Tras una larga faena en la nueva parcela que me habían asignado, decidí tomar asiento en aquel verde pasto, al tiempo que sentía el aire resoplar a mi alrededor, pero no era un aire frio, tampoco caluroso, era un aire bastante fresco, tan fresco que te llenaba rápidamente de vitalidad, y te invitaba a ponerte nuevamente de pie para continuar con la tarea asignada, de repente escuché aquel ruido, aquel ruido que indicaba nuevas almas habían entrado al lugar donde estaba.
—Ya está aquí — escuche.
—¿Dónde? — respondí.
—No puedo decírtelo, solo quería que supieras que ella ya se encuentra en este mundo— escuche.
—Entonces ya se dará la….
—No, aún no, sé paciente, ella tiene que vivir su propia experiencia en este mundo como tú, como todo el que llega aquí — escuche.
—Claro — dije con cierta nostalgia.
—Mientras lo sigas deseando yo recordaré mi promesa — escuche, y entonces comprendí, lo que el guardián de este paraíso quería, él estaba probando que tan fuerte era mi deseo de renacer junto a Misa.
—No me importa cuando tiempo pase, solo quiero una nueva oportunidad para corregir mi error — dije.
—La tendrás, solo sé paciente, no la busques aquí, que no la encontrarás, sus destinos se volverán a cruzar, pero en otra vida, sé paciente — fue lo último que escuche.
—Lo seré — pronuncie.
Tras aquella platica una especie de placentera sensación me inundo, me sentía feliz, si feliz, el solo hecho de saber que ella estaba ya allí me lleno de felicidad, si de felicidad, pues el día en el que ella y yo nos volveríamos a reencontrar se acercaba, y aunque no pueda medir el tiempo aquí, si podía sentir que ello era así.
Luego de un tiempo, que no sabría precisar cuánto fue con exactitud, porque como ya mencioné en aquel lugar no se podía saber el tiempo, escuche aquellas palabras que espere desde que supe que existía la posibilidad de volver a reencontrarme en otra vida con Misa.
—Es el momento — escuché, al tiempo que sentí como electricidad recorrer mi cuerpo.
—¡Llego el día! — dije feliz.
—Si el momento llego, ha pasado un poco más de 100 años — escuche.
—¡Tanto tiempo! — dije.
—Sí — escuche.
—¿Y dónde está Misa?, no la veo por ningún lado — dije, mirando a todos lados.
—Te dije que como sus almas serán usadas para el proceso de reencarnación, ustedes dos no podrían verse en este lugar a pesar de estar juntos en el mismo paraíso, como te ha sucedido con tus otros familiares — escuche.
—Sí, es cierto, me habías comentado ello — dije.
—El momento de enviarlos a que tengan una nueva vida llego, ella no sabe nada de la reencarnación, ella aquí en el segundo paraíso borro sus recuerdos como las demás almas que son reclutadas para ser reencarnadas a excepción tuya que has logrado conservar tus recuerdos como si fueras un alma del primer paraíso — escuche.
—Lo sé — dije.
—Te estoy dando una nueva oportunidad de reencontrarte con ella no la desperdicies pues no habrá otra segunda oportunidad — escuche.
—No la desperdiciare — agregue.
—Me alegra escucharlo, tú nacerás primero nuevamente, luego de un par de años lo hará ella, quiero que cuando se reencuentren sus edades coincidan con las edades que tuvieron en su primera vida cuando se conocieron — escuche.
—¡Gracias, gracias nuevamente por esta nueva vida, por esta nueva oportunidad de amar¡ — dije.
—Pues ya no hablemos más el momento de tu partida llego — fue lo último escuche, al tiempo que sentía como si mi cuerpo empezara a desvanecerse.
No sabría cómo explicarlo, la sensación que experimente fue algo indescriptible, conforme mi cuerpo se iba desvaneciendo, iba escuchando voces, voces que cada vez se hacían más claras, más claras.
De repente me sentí más ligero, pero a la vez más pequeño, muy pequeño, y aquellas voces que sentí a distancia ahora las podía escuchar con mayor claridad.
Había vuelto a la vida, bueno había renacido, era nuevamente un bebé, un bebé recién nacido con un don peculiar, pues yo a pesar de no poder aún ver, tenía tras de mí tantos recuerdos vividos en mi anterior vida, recuerdos que no podía borrar, a pesar de que en esta nueva vida iría construyendo nuevos recuerdos, tenía que mantener mis anteriores recuerdos, pues estaba seguro que ellos me llevarían nuevamente a Misa.
—Mira cielo, se parece mucho al hermano del bisabuelo — escuche.
—Si es cierto, el tío bisabuelo era así cuando era un bebé, eso lo sabemos por fotos — agregaba otra voz.
—Entonces que te parece cielo, si en su honor, lo llamamos Valentino Duran, como el tío bisabuelo — agrego nuevamente la voz de la persona que en esta nueva vida se había convertido en mi madre.