, consiguiendo un grito de dolor de esta, cuando Yuno intento levantarse un poco para calmar el dolor de su pierna derecha él hombre le dio un fuerte golpe en la espalda ordenandole que se quedará quieta, después se bajó los pantalones hasta las rodillas revelando su pene, el cual estaba bien erecto. Entonces procedió a estirar el kimono de Yuno con sus dos manos ansioso de ver las nalguitas y la vagina sin vello púbico alguno, similar a un perro que espera con ansias devorar un jugoso pedazo de carne, luego desgarro la parte trasera del kimono y la despojó de sus paños menores lamiendo sus labios como un perro rabioso en todo el proceso.
Estando Yuno desnuda de la cintura para abajo él hombre, desde su posición, tenía una perfecta vista del glúteo de la menor. Sin poder esperar un segundo más con su brazo izquierdo apresuró en introducir su dedo índice en la vagina carente de vello púbico de Yuno a lo que esta quedó paralizada del miedo, con una gran sonrisa rostro el hombre comenzó a girar su dedo, así como a sacarlo y meterlo muy rápidamente, pero no fue hasta la intrusión de un segundo dedo, el dedo medio en esté caso, que la niña al fin logro reaccionar.