Después de aquel terrible día en que por culpa de un mal entendido por poco pierdo a mi hermosa Misa, decidí no buscar por el momento a aquel individuo que había sido el causante de nuestra discusión, pues no quería tener más problemas con mi novia. Desde ese día, yo trataba de mantenerme calmado cada vez que veía a algún individuo acercarse a Misa, pues lo que menos quería era volver a cometer el mismo error, aunque tengo que reconocer que controlar la rabia que sentía al ver a otro cerca de mi novia me era un tanto difícil, pues yo estaba casi seguro que las intenciones de esos tipos para nada eran amicales como creía mi inocente Misa.
Misa, mi inocente y dulce niña, después de aquel terrible día, tú no volviste a mencionar lo acontecido y yo pues tampoco lo hice, creo que fue lo mejor, para que recordar algo que no tiene ya importancia, si para que hacerlo, mejor debo enfocarme en lo que vine a buscar hoy a este centro comercial. Tu regalo, tu regalo de cumpleaños, el primero que festejaremos juntos de muchos que nos espera.
—Joven, joven— escuche.
—¡Disculpe! me decía— pronuncie.
—¿Cuál de ellos llevará? — agregó una mujer de lentes que llevaba puesto uniforme.
—Este—dije, señalando un collar de brillante, al tiempo que imaginada a este en el hermoso cuello de mi novia.
—Bien, ahora mismo se lo envuelvo, mientras tanto puede ir a cancelar el mismo, este el monto—agrego la vendedora, al tiempo que me entregaba un papelito.
—Ahora lo cancelo— respondí, luego de ello caminé hacia la caja, para cancelar mi compra.
Tras cancelar la compra, espere por algunos minutos para que la misma se me entregue, una vez que tuve mi compra en la mano salí de la joyería y aborde mi auto deportivo, coloque como siempre que manejaba mi auto a algún destino la mi música de mis bandas preferidas; Estranged, era el tema que sonaba en ese momento, sin duda uno de los temas que más me gustaban de mi banda favorita.
Luego de varios minutos de camino, llegue a la casa de mi amada, como lo espere mi futuro suegrito al verme llegar se puso más que feliz, él me apreciaba mucho y yo también a él.
—Pasa, pasa— decía el padre de mi novia, tras verme bajar del auto.
—¡Gracias! —respondí.
—Desde que vi aproximarse el auto, sabía que eras tú, y le dije a la empleada que le comunique a Misa, que ya llegaste—agregaba el padre de Misa.
—Claro—pronuncie.
—Pero vamos dentro— decía mi futuro suegro, al tiempo que yo asentía.
Mi futuro suegro y yo entramos al interior de la casa, exactamente al comedor de la misma, y en este esperamos pacientemente la presencia de Misa. Tras algunos minutos de espera, ella llegó enfundada en un hermoso vestido de color fuxia, que hacía que ella se vea aún más bella. Yo en cuanto la vi me puse de pie y caminé hacia ella.
—¡Hola hermosa¡ ¡feliz cumpleaños¡ — dije, entregándole un estuche con un lazo rojo tiempo que acercaba mi rostro al de ella.
—Valenti….—pronunciaba Misa, pero no la deje continuar pues mis labios se posaron sobre los suyos, para darle un fugaz beso, que hizo que ella enrojeciera, mientras su padre sonreía.
—¡Gracias¡ — fue lo único que dijo Misa, mientras bajaba la mirada y sujetaba el estuche que le di.
—Ábrelo— pronuncie.
—Sí hija, ábrelo—agregó mi padre.
—Bien—dijo Misa, mientras abría el estuche.
—¡Es hermoso! — pronunció mi padre.
—Cierto—respondió Valentino con orgullo.
—Sí, está muy lindo, ¡gracias! —agrego Misa, pero en un tono que no espere.
—¿No te agrado? — dije.
—Sí—respondió Misa.
—Entonces, ¿por qué…? — decía, pero no pude terminar de hablar, pues el padre de mi novia nos interrumpió.
—Como ya estamos completos, sentémonos a disfrutar de la cena— pronunció el padre Misa.
—Sí— dijimos de manera simultánea Misa y Yo.
Ante la coincidencia, ambos sonreímos, luego de ello le acerqué la silla a Misa, para que ella sentase y luego lo hice yo.
—Solo un año más— dije.
—¿Qué? — pronunció Misa.
—En un año yo acabo la carrera y entonces nos casaremos—agregue.
—¡Casarnos! — dijo Misa, en un tono que llamo mi atención, pues no sonaba feliz.
—¿Qué sucede?, ¿acaso no quieres que nos casemos? — dije con firmeza, mientras la miraba fijamente.
—Hijo, creo que lo que dijiste tomo por sorpresa a Misa, como también lo tome yo cuando me lo platicaste, por ello reacciono así—pronuncio el padre de ella.
—Claro— respondí, tratando de sonar ofendido, por la reacción de mi novia, al tiempo que acotaba—Si nos amamos, es normal tener en mente el matrimonio, ¿o es qué tu no me amas lo suficiente como para unir tu vida para siempre a la mía?