El nuevo ciclo estaba por empezar, yo durante el tiempo de vacaciones había estado siguiendo al pie de la letra cada consejo que mi terapeuta me había dado para mantener mi mente ocupada y también para controlar mis impulsos. ¡Gracias al apoyo del terapeuta! y por supuesto de mi familia, yo cada día que pasaba sentía que era un nuevo Valentino, un Valentino más seguro, un Valentino menos impulsivo, un Valentino que había aprendido a pedir perdón si sentía que estaba cometiendo algún error, y ello lo reconocía mucho mi terapeuta como este día.
—Estás teniendo un gran avance Valentino, tu conducta ha cambiado mucho a cuando te conocí, ahora te noto más seguro, más firme en tu compromiso de cambiar, y ese compromiso lo bienes demostrando con acciones, lo sé porque ya sabes que te vengo haciendo seguimiento por medio de tu amistades y lugares que frecuentas, pero aún vamos en la cuarta parte del tratamiento— pronunciaba mi terapeuta.
—¿Entonces aún falta? — respondí con tristeza.
—Si muchacho, aún falta, tienes que ser paciente, me da gusto saber que estas siguiendo al pie de la letra mis consejos, pero aún falta hijo— agregó mi terapeuta.
—Está bien seré paciente, ese es uno de mis avances la paciencia— dije.
—Sí, ya me di cuenta, pero aún te falta aceptar algunas cosas y diferenciar otras — añadió mi terapeuta, mientras yo lo escuchaba atentamente.
La plática con mi terapeuta duro un par de horas, luego de ellas, salí de su consultorio, abordé mi convertible color azul, y emprendí camino hacia la universidad, pues tenía que ver mi horario de clase para el nuevo ciclo que empezaría en tres días. Durante el trayecto recibí la llamada de Dylan, quien se comunicó conmigo para decirme que no podía ir a ver el horario clase como quedamos, pues su familia iría a otra ciudad por el cumpleaños de un familiar suyo, y él tenía que ir con ellos.
—No te preocupes amigo, yo te envió la foto del mismo — pronuncié.
—¡Gracias Valentino!, nos vemos el primer día de clase — escuche.
—Sí Dylan, nos vemos — respondí, al tiempo que cortaba la llamada y continuaba conduciendo.
Tras varios minutos de camino llegue a la universidad, ingrese a la misma en mi auto, y busque un lugar donde estacionarlo, luego baje del auto, al tiempo que al hacerlo un auto se estaciono junto al mío.
—¡Gracias! — escuche, al tiempo que la puerta del auto se abría.
—«Misa» — pensé al escuchar aquella voz, al tiempo que giré mi rostro.
—¡Hola! — pronunció una joven de cabello rojizo, aparentemente de mi misma edad, mientras me sonreía.
—No eres Misa — dije de manera inconsciente.
—¿Qué? — pronunció aquella joven.
—Nada — respondí, al tiempo que cerraba la puerta de mi auto, mientras el auto que había trasportado a aquella chica se retiraba.
—A mí me pareció que mencionaste un nombre — dijo ella sonriendo.
—Yo no dije nada — conteste.
—Entonces escuche mal — acoto ella.
—Sí, escuchaste mal — respondí, antes de empezar a caminar hacia mi facultad.
—Oye, espera, escuche.
—¿Qué sucede? — dije confundido.
—Es que soy nueva en esta universidad y no sé si tú sabes dónde queda…— hablaba ella, mientras yo no dejaba de pensar el en increíble parecido de tono de voz que tenía con Misa, ya que físicamente no eran iguales, aunque no podía negar lo evidente, esta chica también era linda, claro no más que mi Misa, pero si era una chica atractiva.
—¿Me estás escuchando? — pronunció ella con firmeza, sacándome de mis pensamientos.
—Claro — dije con una ligera sonrisa en mi rostro.
—¿A ver qué dije? — agrego ella.
—Andas buscando tu facultad para ver tu horario de estudios — respondí.
—Sí — respondió ella sonriendo, haciendo una pausa para agregar — ¿Podrías decirme como llegar a ella?
—Por supuesto, aunque lo mejor sería que vayamos juntos, ya que yo también voy a ella — respondí.
—¿En verdad? — dijo ella sonriendo.
—Sí, y disculpa mi reacción, es solo que tu voz me recordó a alguien y ello me sorprendió un poco — respondí.
—Entonces si mencionaste un nombre — agrego ella sonriendo.
—Sí — dije, mientras pensaba en la química instantánea que sentí con esa chica desde que empecé hablar con ella, «debe ser por su aura, es tan cálida como la de Misa»—pensé.
—Kristhy Mondragón — pronunció ella, extendiendo su mano, sacándome de mis pensamientos, al tiempo que me miraba fijamente.
—Valentino Duran — respondí tomando su mano.
—¡Un gusto conocerte Valentino! — dijo ella sonriendo.
—De igual manera — contesté.