Luego de aquel casual encuentro con aquella bella niña, no la pude sacar de mi cabeza, sin duda fue amor a primera vista lo que sentí al verla, y era extraño, yo había dicho que no me volvería a enamorar, al menos no por un buen tiempo, pero me fue imposible no poder sentir ese sentimiento ante ella, ese sentimiento que solo me hacía querer volver a verla, y ello fue lo que hice en cuanto llegue a la fiesta.
—Valentino, te siento extraño, ¿acaso estás aburrido? — pronunció Dylan, mientras observaba a las personas que estaban en el lugar.
—No claro que no, es solo que…— decía, pero fui interrumpido por mi amigo.
—Te preocupa que Bárbara también este aquí—acotó Dylan, haciendo una breve pausa para luego agregar—Sí que esta que se divierte hoy, ¿o estará solo fingiendo para llamar tu atención?, porque nunca la había visto bailar de esa manera tan provocativa.
—Lo que haga Bárbara no es de mi interés—respondí.
—Es ella, ella es la chica que te dije, la que está en esa mesa cercana a donde está Bárbara— pronunció Dylan.
—Ya la conocí—dije con un toque de vanidad, haciendo que mi amigo pose su mirada en mí.
—¿Qué?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo? — dijo Dylan, haciéndome sonreír.
—Por la mañana, de manera casual pero luego te cuento voy con ella antes de que alguien se me adelanté—acoté, mientras no dejaba de mirar a Misa, que estaba vestida cual un ángel, ella llevaba un vestido blanco, y sandalias del mismo color.
—Ya le pusiste el ojo— dijo Dylan riendo.
—Si esa chica será para mí, creo que ella si es la indicada, agregué antes de empezar a caminar hacia el lugar donde estaba aquel ángel.
Los minutos para llegar frente a ella me parecían eternos, y más porque conforme caminaba en medio de la multitud de jóvenes, siempre había alguna melosa chica que se me acercaba para invitarme alguna copa o me decía para bailar la música que sonaba en ese momento, claro yo rechazaba sus gentiles ofrecimientos, pues lo que menos quería era retrasar el tiempo para estar junto a ella, junto a mi ángel. Una vez que llegué frente a ella, y al sentir su cálida mirada sobre mi rostro, sentí los latidos de mi corazón acelerarse más, y una ola de frio recorrer mi cuerpo, una sensación que no había experimentado antes, con ninguna de mis ex, sin duda esto si era amor.
—¡Hola Misa! — dije un tanto nervioso.
—¡Hola Valentino! ¿cierto? — respondió con una dulce sonrisa aquel ángel.
—Sí Valentino Duran, pensé que recordarías mi nombre— agregué tratando de no mostrarme arrogante ni resentido.
—Si lo recordé, solo bromeaba— agrego, tras de sus palabras empezó a reír, aquella risa me pareció lo más placentero que mis oídos habían escuchado, su risa era melodiosa, más no escandalosa, y ello me gusto, me gustó mucho.
—Claro—dije, haciendo una pausa para acotar mientras extendía mi mano— ¿Bailamos?
—Está bien—respondió Misa, tras tomar mi mano.
El tomar su mano produjo en mí una sensación fantástica, una sensación que no quería que acabara. El tiempo que camine junto a ella en medio de los demás jóvenes, tratando de buscar un lugar solo para los dos me parecieron eternos.
—La música ya termino— escuche, mientras caminaba junto a ella.
—Cierto, pero no importa, ya pondrán una nueva canción— dije.
—Sí, tienes razón— respondió Misa, mientras yo detuve mis pasos junto a ella.
Al poco tiempo una nueva pieza musical inundo el lugar. Misa y yo nos miramos a los ojos, yo tomé sus manos y empecé a mover mi cuerpo al ritmo de la música, para mi sorpresa ella no se quedó atrás y me siguió el ritmo rápidamente.
Cuanto tiempo bailamos, la verdad no lo sé, solo sé que fueron muchas piezas, tanto así, que ambos terminamos agotados, y decidimos ir por unos refrescos antes de tomar asiento en una de las mesas del lugar.
—Entonces has estudiado en la preparatoria de la universidad a la que yo asisto— dije sonriendo mientras dejaba mi copa sobre la mesa.
—Pues todo hace indicar que sí— respondió Misa, al tiempo que dejaba su copa sobre la mesa.
—De haber sabido que había una niña tan bella en la preparatoria, hubiera ido con algún pretexto a ella—pronuncie.
Ante mi comentario Misa no respondió nada, solo bajo la mirada, como si anduviera meditando algo.
—¿Te incomodo mi comentario? — dije preocupado, mientras pensaba—«Qué estúpido soy, creo que lo arruine todo»
—¡Eh! no, claro que no, a mí, a mí también me hubiera gustado conocerte antes— pronunció Misa.
—¿En verdad? — dije.
—Sí, eres muy divertido, además ya que estudias en la universidad hubiera tenido a otra persona que me pueda despejar mis dudas con respecto a los estudios universitarios— acoto la joven.