El ciclo termino, y la verdad ello no sabía si era tan bueno para mí, y digo ello, porque a pesar que no reprobé el ciclo, el tener que estar un poco más de un mes fuera de los estudios, era algo que me tensionaba un poco, pues al menos los estudios me permitían tener la mente ocupada, y no solo porque tenía que estudiar para poder evitar repetir el ciclo, sino además porque podía platicar con otras personas, salir con ellas, con ello no quiero decir que no podría hacerlo en vacaciones, de hecho tendría mucho más tiempo para la diversión, pero yo estaba conciente que esa diversión solo era eso, diversión del momento, una diversión muchas veces dañina para mí, pues aprovechando las fiestas a las que iba, no solo me convertí en un mujeriego que salía un día con una chica y otro día con otras, sino además, adopte el vicio del alcoholismo, un vicio que esta conciente era dañino para mí, sin embargo consideraba que era mi mejor refugio para evitar pensar en ella, como en este momento.
—Sí, beber es lo único que hace que no piense en ella — pronuncié, mientras buscaba con desesperación en la cajuela de mi escritorio una botella que había comprado el día anterior y que había escondido allí sin que nadie lo note—Pero, ¿dónde?, ¿dónde lo deje?, estoy seguro que lo puse aquí, ¿o será que alguna empleada de la casa al hacer limpieza de mi habitación la encontró? — agregué.
Tras varios minutos de búsqueda encontré lo que buscaba, inmediatamente abrí la botella y llevé la misma a mi boca, al tiempo que los recuerdos pasados junto a Misa, parecían desaparecer al menos por un momento de mi mente o eso al menos intentaba creer.
—Sin duda, eres lo único que me ayuda a no pensar en nada — dije, al tiempo que la puerta de mi habitación se abría.
—Hijo, ya no— escuche, al tiempo que dirigía mi mirada hacia la puerta de entrada de mi habitación.
—¡Madre! — dije, mientras posaba mi mirada en ella, que se iba acercando cada segundo más a mí.
—Ya no hijo, ya no bebas más — agregó mi madre quitándome la botella.
—Mamá, la necesito, es la única forma como alivio este dolor que siento— pronuncie, haciendo una pausa para agregar con dolor en mi voz — No puedo olvidarla mamá, no puedo, por más que lo intento no puedo, solo cuando bebo dejo de pensar en ella y en todo lo que la hice sufrir, sí, porque yo la hice sufrir y mucho, yo soy el único culpable del termino de nuestra relación.
—Mi niño, déjame ayudarte, vayamos con un médico— agregó mi madre con calidez, mientras me abrazaba.
—Yo no estoy enfermo mamá, no lo estoy, tal vez actué mal, guiado por el impulso, pero no estoy enfermo — dije con firmeza, pues no era la primera vez que mi madre me hacía una propuesta así.
—Lo sé hijo, lo sé, pero hay enfermedades que no solo son del cuerpo sino también de la mente y del alma— agregó mi madre con dulzura, mientras acariciaba mis cabellos.
—¿Estás diciendo que estoy loco? — dije.
—No hijo, no lo estás, tu abuelo también tuvo el mismo problema que tú, “celotipia”, pero con ayuda lo supero y fue feliz con tu abuela, si amas a Misa, acepta mi ayuda— añadió mi madre.
—«Claro que amo a Misa, la amo, la amo, y sé que nunca podré dejar de hacerlo, pues ella calo en lo más profundo de mi ser. Yo fui un estúpido al lastimarla tanto, por mis malditos celos, por esos celos enfermizos incluso la agredí física y psicológicamente, y ello es algo, algo que me llena de rabia, pues si la amo, como pude lastimarla tanto, como pude hacerlo» — pensaba.
—¿Qué dices? — escuche.
—¿Me curare si recibo ayuda? — dije.
—Si hijo, lo harás, pero tienes que aceptar de verdad la ayuda, no rechazarla como hasta ahora— pronunció mi madre.
—Es que esos terapeutas solo hacen preguntas incomodas — agregué.
—Es parte de su trabajo hijo, ellos tienen que conocer tu caso por ti, no por nosotros, por ello las preguntas incomodas, pero te aseguro que no lo hacen con mala intención, ellos solo quieren ayudarte, como yo lo quiero hacer — añadió mi madre.
—¿No me dejarás solo madre? — dije.
—No, claro que no, yo siempre estaré contigo — acotó mi mamá.
—Entonces ayúdame madre, ayúdame, porque yo solo no puedo— dije, sollozando mientras me aferraba más al cuerpo de mi madre.
—Te ayudaré mi niño, te ayudaré, pero esto será un proceso muy largo, pero ya empezaste por lo primero aceptar la ayuda— dijo mi madre dándome un beso en al frente.
—Mamá, fui muy egoísta y cruel con Misa—pronuncié.
—No eras tú mi niño, no lo eras, pero en cuanto vuelvas hacer el mismo Valentino de antes, la puedes buscar….— decía mi madre.
—No mamá, no, yo no la merezco—respondí.
—Hijo, no digas ello— agregó mi madre.
—Mamá estoy conciente que tras todo el daño que le cause a Misa, lo mío y lo de Misa ya no podrá volver a ser, también estoy conciente que Misa no es la única chica a la que lastime por mi maldita impulsividad y desconfianza. Mamá, ya no quiero seguir lastimando a más personas, solo quiero sentirme bien conmigo mismo — dije con voz quebrada.