Ya lo había dicho, ya había expresado mi sentir, y si Misa comprendía que lo que dije era lo mejor para los dos, seguiría mi consejo, eso pensé, pero el pensar de uno no siempre tiene que ser igual al de otra persona, y ese día lo comprobé.
—¿Qué? — pronunció Misa, con cierta nostalgia.
— Lo mejor para los dos es que dejes de estudiar, antes de que empieces tus estudios no teníamos este tipo de problemas—respondí.
—El problema no es que yo estudie—acoto Misa.
—¿Entonces el problema soy yo? — dije con molestia.
—Llévame a mi casa, no quiero más discusiones—agrego ella, en tono de súplica.
—Bien, yo tampoco quiero seguir discutiendo contigo, yo te amo Misa, y solo quiero que nuestro amor sea para siempre—añadí, al tiempo que encendía mi auto.
Como lo espere Misa, no pronunció más palabras durante todo el trayecto, solo se dedicó a mirar a través de la ventana, mientras yo conducía.
—Todo por culpa de esos chismosos— dije en voz alta, pero ella no respondió nada. ¿En verdad no piensas hablar? — agregué, pero no recibí respuesta.
Como no recibí respuesta, coloque a todo volumen música y continúe manejando, aunque por momentos giraba mi rostro para poder encontrarme con la mirada de ella, pero esto no llego a suceder, ella jamás giro su rostro, su mirada estaba fija hacia la ventana y ello me dolía, me dolía mucho, y todo por culpa de esa bola de chismosos y de ese estúpido que se atrevió a poner sus ojos en ella.
Tras varios minutos manejando llegamos a su casa, ella al sentir que el auto se detuvo, intento abrir la puerta, pero yo la detuve.
—Espera— dije, tomando su mano.
—¡Gracias por traerme! ahora abre la puerta ¡por favor! — pronunció Misa.
—Claro que la abriré, pero espérame yo también entrare contigo— agregué.
—¿Para qué? — respondió ella, con la mirada entristecida.
—Necesito decirle algunas cosas— dije.
—¿Qué cosas? —añadió Misa.
—Ya lo sabrás— respondí, antes de bajar del auto.
Una vez que baje del auto, camine hacia el lado que ocupaba Misa, y abrí la puerta del auto, y luego le ofrecí mi mano para apoyarla al bajar.
—¡Gracias! pero puedo hacerlo sola— dijo Misa, sorprendiéndome con su respuesta, pues era la primera vez que rechazaba tomar mi mano para bajar del auto, a pesar de ello preferí ignorar su respuesta, pues no era el mejor lugar para una nueva discusión.
—¡Vamos con tu padre! — pronuncie, mientras caminaba.
Tras algunos minutos de camino entramos dentro de la casa, como lo espere el padre de Misa aún estaba allí.
—¿Qué paso?, ¿no sé supone que tenían clase? — pronuncio sorprendido mi suegrito.
—Pues si teníamos clase, pero Misa, se sintió indispuesta antes de dejarla en su aula y la lleve al tópico de la universidad, el médico la evaluó y le dio unos días más de reposo— dije, mientras miraba a mi novia, como indicándole que no diga nada.
—Yo pensé que ya estaba recuperada— pronunció el padre de mi novia.
—Yo también, pero ya ve, el cuadro gripal que le dio se le complico un poquito más, Misa se siente un poco débil aún, por ello el médico dijo que lo mejor es que siga guardando reposo, ah, le dio unas vitaminas, yo se las comprare y se las traeré, no se preocupe por ello— agregué.
—¡Gracias hijo! eres muy amable— dijo mi futuro suegro.
—No hay nada que agradecer, la salud de Misa es lo más importante para mí— respondí, mientras ella me miraba con cierto desconcierto, y su padre la miraba a ella.
—Hijita, ve a descansar, te mandare preparar una deliciosa sopa para que te sientas mejor— pronunció mi futuro suegrito.
—Sí linda, ve a descansar— dije acercándome a darle un beso en la frente a mi novia ante la mirada del padre de esta.
Misa sin pronunciar palabra alguna fue a su habitación dejándonos solos a su padre y a mí.
—Sabe suegrito, creo que Misa debe dejar este ciclo, no la veo bien— pronuncie.
—Si es cierto, últimamente la he notado muy decaída, triste, casi no come— respondió el padre de Misa.
—El ritmo de la universidad a veces es estresante señor, si no lo sabré yo, de hecho, a Misa le choco un poco, por ello creo que lo mejor es que Misa se tome un descanso— dije.
—¿Estás sugiriendo que deje el ciclo? — respondió mi futuro suegro.
—Sí, considero que es lo mejor para ella, al menos por ahora— agregue.
—Sí, creo que tienes razón— acoto el padre de Misa.