Ya estaba por cumplirse un mes desde que decidí empezar junto a Kristhy una nueva relación. Tal como lo supuse durante estas semanas de noviazgo junto a Kristhy fueron increíbles, si increíbles, y como no reconocer ello, si junto a mi tenía a una mujer que se esforzaba día a día por hacerme feliz con pequeños detalles que me hacían quererla cada día más, pero solo era ello, querer, más no a amar, yo podía reconocer ello, aunque no lo dijera, pues lo que menos quería era lastimarla, como a las otras chicas que estuvieron conmigo; por ello había tomado la decisión de esforzarme también yo por sacar adelante esta relación, que había tomado por sorpresa a mis padres a mi hermano, aunque ellos se alegraron por la misma, pues Kristhy se los gano desde que los conoció, y se los seguía ganando como este día en que mi familia había decidido hacer un picnic, al que por cierto también estaba invitado mi gran amigo Dylan junto a su novia, quien se había vuelto muy amiga de Kristhy.
—Parece que las chicas se llevan súper bien — pronunciaba Dylan, mientras observaba a su novia platicar con la mía.
—Sí, es cierto — respondí.
—¿Cómo te sientes? — agrego Dylan.
—¿Qué? — dije, pues no comprendí la pregunta de mi amigo.
—Yo te veo mucho mejor sin duda, pero una cosa es lo que los demás veamos y otra es como tú te sientas, y no me refiero a todos los aspectos de tu vida — agrego mi amigo.
—Pues, me siento bien — respondí.
—¿Cómo vas con Kristhy? — dijo Dylan.
—Creo que vamos bien, ella es muy paciente conmigo, además comprensiva, y ello es bueno — conteste.
—Claro — pronunció Dylan, haciendo una pausa para agregar — ¿Consideras que con ello bastará para que tu relación con ella prospere?
—No comprendo tu pregunta Dylan — dije.
—Es que he notado que tu actitud con Kristhy sigue igual a cuando eran amigos, existe esa complicidad, cariño y respeto entre los dos, pero no veo amor, al menos no de tu parte — pronunció Dylan.
—El amor es un sentimiento muy profundo Dylan, yo estoy conciente que aún no puedo amar a Kristhy, y ella lo sabe, por ello te digo que me tiene mucha paciencia— dije.
—¿Podrás llegar a amarla? — respondió mi amigo.
—Eso espero, Kristhy merece que la amen, yo estoy tratando de esforzarme para poder hacerlo,…— decía, cuando de repente sentí unos pasos tras de mí.
—¿Interrumpimos algo? — escuche.
—¡Kristhy! — dije, mientras mi novia se sentaba junto a mí, al mismo tiempo que la novia de mi amigo colocaba una de sus manos en su hombro.
—El clima esta hermoso hoy — pronunció la novia de Dylan.
—Sí, es cierto, te gustaría que camináramos un poco cariño— pronunció mi amigo mirando a su novia.
—Sí— respondió ella.
—Bien, entonces caminemos — dijo Dylan, poniéndose de pie, al tiempo que posaba su mirada en mi para agregar — Iremos a caminar un poco.
—Bien — respondí.
Luego de ello Dylan y su novia empezaron a caminar dejándome junto a Kristhy, que tenía la mirada un tanto nostálgica.
—¿No te gusta el lugar? — dije.
—Claro, es un lugar muy hermoso — respondió Kristhy.
—Entonces que tienes, ¿te siento triste? — agregue.
—¿Triste?, no, claro que no — dijo Kristhy con una amplia sonrisa en su rostro, haciendo una pausa para agregar: ¿Cómo te encuentras tú?
—Bien — respondí.
—¿Seguro? — añadió ella.
—Por supuesto — dije.
—Me alegra oír ello — contesto Kristhy, haciendo una pausa para acotar — Tomás fue a pescar con tus padres, ¿no te gustaría ir también?
—No, prefiero que nos quedemos aquí los dos, mirando la naturaleza que nos rodea — dije abrazando a mi novia, mientras pensaba — «Necesito esforzarme, Kristhy merece ello, merece mi esfuerzo, merece que de todo de mí para llegar a amarla»
—¿En verdad quieres ello? — respondió Kristhy, mientras colocaba su cabeza en mi hombro.
—Sí, ¿o es qué tu no lo quieres? — conteste.
—Claro que lo quiero cariño — dijo Kristhy, posando su mirada en mí, esa mirada que me hacía sentir cierta culpa, pues estaba llena de amor a mí, pero la mía no era igual, la mía era una mirada vacía, si vacía, ello lo sabía aunque no pudiera verla.
—Entonces disfrutemos del atardecer — respondí.
Y así lo hicimos nos quedamos por varias horas sentados los dos, solos, contemplando la naturaleza, cruzando una que otra palabra por momentos,
— ¿Ya está corriendo aire? — pronunció Kristhy, de repente.
—Sí, es cierto — respondí, quitándome la chaqueta para con ella cubrirle el cuerpo.