En Otra Vida

Capítulo 19: "Te recuperare"

Tras la información que el investigador me dio sobre el supuesto joven con el que ahora andaba saliendo Misa, decidí ir a la universidad donde ambos estudiaban, mi objetivo era solo uno, ver con mis propios ojos a mi rival, si necesitaba verlo, comprobar si era tan apuesto como aparentemente se le veía en la foto, después de todo hoy en día las fotos se pueden trucar con los filtros, ¿no?

Tras algunos minutos de espera tras un árbol que daba a la puerta principal de la universidad, puerta por donde obligatoriamente ellos tenían que entrar, los vi llegar.

 

—«Vaya que es un pobretón, ese no puede robarme tu amor Misa, tú mereces alguien mejor, alguien como yo» — pensé tras verlos bajar de un taxi, tomados de la mano.

 

Ese mismo día decidí continuar con mi plan de reconquista, plan que había puesto en práctica desde que llegué a ese pueblo, el plan consistía en enviarle pequeños presentes a Misa, con tarjetas donde le expresaba mi arrepentimiento por lo que vivió a mi lado y mi amor, ese amor que nunca había dejado de sentir por ella, ese amor que yo estaba seguro ella aún sentía hacia mí, sin embargo, hasta ese momento después de mi llegada al pueblo y la visita que le hice, no la había nuevamente buscado de manera personal, pues quería ir preparándolo todo para mi nueva aparición frente a ella, y que mejor que hacerlo, mediante detallitos, al menos eso pensaba yo. Eso sí, a quién si quería enfrentar ya era al pobretón que se estaba interponiendo entre Misa y yo, y así lo hice ese mismo día, tras esperar pacientemente la hora de su receso (hora que llegué a saber gracias al brillante trabajo del investigador que contrate, quien me averiguo muchos detalles valiosos de mi rival, y que de hecho yo había decidido usar para alejarlo de mi Misa), al verlo salir de su aula camine a darle el encuentro.

 

—Oye, espera — dije, pero él pareció no escucharme, pues siguió su camino, y yo por supuesto seguí tras de él, pero debido a la presencia de otros jóvenes no pude darle alcance en ese momento, pero si pude ver el lugar donde ingreso.

 

Tras algunos minutos llegue al lugar donde él había ingresado, era la biblioteca de su facultad, sin pensarlo mucho ingrese, y lo busque con la mirada, tras algunos segundos logre ubicarlo en una de las mesas, muy concentrado haciendo unos apuntes, yo camine hacia su mesa, y al llegar a la misma tome asiento frente suyo

 

—¡Hola! ¿tú eres Gerardo Sorensen? — dije con calma.

—Sí, soy yo — respondió él.

—Necesito hablar contigo de algo importante, ¿me acompañarías a otro lugar pues acá no podemos hacerlo? — agregué.

—¿Quién eres?, yo no te conozco, ¿de qué podemos hablar? — pronunció él, mirándome confundido.

—Sí es cierto, tal vez no me conozcas personalmente, como yo tampoco te conocía personalmente hasta hoy — respondí, aumentando la intriga en él, que solo me miraba confundido.

 

De repente sentí unos pasos acercarse, al lugar donde estábamos, y tras algunos segundos una voz decía — Jóvenes ¡por favor! podrían guardar silencio, aquí se viene a estudiar, no a platicar.

 

—¡Disculpe! no volverá a pasar — dijo él, mientras yo solo gire a ver al dueño de la voz — Es el encargado de la biblioteca — agregó al ver mi rostro de intriga.

—Vez porque te digo que aquí no podemos hablar, luego te diré quién soy, solo te diré por ahora que es sobre Misa Obregón— pronuncie.

—¿De Misa? — dijo él en tono confundido y un tanto preocupado.

—Si de ella, ¡por favor! acompáñame — pronuncié poniéndome de pie, luego de ello empecé a caminar hacia la salida de la biblioteca, al tiempo que él tal como lo pensé, salió tras de mí.

 

Luego algunos minutos de caminata en completo silencio ambos detuvimos nuestro andar en una zona donde no había aulas y ni tampoco presencia de alumnos.

 

—Ahora si dime, ¿qué le pasa a Misa?, ¿tú de donde la conoces? — pronunció él con calma.

—Ella y yo fuimos novios — dije, mientras lo miraba fijamente.

—¿Novios? — pronunció él, un tanto desconcertado.

—Sí, novios — volví a decir, mientras el rostro sobre todo su mirada cambió de expresión, pero no a molestia, rabia o preocupación, como yo lo hubiera esperado, sino más bien en su mirada vi lastima, si, él me miraba con lastima, y ello me causo intriga.

—¿Tú eres Valentino? — dijo él.

—Sí, el mismo — respondí, haciendo una pausa para añadir — Por lo visto mi hermosa te hablo de lo nuestro, así como a mí me platico de ti.

—¿Ella sabe que estás aquí? — pronunció él en tono sorprendido.

—Si, por lo visto no te ha dicho nada aún, lo suponía, por eso tome la decisión de ser yo quien hable contigo ya que ella tiene miedo de hacerte daño, de lastimarte pues estás enfermo, pero no me parece justo que siga a tu lado solo por lastima — dije con tanta naturalidad, que a cualquiera le hubiera sido fácil creer en mis palabras.



#8821 en Fantasía
#18151 en Novela romántica

En el texto hay: fantasia, romance, drama

Editado: 15.02.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.