En Otra Vida

Capítulo 21: "Aceptando mi derrota"

Como es la vida, uno planifica algo y ello simplemente cambia de un momento a otro. Yo había planificado un día maravilloso para Misa y yo, con la finalidad de reconquistarla, por ello había ido a buscarla a la universidad, pues ya no soportaba más no verla, no oír su voz, no oler el aroma tan delicado que emanaba de sus cabellos, sin embargo, el día que planifique no pudo darse, todo quedo en la nada, pues paso algo que no estaba en mis planes, el joven con el que ella salía, y con tenía un noviazgo que hasta antes de ese día no aceptaba, estaba hospitalizado. Esa noticia lo cambio todo, pues al ver tan angustiada a Misa, tuve que olvidarme de mi plan, y llevarla junto a él, junto a la persona que me la estaba quitando, aunque tal vez es egoísta decir que me la estaba quitando, pues él nunca me la quito, yo la perdí, y él solo la amo e hizo que ella lo llegue amar, como alguna vez me amo a mí.

Ensimismado caminaba por un pasillo, recordando aquellos momentos felices junto a Misa, de repente detuve mis pasos, se me había olvidado decirle algo a ella, algo que yo consideraba importante y que tenía que decírselo, entonces decidí regresar, al hacerlo vi a Misa entrar a la habitación donde estaba su novio. Yo por impulso la seguí, al llegar a la habitación encontré la puerta entre abierta, entonces me acerqué a la misma y desde esta pude ver a ella junto a él, tomándole la mano, mientras con voz entrecortada le decía unas palabras que calaron en mi corazón.

 

—¡No me dejes! ¡no me dejes, por favor¡ yo no podría vivir sin ti, ¡te amo¡ ¡te amo como nunca pensé amar¡ tienes que luchar para que me cumplas lo que me prometiste, ¿te acuerdas?, me prometiste llevarme y traerme de la universidad a mi casa, cuando el patrón de tu abuelito te dé el auto que te prometió, me prometiste llevarme en primavera a la casa que cuidan tu abuelito y tú en el campo, para ver cuando los árboles de cerezo florecen, me prometiste amarme y cuidarme por siempre, no olvides tus promesas, no las olvides, quédate junto a mí, soporta hasta que ese donante aparezca, soporta ¡por favor! — decía Misa, mientras las lágrimas que brotaban de sus ojos humedecían sus mejillas.

—«Misa» — pensé, y quise ir junto a ella a abrazarla, pero desistí de ello, al verla acercar su rostro al de él para posar sus labios sobre los de su novio que estaba aparentemente dormido, respirando con apoyo de una bigotera nasal.

—Misa — pronunció con voz cansina él, a los pocos segundos que ella se alejó de él.

—No te esfuerces — dijo Misa, tomando su mano, al tiempo que yo decidí alejarme de la habitación.

—«Ella lo ama, lo ama, me olvido, me olvido, aunque fue lo mejor, yo la hice sufrir mucho, a mi lado, así como conoció el amor y la felicidad, también conoció el temor y la desdicha, no la supe valorar, acepto mi derrota» — pensé, mientras caminaba cabizbajo por el pasillo, mientras caminaba recordé aquellos momentos tan dolorosos que le hice pasar a Misa, en donde la forcejeaba con ella, le gritaba e incluso llegue a abofetearla.

 

Así, ensimismado en mis dolorosos recuerdos llegue al cafetín del hospital, y entre al mismo, mientras mi mirada se tornaba cristalina.

 

—«¿Cómo no pude darme cuenta de lo enfermo que estaba para buscar ayuda inmediata?, ¿cómo pude hacerte tanto daño?, ¿cómo pude hacértelo?, tú no merecías ser tratada así, si pudiera retroceder el tiempo no volvería a cometer los mismos errores que hicieron que te alejes de mí y que hayan hecho que te enamores de otro» — pensaba, pero una voz me saco de mis pensamientos.

—Joven, ¿qué va a pedir? — decía una mujer de uniforme.

—Tres cafés para llevar ¡por favor! — respondí.

—Bien joven — contesto la mujer.

 

Tras algunos minutos de espera la mujer me entrego los cafés y con ellos volvía al lugar donde estaba Misa junto al abuelo de su novio.

 

—Sírvanse — dije, mientras les entregaba los vasos con café.

—¡Gracias¡ — respondieron Misa y el abuelo de su novio.

—Tienen que ser fuertes — agregué al ver la tristeza reflejada en la mirada de ambos.

—Trato de serlo, pero no es sencillo joven — respondió el anciano con voz quebrada, al tiempo que Misa lo abrazo.

—Voy a hablar con mi padre — dije.

—¿Qué? — respondió extrañada Misa.

—Para que ponga a disposición de este hospital su avión privado — conteste.

—No comprendo — dijo Misa.

—Para el traslado — agregue, pero Misa y el abuelo de su novio me miraron confundidos, entonces añadí—Mi padre tiene muchos contactos, tal vez con apoyo de sus influencias pueda lograr que, si hay algún donante de corazón en algún hospital del país, a este órgano se le realice las pruebas necesarias para ver si es compatible con el corazón de tu novio y de ser así, se realice la operación inmediatamente — pronuncie.

—Mi nieto viene esperando desde que le detectaron aquella malformación siendo solo un niño, un donante y hasta ahora no lo encuentran, él ahora está más delicado, los medicamentos ya no le son suficiente, si no consigue un donante compatible en 72 horas morirá — respondió el señor mayor con voz quebrada, mientras Misa empezó a sollozar.



#8823 en Fantasía
#18154 en Novela romántica

En el texto hay: fantasia, romance, drama

Editado: 15.02.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.